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{ EL DÍA DESPUÉS }

Sin fuelle, sin fuerzas

VOY A COMENZAR con un histórico, Boni Rodríguez. Fue uno de los grandes tiradores del Obra en los 80. Cuando llegó, en la pretemporada, no las metía en una piscina y además tenía una mecánica de tiro impropia de su escuela de origen, el San Viator de Vitoria. Tanto es así que hubo que contactar con el maestro Pepe Laso, que simplemente nos dijo que no nos preocupásemos lo más mínimo, que tan pronto estuviese fuerte de piernas las metería como churros. Y así fue.

En la actualidad, existen muchísimas tecnologías que miden todo tipo de parámetros que afectan al rendimiento, con 16 o 18 cámaras instaladas en el pabellón, etc. Si no se poseen, una herramienta sencilla para conocer el estado de forma de un jugador consiste en medir su salto vertical mediante una plataforma de salto o con apps de medición. Se utiliza en muchos deportes, por ejemplo la usó la selección española en el reciente Mundial de balonmano, y aunque científicamente no sea comparable al aluvión de datos que ofrecen las grandes y costosas tecnologías existentes, es muy eficaz por su sencillez.

Viene esto a colación porque el coronavirus nos ha dejado a Robertson y a Birutis sin piernas y están en fase de recuperación de sus parámetros de fuerza. Al primero Beliauskas no ha sido capaz de sustituirlo con solvencia y al segundo Enoch lo mejoró en Zaragoza, pero en Andorra no consolidó ese paso adelante.

En el Príncipe Felipe el Obra trabajó bien, se ajustó a su plan de partido, fue adaptándose a la excelente defensa que le plantearon y, con la superioridad en la posición de pívot, pudo ir paliando la sangría que le producía su falta de puntería desde el triple y en momentos los excesivos balones perdidos. Los maños mandaban en el marcador pero el Obra seguía ahí e incluso todos esperábamos y deseábamos que llegase ese momento de acierto que en algún momento de los partidos tienen los grandes tiradores, y en el esprín final se pudiese dar el vuelco al desequilibrio en ataque entre el juego interior y el exterior y hacerse con la victoria. Al igual que en Santiago, en el momento decisivo, el poderío físico, la fuerza en defensa y el acierto maño se impusieron al juego del Obra que no tenía el colchón de puntos fraguado por el brutal festival de Robertson en Sar. Al Obra se le saltó la cadena y, fatigado, no fue capaz de anotar en ataque y sucumbió ante el acierto desde el triple de Brussino y cía.

En Andorra, 72 horas después llegaba el segundo round de esta salida. En condiciones normales ese tiempo de descanso sería suficiente. Por el dichoso COVID no fue así y tras una primera parte desastrosa en ataque el partido quedó sentenciado. La buena defensa y el trabajo del Obra no eran suficientes ante el poderío de los andorranos en el rebote, su buena y estudiada defensa (con mucho tiempo para prepararla) y sin las fuerzas de sus dos estandartes ofensivos, Robertson y Birutis, el empuje de Cohen, Oliver y Czerapowicz no fue suficiente.

Toca aprovechar el parón para reciclarse físicamente y prepararse mentalmente para el duro calendario que se avecina.

11 feb 2021 / 01:00
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