Un atleta listo que aprende rápido

ESPAÑA FUE siempre territorio de mediofondistas; al menos hasta que irrumpieron los africanos en las pistas tras darse cuenta de que eran demasiados en las distancias largas o en el cross. Desde el vigués Javier Álvarez Salgado hasta el coruñés Andrés Díaz contamos con los José Luis González, José Manuel Abascal, Fermín Cacho, Reyes Estévez a la hora de competir en Europeos, Mundiales o Juegos Olímpicos. Siempre arrancando medallas o lugares de privilegio y alguno como Cacho llegó a ser campeón olímpico. Llegaron primero marroquíes y argelinos y después se añadieron los subsaharianos. El 800 es reino keniata desde que aparecieron en Seúl 1988 con seis medallas de oro, tres de plata y cinco de bronce, incluido el doblete de ayer en Tokio de Korir y Rotich, capaces de situar el crono en el entorno del 1:42. Una prueba que nunca admitió españoles en la final. Hasta que llegó Adrián Ben. Era el día de su cumpleaños y a él le sobra desparpajo. De atrás para adelante, como acostumbra a hacer, fue quemando metros en una carrera que no le iba bien: demasiado lenta en los primeros 400. Lo intentó, vaya si lo intentó, con mucho descaro pero se quedó a 57 centésimas de un bronce que pudo ser suyo pese a que era el octavo mejor tiempo de los nueve finalistas. Adrián sabe competir. Tendrá otra oportunidad pero ya se ganó un lugar en el atletismo. Tiene duende este viveirense que, no lo duden, nos dará más de una satisfacción. Fue sexto en Doha, quinto en Tokio y le tocará ser cuarto en los Mundiales y colgarse medalla en París. Es listo y aprende rápido.