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Es urgente recuperar el respeto por nuestra democracia

Una buena parte de la ciudadanía es crítica con la calidad de nuestra democracia, sobre todo al compararla con tiempos de grandes hitos, como el periodo de Transición o la búsqueda de consensos en torno a la Constitución, los Pactos de la Moncloa o la propia configuración del Estado como monarquía constitucional.

Esa crítica se refiere casi siempre a la ausencia de estadistas, personas con visión de Estado que aceptan y respetan sus instituciones y les dan una dimensión superior

Hace unos días en el Senado de España tuve una sensación que solo puedo describir como vergüenza. Vergüenza al comprobar que la mayoría de la Cámara (incluido el Partido Socialista) votó a favor de despojar de trascendencia penal los “ultrajes a España” y las injurias contra la Corona. Soy un firme defensor de la libertad de expresión, pero lo que se ha votado no tiene que ver con eso, por mucho que nos quieran decir que sí. Nada que ver. Creo poder afirmar sin miedo a equivocarme que no existe , ni de lejos, una mayoría de españoles favorables a la despenalización de estos comportamientos

De esta forma , sin ese sustento popular , lo que se está haciendo es introducir cambios de calado que cambian los principios de nuestro Estado... de la mano de aquellos que, precisamente , quieren destruirlo, imponer una nueva forma de convivencia y, en último extremo, deshacer nuestra propia esencia democrática

Es decir, puedo entender que haya ciudadanos con esa opinión, pero no puedo entender que haya senadores, en este caso socialistas , que voten responsablemente en ese sentido sin darse cuenta que esa decisión socava el marco jurídico sustento de la misma cámara que nos permite representar a los ciudadanos

Si no se producen los cambios necesarios por los cauces adecuados, los representantes públicos estamos obligados a aceptar las reglas del juego y cumplir un juramento, o una promesa. Una aceptación y una promesa que llevan implícito el respeto al Estado y a sus instituciones. Que son las que son. La bandera es una representación del Estado y la Corona es la jefatura de ese Estado. No son conceptos abstractos ni personas. Son pactos aceptados por la mayoría y no derogados, escritos y con un valor objetivo. Es decir, que no se votaba sobre la trascendencia de quemar un trozo de tela o de insultar a una persona.

Las personas de Estado, los estadistas, no pueden refrendar actitudes que atenten contra ese Estado al que representan. Las personas de estado son conscientes de la trascendencia de la representación de ostentan. Y actúan con responsabilidad. Como han hecho el Partido Popular y el PSOE a lo largo de la historia de la Democracia y que el PSOE, inexplicablemente, esta dejando de hacer en los últimos años. ¿Es que habían estado equivocados hasta ese momento? A tenor del grado de consolidación de nuestra democracia en menos de medio siglo de historia, la respuesta es que no. Es ahora cuando se equivocan al traspasar esa línea. Pura y simplemente para mantenerse en el poder... Un “rato” más.

Tenemos una democracia moderna, con un modelo de monarquía constitucional que compartimos con los países más avanzados y con mayor bienestar del mundo, como Noruega, Canadá, Suecia... Y la tenemos, en parte, gracias a la actitud responsable de un responsabilidad política que todos debemos recuperar.

Es urgente

05 jun 2022 / 01:00
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