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Hormigas tejedoras asiáticas

En 2010 el zoólogo Thomas Endlein fotografió a una hormiga tejedora asiática sosteniendo un peso de 500 miligramos, cien veces su peso. Lo consigue gracias al poderío de sus mandíbulas y al fuerte pegamento de sus patas.

El 1967 nacía una hormiga tejedora asiática en Kardzhali. Lleva apellido búlgaro, Suleimanov, aunque el de su padre es turco, Süleymanoglu. Entre la extracción de zinc y el cultivo de tabaco desarrolla un cuerpo de 147 centímetros biomecánicamente perfecto para la halterofilia. Para levantar tres veces su propio peso.

Con 15 años entrena ocho horas al día y bate su primer récord. Le habría dado un oro en Los Ángeles 84 si no fuera por el boicot búlgaro. A veces las hormigas también deben defenderse de otros grupos de hormigas.

En diciembre de ese año, el presidente Zhivkov comienza el ‘Proceso del Renacimiento’ para cambiar los nombres turcos y árabes, así como prohibir su lengua, su religión y su cultura. Los turcos se organizan y rebelan en un pulso bélico. Las tejedoras asiáticas defienden su territorio juntas. Las de la primera línea de defensa se yerguen sobre las patas traseras y emiten unas feromonas que avisan a sus hermanas.

En diciembre, pero dos años más tarde, Suleimanov se esconde en los lavabos de un restaurante de Melbourne para burlar a la seguridad y escapar en un Datsun amarillo a la embajada turca. Lo hace tras la Copa del Mundo en la que vuelve a batir un récord. Es su último servicio al depredador. A Bulgaria.

Con su nuevo pasaporte turco y su apellido original gana el oro de Seúl 88 y es coronado como “el hombre más fuerte de los últimos cien años”. A su regreso a Ankara lo aclaman un millón de personas. Es el triunfo de todo un pueblo. Las tejedoras asiáticas así lo hacen. Ante cualquier intromisión, rodean a la matriarca para protegerla.

También gana el oro en Barcelona y en Atlanta, además de siete campeonatos del mundo y seis de Europa a lo largo de su carrera.

Su ocaso es aterrador. El alcohol destroza su vida y su hígado. Tiene muchas heridas de guerra pero ninguna producida por la mancha del dopaje. En su vida deportiva solo hay trabajo. En octubre de 2017 la Federación Internacional de Halterofilia suspende a Turquía por el uso de sustancias prohibidas. Es el peor homenaje de un país al mejor halterófilo de la historia es avergonzar a quien tanto ha luchado por él. Un mes después Süleymanoglu muere por una hemorragia cerebral y con solo 50 años.

Toda esta epopeya corre serio peligro. La halterofilia puede ser excluida de París 2024. Es el precio que tienen pagar los trabajadores (muchos) por los atajos que buscan los descarados (pocos). En la perfecta organización de las tejedoras asiáticas, si las obreras no trabajan, su sociedad se hunde.

Todos los halterófilos que conozco son tejedoras asiáticas. Son capaces de soportar varias veces el peso de su cuerpo, de luchar juntas y de trabajar sin descanso. Supongo que es porque todos los halterófilos que conozco destacan por su franqueza, su nobleza y su sacrificio.

Es ahí donde reside el poder de Süleymanoglu, de las tejedoras asiáticas y de todos los halterófilos que conozco. El único camino hacia el éxito.

18 mar 2021 / 01:00
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