Se cumplieron los pronósticos
LAS GRANDES ligas europeas echaron el cierre con campeones que entraban en todas las quinielas salvo en Francia, donde el Lille dio la sorpresa imponiéndose al gran favorito París Saint Germain que había ganado siete de las últimas ocho, solo interrumpido su reinado en 2017 por el Mónaco. Hubo que esperar hasta la última jornada para que el equipo entrenado por Christophe Galtier se alzase con el título de la Ligue 1.
Menos sorpresa fue la victoria del Inter, con varias jornadas de antelación, en Italia ganando con autoridad y, sobre todo, relegando a la hasta la fecha intratable Juventus al cuarto puesto que le da derecho a participar en la próxima edicición de la Champions League pero que sufrió lo que no está en los escritos ya que esa plaza la tenía asegurada el Nápoles con su victoria ante la Verona.
Sin embargo, en el último minuto del descuento los napolitanos vieron como el rival les empataba y les dejaba fuera de la Copa de Europa. Un castigo, quizás, inmerecido y que le ha costado el puesto a su técnico, Gennaro Gattuso.
Por lo demás, en Alemania más de lo mismo, con el Bayern Munich imponiéndose con cierta comodidad, dejando al segundo clasificado, el Leipzig, a 13 puntos. Y en la Premier un campeón ya conocido hace unas cuantas jornadas, el Manchester City que dejó segundo al United, con Liverpool y Chelsea consiguiendo también plaza europea, quedando apeado un Tottenham que desde la marcha de Pochettino no levanta cabeza y un Arsenal que va de fracaso en fracaso a pesar de las fuertes inversiones realizadas en fichajes.
Y por lo que respecta a la Liga española se proclamó campeón el que más méritos hizo para ello. El Atlético de Madrid que hizo una primera vuelta primorosa, sumando 50 puntos y con la posibilidad de igualar o incluso superar el récord de los 100 establecido por el Real Madrid en la temporada 2011-12 y por el Barcelona en la 2012-13, pero al que el campeonato se le hizo muy largo al punto que solo sumó 36 puntos en las siguientes 19 jornadas.
Emoción. Así, a falta de buen juego -fue, probablemente, la Liga más pobre de los últimos años en lo que a calidad se refiere-, al menos hubo emoción hasta la última jornada, algo que ya no se recordaba por estos lares.
Habría que remontarse a comienzos de la década de los 90 cuando el Barcelona logró tres títulos de Liga en la última jornada, con aquellas derrotas del Real Madrid en el campo del Tenerife y el famoso penalti de Djukic fallado ante el Valencia y que le costó el campeonato al Deportivo de La Coruña.
Puede que en la falta de espectáculo haya influido de forma decisiva el que se tuviese que jugar sin público, lo que acarreó que el factor campo no resultase tan decisivo como lo venía siendo, de ahí que se diesen muchas más victorias de los equipos visitantes de las que eran habituales.
De lo que no cabe la menor duda entre los entendidos en la materia es que el Atlético de Madrid ha sido el justo campeón y que al Real Madrid, a pesar de cerrar la temporada sin un solo título, no se le puede hacer reproche alguno porque, salvo en la Copa del Rey, sus jugadores lo dieron todo, teniendo que hacer frente a un año con más de sesenta lesionados y con hombres determinantes como Sergio Ramos o Hazard, sin apenas poder ayudar.
Fin de ciclo. El que un año más ha defraudado a los suyos ha sido el Barcelona, tercero en la clasificación y vencedor de la Copa, pero que tras quedarse descolgado de la cabeza en el mes de diciembre consiguió remontar hasta tener en sus manos la posibilidad de ganar la Liga, pero su derrota en casa ante el Granada seguido de una serie de resultados negativos le ha llevado a cerrar el ejercicio con la sensación de que este equipo ya dio de sí todo lo que tenía que dar y el propio presidente Joan Laporta ha hablado de fin de ciclo, dando a entender que se impone una renovación profunda de una plantilla con gente muy veterana que ya no está para competir al máximo nivel.
Por lo que respecta al Celta, su segunda vuelta merece un notable alto a pesar de comenzar la liga con muchas dudas lo que provocó el cese del técnico Óscar García y la llegada de un semidesconocido Eduardo Coudet que le dio la vuelta al equipo como si de un calcetín se tratase. Ese octavo puesto final es bien merecido y cabe destacar, sobre todo, el concurso, un año más, del gallego Iago Aspas, máximo goleador del equipo celeste y mejor asistente de la Liga.
En la parte de abajo, tal cual iban las cosas hace pocas jornadas, un equipo como el Elche tenía casi todos los números para descender, sin embargo supo remontar el vuelo para desgracia de Huesca y Valladolid que peleaban con los ilicitanos por la salvación y que acompañarán al Eibar, la próxima temporada, en Segunda pero con la ilusión de luchar por retornar de nuevo a la categoría de oro del fútbol español.
EMOCIÓN Veintidós penaltis fueron necesarios para que el Villarreal se llevase la Europa League, el primer título internacional del equipo levantino y que tuvo el mérito enorme de imponerse a todo un Manchester United que era el claro favorito pero que al final tuvo que ceder ante el carácter y la determinación de los hombres de Unai Emery, que en la interminable tanda de penaltis no fallaron ni uno. El portero argentino Gerónimo Rulli se convirtió en el gran protagonista al transformar su lanzamiento -era la primera pena máxima que tiraba en toda su carrera- y parar el lanzado por el otro portero, el español David de Gea. Con este triunfo el equipo amarillo se convierte en el séptimo conjunto español en hacerse con un título internacional.
EL LÍO El seleccionador español Luis Enrique dio la lista de 24 jugadores convocados para la Europa, una lista en la que no figura ningún jugador del Real Madrid y en las terminales mediáticas madridistas se montó la de San Quintín acusándole de antimadridista. Cierto que el asturiano siempre ha dicho que no es madridista pero de ahí a pensar que a la hora de convocar a los jugadores prima su desafecto por la casa blanca por encima de los intereses de la propia selección, media un abismo. Ni Sergio Ramos, ni Carvajal, ni Lucas Vázquez estaban en condiciones de ser convocados y el único que podría tener alguna opción es Nacho al que el seleccionador no ha llamado porque entiende que hay otros mejores que él. Así de simple.
eXPEDIENTE El enfrentamiento Superliga-UEFA ha escrito un capítulo más esta semana. La guerra soterrada protagonizada por ambos estamentos lleva camino de convertirse en un largo y entretenido culebrón. Ahora el que ha movido ficha ha sido el organismo que preside Aleksander Ceferin y que no está dispuesto a atender a las sugerencias del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, que hace unas semanas ha hecho un llamamiento para que las partes intenten dialogar, porque de ir a un enfrentamiento todos acabarán perdiendo.
En un principio sorprende lo conocido días atrás, publicado por el New York Times, en el sentido de que Infantino conocía la intención de los 12 clubes de poner en marcha la Superliga y contaban con su bendición aunque, eso sí, siempre lejos de las cámaras. Ante estas siempre se posicionó en contra del proyecto. De ahí que Florentino Pérez y compañía se decidiesen a dar el paso que dieron y que luego resultó fallido al ver la reacción del presidente inglés, Boris Johnson, que prácticamente amenazó a los seis clubes de la Premier con hacerles la vida imposible pues no estaba dispuesto a que participasen en un competición que venía a echar por tierra el espíritu del denostado brexit.
Pues bien, ahora la UEFA acaba de abrir un expediente a Real Madrid, Barcelona y Juventus -al que los tres clubes ya respondieron de forma contundente en un comunicado conjunto- que sería el primer paso para intentar sancionarlos con su no participación durante dos temporadas en la Champions League; y en este punto es donde los expertos no se ponen de acuerdo, pues unos entienden que el reglamento impide que los clubes monten una competición paralela y otros se basan en la posible posición de abuso de la UEFA. Así pues, atentos a lo que puede dar de sí este expediente pues el organismo presidido por Ceferin podría encontrarse al final con un problema parecido al que se encontró en los años noventa con el caso Bosman que marcó un antes y un después en la política de traspasos de jugadores.