Sufre el Dépor pero gana en el ‘infierno’ de la Segunda B

En el minuto 97. Sufriendo. Con Bóveda incorporado al ataque ejerciendo de inesperado salvador con un testarazo sublime. Así ganó el Deportivo su primer partido de la temporada. Del mismo modo agónico con el que se despidió, con un triunfo in extremis hace dos meses, del fútbol profesional en el paripé ante el Fuenlabrada.

La nueva singladura del equipo coruñés, muy renovado, falto de rodaje y sin automatismos, se pareció peligrosamente a la que le abocó al desastre el curso pasado. Fernando Vázquez tiene trabajo por delante para edificar un equipo solvente, aunque siempre le resultará más sencillo desde la confianza que dan las victorias. Casi 40 años después, el Deportivo volvió a jugar un partido en Segunda B. Si en aquella ocasión era claro candidato el ascenso, este curso resulta obligado el retorno al fútbol profesional, tanto por la viabilidad económica como por la reconfiguración de las divisiones en el fútbol español desde la próxima campaña.

Beauvue, de cabeza, tuvo la primera ocasión al poco de empezar. Suyos habían sido los últimos goles del equipo blaquiazul en Riazor en el famoso partido de la vergüenza contra el Fuenlabrada. Fue el primer aldabonazo ofensivo de un Deportivo con un 4-1-4-1 en lugar del 4-4-2 de pretemporada. Comenzó mandón y dispuesto a ser protagonista desde el pitido inicial. El respaldo del público ayudó a meter intensidad a ese arranque. Las buenas perspectivas deportivistas se diluyeron pronto y el encuentro, pese al dominio local, ya no tuvo la preponderancia blanquiazul que se vaticinaba.

El cuadro unionista ajustó en defensa y comenzaron los problemas creativos del conjunto deportivista, incapaz de hacer circular la pelota con rapidez, de encontrar líneas de pase y con escasa fluidez a la hora de romper líneas rivales. Incluso el Salamanca, en una acción de estrategia, amenazó con adelantarse en el marcador en un saque de esquina que cabeceó Sergio Molina en el primer palo. Su testarazo salió cerca del larguero superada la media hora de juego.

Reacción. El descanso resultó el mejor remedio ante el apagón local y ya con iluminación artificial, nada más comenzar el segundo periodo, llegó el 1-0. Keko sirvió un centro tan pasado desde la derecha que llegó a Salva Ruiz en la otra banda. Desde allí, el lateral zurdo blanquiazul colgó un balón que Claudio Beauvue cabeceó de manera espectacular a gol.

El tanto contribuyó a asentar al equipo de Fernando Vázquez y obligó al cuadro salmantino a estirar líneas en la búsqueda del empate. Nacho González atizó sin puntería. Sin embargo, aunque no había amenazado la portería local, el conjunto de Sergio Egea situó el 1-1 mediado el segundo acto. Carlos Abad se lució en una falta lanzada por el mexicano Mora, pero en el córner consiguiente su despeje con el puño se quedó algo corto y desde el balcón del área, Candelas, embocó una buena volea sin oposición en la portería.

Se encontró entonces el Deportivo con esos fantasmas que le atenazaron y condenaron a su situación actual. Faltaron ideas y sobró precipitación. Cuando todo parecía abocado al empate, Riazor volvió a revivir goles postreros cercanos, como el de Beauvue en agosto, y lejanos, como aquel salvador de Vicente, y anotó un tanto balsámico. Cabeceó Eneko Bóveda con hechuras de ariete un servicio templado de Gandoy y un Riazor semidesierto lo festejó como hace 20 años jaleaba goles en la Liga de Campeones.