Cuadros malditos ¿ficción o realidad?
La mujer muerta Edvard Munch era especialista en pintar cuadros que causan desasosiego. Este en concreto representa las consecuencias de la tuberculosis, una enfermedad que asoló Europa en el siglo XIX. Hay personas que aseguran que la niña les sigue con la mirada y que en ocasiones se escuchan gritos que provienen del cuadro.
El hombre angustiado. Se sabe que el cuadro fue pintado por un hombre que tenía algún desorden mental. De hecho, utilizó su propia sangre para crear pare del cuadro y al terminarlo desapareció. Hoy la pintura pertenece a la familia Robinson, quienes relatan que el cuadro gime y se queja durante las noches.
La mujer de lluvia. La artista ucraniana Stevetlana Telets admite que pintó este cuadro en apenas cinco horas debido a que una fuerza desconocida guiaba su mano. Curiosamente a ninguna de las personas que han tenido la obra les ha durado demasiado. Todos lo han devuelto diciendo que sufrían insomnio y ansiedad.
La Venus del espejo. Es de Diego Velázquez, el gran pintor del Siglo de Oro Español. Ningún museo ni hotel quieren quedarse con esta obra porque todos sus dueños anteriores han enfermado repentinamente o han sido asesinados. Se cuenta que el trabajador de un museo intentó romper el cuadro con una navaja, pero la pintura no se destruyó.
‘Los cuadros de los niños llorones Dicen que esta maldita creación de Bruno Amadio es una puerta para pactar con el diablo y que terribles desdichas recaen en todos los que se atreven a colgar uno de esos óleos en las paredes de su hogar.
Pintura sin nombre. Todos las obras del artista polaco Zdzislaw Beksinski representan figuras tétricas o de pesadilla y por eso sus cuadros llevan una gran leyenda negra detrás. El propio pintor llevó una vida trágica, ya que tanto su mujer como su hijo fallecieron y él mismo fue asesinado en su casa de Varsovia.
cartas de amor. Obra realizada por Richard King que está en el hotel Diskrill (Austin, Texas). Allí, la hija de un senador estadounidense cayó por las escaleras y se mató a los cuatro años y hay gente que dice que su espíritu se ha metido en el cuadro y que las expresiones de la niña representada cambian.
el retrato de un hombre sin cabeza. Laura P. pintó este cuadro a raíz de una fotografía que había realizado James Kidd en la que se veía el retrato de un hombre sin cabeza, a la izquierda del carro. La autora lo colgó en su despacho, pero se vio obligada a retirarlo porque empezaron a caerse cosas sin motivo aparente.
La obra completa de Yuko Tatsushima. Su producción a menudo representa figuras de mujeres muertas o mutiladas, cuya mirada es aterradoramente inquietante. Quienes han visto a estas figuras fijamente a los ojos aseguran que han visto a la muerte a través de esa mirada perdida.
Las manos lo resisten. Vio la luz en 1972 gracias a la labor del artista Bill Stoneham, pero no se hizo famoso hasta el año 2000 cuando su propietaria quiso venderlo alegando que los personajes se movían y salían de la pintura por la noche. El propio pintor admitió que tanto el dueño de la galería donde se exhibió la primera vez como el crítico que la calificó murieron un año después de tener contacto con la obra.
El retrato de Bernardo de Gálvez. En Texas está este retrato del general, concretamente en el hotel Galveston. Los clientes del establecimiento se quejan de que el militar les sigue con una mirada fría y misteriosa y que siempre que intentan tomar una instantánea del cuadro esta sale borrosa.
Retrato de la niña bruja. Es un retrato de Madame Delphine LaLaurie, una socialité nacida en Luisiana que torturó y mató a cientos de afroamericanos en el siglo XIX. La pintura fue comprada por un hombre en España que dijo haberse dado cuenta de que quien la miraba quedaba hipnotizado, además de que una dama vestida de gris se aparece cerca de la pintura, que sería el espíritu de LaLaurie. El autor es Ricardo Pustani y fue hecha en 1997.