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Ucrania, bomaye. Ucrania, mátalo

LA HISTORIA DE ALI es tan grande que sobrepasa las fronteras que no deberían existir. Cuando en 1966 fue convocado a la Guerra de Vietnam, ya se había proclamado campeón olímpico y mundial y, uniéndose al Malcolm X y al islam, le había mostrado al mundo que no existía ni una sola religión ni una sola ideología. Se negó a combatir porque: “ningún vietcong me ha llamado nigger”.

Y le costó un riñón. Fue despojado de su título mundial y su licencia de boxeador, condenado a cinco años de prisión y privado de su plenitud como deportista. Todos pensaron que su absolución, en 1971, llegaba tarde. Se enfrentó a Foreman para volver a embucharse el cinto dorado. Lo hizo en la frondosa selva de Zaire jaleado por 60.000 gargantas que gritaban aquello de “Ali, bomaye”, -“Ali, mátalo” en su lengua bantú-. Y vaya si lo mató. Ali tumbaba a Foreman y al despotismo en el octavo asalto. Si Ali rehusó unirse al bando opresor de una ofensiva que quería descomunizar a los vietnamitas a bombazo limpio; hoy, los boxeadores ucranianos se unen al bando oprimido de una guerra que pretende desnazificarlos a ellos, que son quienes reciben los misiles.

Lo hacen también como campeones olímpicos y mundiales. Vitali Klitschko se coronó hasta en doce ocasiones y solo perdió dos combates. Su hermano pequeño, Vladimir, llegó incluso más lejos que él. Conquistó 24 títulos mundiales y se colgó el oro en Atlanta. Se alistaron tras dominar el cuadrilátero durante dos décadas: “cogeremos las armas y defenderemos el país”. Oleksandr Usyk y Vasyl Lomachenko están con ellos. Fueron campeones olímpicos de peso pesado y peso ligero en Londres 2012. Ahora están considerados como dos de los mejores boxeadores libra por libra. Su decisión fue la misma: posponer sus combates e incorporarse al batallón de defensa.

En el ejército ucraniano también hay Grandes Maestros Internacionales de ajedrez, entrenadores de Champions o tenistas de Grand Slam. Sin vacilar, cambiaron trebejos, balón y raqueta por kalashnikovs. La historia de Ucrania cuenta que los referentes en los que se inspiran hicieron lo propio. En pleno Tercer Reich, un equipo de futbolistas ucranianos que escapaban del holocausto, el FC Start goleó al ejército alemán. El último encuentro que disputaron fue el archiconocido Partido de La Muerte. Dicen que un oficial de la Gestapo dijo que les fusilarían si ganaban. Trusevych, alma máter del equipo, replicó: “jugaremos hasta la muerte”. Vencieron 5-3 y años después la Gestapo cumplió su amenaza. Ali nació el 17 de enero de 1942 en Louisville. El FC Start se gestó en ese mismo 1942 en una panadería de Kiev. En 2022 se cumplen 80 años de ambos hechos y los boxeadores ucranianos han recogido el legado de su deporte y de su país para enfrentarse a Putin. Hoy no somos 60.000, sino 8.000 millones los que gritamos: “Ucrania bomaye. Ucrania, mátalo”.

04 mar 2022 / 01:00
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