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AQUELLOS MARAVILLOSOS AROS (145). El añorado Martín de Francisco, subcampeón europeo júnior formado en el Madrid, brilló en Valladolid, yendo luego a Málaga, Bilbao, Murcia, Cartagena y Santiago

Cuatro españolitos junto a Nate Davis

José Ángel Martín de Francisco, alias Morti, es la montaña del quinteto titular del Caja Bilbao de 1985-1986 que sube de Primera B a la ACB, Sin ser el ídolo local (era Kopicki), cala mucho en la grada, es como tu vecino del quinto pero con espaldas de cordillera. Afable, gusta igual a chavales que a mayores.

De esqueleto roqueño, su brillo en ese club baja ante el bum del caviar interior estadounidense de mediados de los 80 pero él siempre suma.

Sagitario del 15 de diciembre, Martín de Francisco nace en Valladolid, uno de los 29 millones de habitantes en la España de 1955.

En días de operación altura, el gigantón del Colegio de Lourdes recala en los años 60 en las categorías formativas del Real Madrid pero Morti vuelve al Valladolid (Segunda División) y es clave en su ascenso en 1978-1979; en el parqué blanco de esa temporada no cabe tanta torre: aparte de Meister, Lolo Sainz entrena a Rullán (1952), Prada (1953) y Querejeta (1957), y un año más tarde llega el coruñés Romay (1959).

Interior de 2,04 m cuya espalda de armario despista a primera vista, se maneja bien al poste bajo, con buena técnica y esfuerzo rentable.

Sabe pensar antes de actuar, no en vano, es plata en el Eurobasket Júnior de 1974, a la vera de Matraco Margall y Manel Bosch (base y MVP del torneo).

En Pucela, el bigote de Morti no está solo, ahí comparte bola con Nate Davis (promedia 27,9 puntos en la liga 79-80), Carmelo Cabrera, el ourensano Arturo Seara y Samuel Puente, todos canela en rama de huella indeleble en el baloncesto de esa ciudad, donde asombran (juegan la Korac) a espectadores locales como un joven Antoni Daimiel y vuelan al cuarto puesto de la élite en 1981-1982, entrenados por Mario Pesquera. Tras esa primavera deportiva, ficha por el Caja de Ronda.

En su primera temporada ahí promedia 11 puntos y 6,5 rebotes en 33 minutos (en libres, 82 % de tino) junto a Dan Caldwell o Gonzalo Sagi-Vela. Tras dos años, va Bilbao, suben y de nuevo en lo alto, sin bigote pero con el 11 (dorsal habitual), su rol en la naciente ACB llena de centers foráneos decae y viaja a Murcia (1ªB, 1987-1990) donde vive un ilegal play off de ascenso, hierro en el cuello del Obradoiro pero da tantas vueltas el balón de la vida que, tras un año en Cartagena, Martín de Francisco, solvente pívot de rotación, llega al taquicárdico Obra de 1991-92, inicio de la longa noite de pedra y curso con su hijo Nacho Martín en el equipo premini del colegio La Salle (Santiago).

Al retirarse en ese 1992, nace un agente de jugadores (trabaja con Germán González) y en diciembre de 2004, este pedazo de pan con alma de montaña muere el día antes de hacer 49 años, sin ver cómo su hijo Nacho, entonces en el Barcelona, anota canastas por él.

PUCELAJose (Ángel Martín de Francisco) y yo éramos íntimos amigos, compañeros de comidas y partidas de cartas, con eso te lo digo todo”. Así contesta a EL CORREO GALLEGO el ourensano Arturo Seara, que fue base en los años 80 de equipos como Valladolid y Barcelona, coincidiendo con Morti en Pucela y en las categorías de formación del Real Madrid. “En el Madrid, él era júnior y yo juvenil, ya que nací un año después que él pero a veces los juveniles del Madrid ganábamos a los júniors”, aclara sobre aquella etapa en los años 70. “Morti tenía el mejor movimiento de un pívot español de espaldas al aro, era eficaz en muy poco espacio, con gran reverso, aunque le gustaba poco entrenar. Hicimos un buen quinteto en el curso de 1981-1982, con Nate Davis y cuatro españolitos, Morti y Lafuente por dentro, y Cabrera y yo por fuera. Fuimos cuartos en la liga. Martín de Francisco era un encanto como persona pero la muerte de sus padres en accidente de tráfico en los primeros años 80, creo recordar, donde ellos mueren y él se salva... le marcó el carácter. Seguía siendo agradable pero le afectó. Yo fui al Valladolid por él y en ocasiones me decía que le pasaba pocos balones pero es que yo era un base más anotador que pasador, así que le decía... te paso si anotas...”, dice Seara sonriendo. “En nuestra época había muchos pívots extranjeros pero, insisto, al poste bajo, Jose tenía gran talento y en defensa, al ocupar mucho espacio, también nos ayudaba”. X. S.

25 oct 2021 / 01:00
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