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El recinto de Mafra

Desde la plaza Martim Moniz salían los autobuses “ Mafrenses” desde Lisboa hasta el pueblo de Mafra y su palacio real. El trayecto duraba una media hora. De repente, frente a un conjunto de casas ordenadas mediando una espaciosa plaza se alzaba, enorme y espléndido, la iglesia y el palacio real de Mafra. Unos escalones suaves se anticipaban a la fachada : eran para las corrozas. Comprobaba allí la grandeza y las características de este espacio mítico, causa de orgullo, de Portugal .Comprobaba también un leve desgaste del tiempo en los mármoles labrados. Comprobaba que un pasado brillante destilaba gozos y asombro referente a la historia de Portugal . Comprobaba, finalmente, que sería el dueño de aquellas largas horas plagadas de sensaciones y conversaciones dentro del recinto real de Mafra.

EMISIONES DEL PALACIO. Un capítulo importante de la Historia del Arte del siglo XVlll pasa por Mafra. Aquí hubo una Escola de Escultura bajo la dirección de Alessandro Giusti. De esta Escuela salieron artistas como Machado de Castro y Joâo António de Pádua. Este hecho es de capital importancia porque, dentro de un recinto construído para asombrar e imponer desde el poder real y político a cuantos llegasen a él, se había creado, al mismo tiempo, una escuela de influencia artística , aprendizaje y ejecución, o lo que es lo mismo, un éxito para la creatividad artística, es decir, una fecundidad llena de calidad y de cualidades. De una labor tan formidable para la construcción de la basílica y el palacio, y sin reparar en gastos, tenía que surgir un magisterio para la escultura, por cierto de origen italiano. Ahí figura en catálogos, tratados y enciclopedias portuguesas. Pero la novela de Mafra es “Memorial del Convento “ (1982 ) de José Saramago. Aquí aparece el sueño constructivo de la dinastía de los Braganza. La figura y la persona de D. Joâo V (1689--1750) fue analizada en Claro.escuro Revista de Estudos Barrocos. 2&3 .

Algunos artículos iluminan muy bien al personaje, el rey constructor del palacio de Mafra, inaugurado en 1730. Lo hacen desde el objetivo testimonio de los documentos. Las tres impactantes “presencias” de D. Joâo V se encuentran en la portería de S. Vicente de Fora, Lisboa, y en la Via Latina, obra de Claude de Laprade --el patio de la Universidad de Coimbra--, y presidiendo la célebre Biblioteca Joanina de la misma Universidad , por cierto, creación suya. José Fernandes Pereira pone en su artículo “Ornamento e geometría “ (en “Claro. Escuro” ) una clave para entender el estilo particular de la iglesia y palacio de Mafra. Así : “Mais classicizante que barroco“, así ha de entenderse toda la facha da de esta magna construcción joanina, y que significaba una ruptura con el barroquismo --la exageración-- del siglo anterior. Para combatir esto “seria necessário pensar a arquitectura en quanto estrutura de pensamento”. Quiérese decir, “ estructura demonstrável, sujeita ás leis do espírito, mais que o deleite dos sentidos “. La consecuencia es : “ a aplicaçâo da geometría, erigida em instrumento duma racionalidade “. Esta explicación requiere para su comprobación una visita atenta, agudamente perceptiva, un avivamiento del recuerdo fresco o la visión atenta de un documental riguroso.

Por dentro el palacio real de Mafra combina dos tipos de razones acerca de cómo están ocupadas sus numerosas estancias. Las destinadas a la vida familiar, lo que se podría llamar los aposentos privados, el mobiliario y la decoración están gobernados por la comodidad: sillones y sofás junto a hermosas chimeneas, así como largos pasillos poblados de trofeos de caza, y especialmente el salón de billar , para las amistades además, con veladores y mesas de juego con mullidas sillas. Igualmente las alcobas contienen camas suntuosas pero también acogedoras, preparadas para una intimidad en su época. Para un retiro del mundo temporal y reparador a las responsabilidades del cargo y del rango estos espacios del palacio han sido estudiados : su distribución y la colocación de los muebles, así como su estilo, nada tienen de espontáneo. Asistidos por numeroso y cualificado servicio los monarcas y sus familiares lo tenían fácil, en el sentido doméstico de la expresión. No tenían que dascargar esfuerzo alguno, que además les quitaría energía y voluntad para las decisiones políticas y los asuntos de Estado , que requerirían grave concentración y acierto, así también para emplear limpiamente sus facultades. Las estancias destinadas a la vida oficial--el orden, al edorno, la etiqueta y la ceremonia - -eran un tema más complejo. Así, el salón del trono, el comedor de gala y el salón de baile desde su sustuosidad exigían una solemnidad manejada por los cortesanos, los embajadores y la nobleza de la Corte, en una carrera incesante a un mayor prestigio del Reino.

A no olvidar tampoco la gran mata del parque, con sus vericuetos para el juego erótico, la entrega a la contemplación serena y deleitosa, remedio a los agobios de las responsabilidades de gobernar el Reino, y sin descartar pequeñas granjas para la cría de ciervos, jabalís y corzos, así como faisanes y aves hermosas traídas de Brasil...además del oro y el palosanto.

Ricos fueron los años de su reinado en los que a las artes se refiere. Brillaron las academias literarias, los certámenes poéticos, hubo la moda del traje nuevo con diseñadores regios, destacó la música profana y la ópera, así como el teatro religioso y la poesía, y la influencia de Roma--moderna entonces-- de la arquitectura se acercó aún más. Desaparecidos los hechos y las conductas queda la obra imponente e impactante del recinto de Mafra. Convengamos en una admiración unánime y volvamos a Mafra.

04 dic 2022 / 01:00
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