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Los libros del año del coronavirus

También han destacado en 2020, además del éxito de Irene Vallejo, las obras de Rafael Reig, Almudena Grandes, Ignacio Martínez de Pisón, Arriaga, Andrés Ibáñez, Nuria Barros, Gabi Martínez, Vicente Valero o Brenda Navarro.

2020 pasará a la historia como uno de esos años marcados por la tragedia. Pero la literatura, a pesar de que la industria cultural también ha sufrido mucho, sigue brillando ahí fuera. Aun a medio gas, libreros y editores, y por supuesto lectores, han mantenido la bandera de las letras muy alta: sin duda, una de las banderas más hermosas.

No sabemos si el confinamiento primero y las restricciones de movilidad después han mejorado los índices de lectura. Probablemente sí. Pero, de cualquier modo, la literatura siempre salva una parte importante de nuestras vidas. El año de Galdós (y por él, y por otras razones, también de Pardo Bazán), el año de Nós, la gran generación gallega, ha sido así: uno de los más extraños que hemos conocido. Y es seguro que, a pesar de la cercanía de la vacuna, nos esperan todavía meses difíciles. Mientras tanto, sigamos inyectándonos esta otra vacuna segura y protectora como pocas: la de la cultura.

El año Galdós, nuestro gran representante del realismo, el gran novelista de la Historia, quedó un poco desdibujado. Pero no mucho, porque desdibujar a don Benito no es algo que pueda conseguirse fácilmente. Sí: Galdós ha estado presente de muchas formas, también con reediciones y con nuevos trabajos sobre él. Hay que regresar a los ‘Episodios Nacionales’. Y también a lo demás. Indirectamente, por sus amoríos, y sus aparecidas cartas, Pardo Bazán volvió también a primera línea de la actualidad: lo merece por su grandeza literaria y por lo mucho que aún le debemos. El Pazo de Meirás, también de actualidad, ha traído el resto del oleaje de doña Emilia, que se suma así al océano, no sólo canario, sino universal, de Benito Pérez Galdós.

Y, por supuesto, hay otros muchos nombres. Me dejo sin duda algunos, como siempre me ocurre. No me levantaré ahora a mirarlos, como decía Umbral, al que también recordamos en el año de su documental (‘Anatomía de un dandy’). Me viene a la memoria un gran amigo y excelente novelista: Luis Mateo Díez. He vuelto a leer ‘La fuente de la edad’, emoción, ironía, humor, luces y tinieblas en una ciudad de provincias. Luis Mateo Díez acaba de ser galardonado con el Premio de las Letras Españolas 2020.

Y el gran Francisco Brines ha ganado el Cervantes. La industria se vuelca en el poeta valenciano, con 88 años brinda el autor desde su tierra. Aurora Luque lo llamó “uno de los grandes poetas mediterráneos de todos los tiempos”. Y añade, no se me despisten: “al lado de Calímaco, de Riba, de Cavafis, de Leopardi, de Mimnermo, de Elitis, de Safo”. Con eso está dicho casi todo. El resto es leerlo. El resto es silencio. En su griega y oceánica tarde azul. Conviene acercarse, por ejemplo, a ‘Selección propia’ (Cátedra). Y, desde luego, a la publicada por Galaxia Gutenberg, ‘Todos los rostros del pasado’.

En esa línea de los clásicos, hace meses que reverdece en mí la escritura de Irene Vallejo. Repentino y feraz descubrimiento, estallido en la República de las letras, ella apareció con ‘El infinito en un junco’ (Siruela) como una revelación, como una larga oración por los libros. Es difícil componer un texto tan perfecto, tan necesario, tan cálido, tan entusiasta. No es un libro de 2020, pero muchos de aquellos con quienes hablé estos días me aseguraron que, y no sólo por el Premio Nacional de ensayo, esta hermosa y muy detallada historia de la cultura impresa debe figurar también como libro representativo del año en curso.

Esa pasión por los clásicos, de los que estamos tan necesitados, en medio de tanta confusión contemporánea, es la que rezuma también Marcos Chicot. Su última y larguísima novela (“cuatro años escribiendo casi sin parar”), ‘El asesinato de Platón’ (Planeta), nos retrotrae al siglo IV antes de C, y supone una continuación de otros trabajos suyos también muy importantes en torno a Pitágoras y Sócrates. He aquí otro gran humanista, que transmite esa gran pasión cuando habla. El suyo me pareció uno de los libros más interesantes y necesarios del año.

Uno de los mejores libros 2020 ha sido también uno de los últimos. ‘Simón’, de Miqui Otero (Blackie Books) sorprende con su rotunda portada anaranjada. Y con su estupenda historia. Miqui Otero ya no es un recién llegado y en esta novela da el golpe, es lo mejor que ha hecho. Se diría que escribe con una facilidad sorprendente, pero creo que lo que pasa es que recuerda muy bien las atmósferas vividas. Casi quinientas páginas de trasiego urbano en una Barcelona que va de los Juegos Olímpicos hasta el Procès, una lección de filosofía urgente, de vida por los dieciséis costados. Y esa mezcla del dolor y el humor, de lo que es frágil y de lo que es duro como el diamante. Un placer leer, en este declinar de diciembre, esta historia que celebra la novela picaresca, que conmueve y divierte a la manera de Marsé y Mendoza, en la que el tiempo es ese gran escultor.

Los relatos cortos siempre están ahí. El caso es que, también a última hora del año, han brillado con luz propia los ‘Cuentos’ de Carlos Castán (Páginas de Espuma). Imprescindible, para entender la tradición del cuento en España, y con permisos muy especiales, como Cortázar, José María Merino, Antonio Pereira, y así. Este es un gran libro que Castán presenta con modestia y en voz baja, pero debe hacerse con letras mayúsculas. Porque es un libro mayúsculo. Todos estos cuentos retornan ahora con ese doble filo que siempre nos presenta el cuchillo de la memoria. Como dice también el autor en el prólogo, citando a Sefaris: “allá donde toques, la memoria duele”.

Y, ya puesto, déjeme recordarles que hay otro volumen ahí que merece mucho la atención. También en Páginas de Espuma, ese viaje al cuento latinoamericano. ‘Vindictas’ reúne cuentos de diversas mujeres que reescriben el canon, brillante sí, pero casi exclusivamente masculino. Nos ponen en la pista de una literatura no suficientemente conocida, pues, en efecto, este libro “es un camino a seguir”. Bellamente editado, ‘Vindictas’ es un goce y un descubrimiento, bajo la mirada de Socorro Venegas y Juan Casamayor. Emprendamos ya ese camino.

Y no dejaré esta senda sin mencionar esta historia de historias, este tiempo de tiempos, que es ‘Basilisco’, la catedral literaria de Jon Bilbao (Impedimenta). Pónganse a ello si no se han puesto ya, porque este es un festival literario, un galopar sin freno, de la mano de uno de los grandes autores contemporáneos de relatos. Lo nimio y lo extravagante, lo clásico y lo popular, en manos de un buen conocedor de Estados Unidos, a lo que se ve, y, desde luego, del ‘western’. Aquí, ese ‘western’ llamado crepuscular es el espejo en el que se mira el tiempo presente y la vida que tenemos.

Soy un gran seguidor de Ignacio Martínez de Pisón, y creo que me gusta todo lo que escribe. Como me gusta todo lo que escribe Mendoza, y Muñoz Molina, y por ahí. Creo que ‘Fuera de temporada’ (Seix Barral) es también una novela fundamental en este año que termina. El día en que lo entrevisté (por esta novela) escribí: “Martínez de Pisón narra con gran maestría la composición química de las conexiones profundas que enlazan a padres e hijos, a amigos y amantes, esa estructura delicada y compleja que salta de una generación a otra, que nos coloca a veces ante la Historia. Pero las conexiones persisten bajo la piel del tiempo, lazos rojos que unen momentos viajando a través de la memoria, desentrañando lo oculto, historias que encuentran todo su significado años después de permanecer dormidas bajo la superficie de los días”.

He encontrado en ‘El arte de perderse’, de Rebecca Solnit (Capitan Swing) uno de los libros más fascinantes y reveladores del año. Un libro muy especial. Y déjenme hacer un guiño breve al gran ejercicio literario que despliega Andrés Ibáñez en ‘Nunca preguntes su nombre a un pájaro’ (Galaxia Gutenberg), la historia de un escritor envuelto en una crisis personal, una novela llena de emociones, que nos introduce en el horror de la obsesión. Para mí es también uno de los libros fundamentales de 2020.

Con sus componentes históricos y su viaje a través de las piedras y los caminos, me ha entretenido mucho ‘Aquitania’, el Planeta de este año, muy relacionado con Compostela, de Sáenz de Urturi. También el excelente Guastavino de Javier Moro, ‘A prueba de fuego’ (Planeta) y el de Andrés Barba, ‘Vida de Guastavino y Guastavino’ (Anagrama). Y, sobre todo para los gallegos, la novela de San Estevo de Ribas de Sil, ‘El bosque de los cuatro vientos’ (Destino), que ha compuesto María Oruña, con su facilidad para orquestar enigmas en escenarios históricos muy concretos.

LOS DIEZ LIBROS DEL AÑO PARA JAVIER PINTOR (Formador, agente y divulgador cultural, A Coruña)(no necesariamente por este orden)

1. Todo arde, Nuria Barros (Alfaguara). Ya había leído ‘Ocho centímetros’ en Páginas de Espuma y ese es un libro que tiene relación con este. Es un libro en la frontera del amor y el dolor. O el abismo. Me gustan los libros con esas caídas que de vez en cuando desprenden una luz. Asistimos a ese descubrimiento de un ‘poblado de la droga’, una historia descarnada, en la que no sabes muy bien dónde están los demonios.

2. Pequeñas mujeres rojas, Marta Sanz (Anagrama). Su característica principal es que exige un lector muy avezado y formado. Involucrado. Sanz también es politemática, toda la actualidad suele desplegarse en sus libros de una u otra manera. Se presenta como el tercer libro del poco convencional detective Arturo Zarco, aunque es su mujer, de la que está separado, la que protagoniza esta novela. Ella se ha ido a desenterrar fosas de la guerra civil a una zona rural y en un hostal descubrirá un mundo extraño, gentes y voces que nos acompañan, y a veces escenas duras y violentas. Un novelón.

3. Casas y tumbas, Bernardo Atxaga (Alfaguara). Es un libro maravilloso, porque Atxaga siempre lo es. Un icono literario vasco, como aquí en Galicia Manolo Rivas. Esta novela describe muy bien un periodo histórico, el del inicio de los años 80. La amistad, lo secreto, lo inexorable del paso del tiempo.

4. Amor intempestivo, Rafael Reig (Tusquets). Esta novela es una gran evocación de la generación de los años 60. Una narración descreída, conmovedora, sobre la falsa vida del artista, sobre volverse muy terrenal tras los años jóvenes en los que todos se creían héroes y genios.

5. Salvar el fuego, Guillermo Arriaga (Alfaguara). El Premio Alfaguara de este año está muy bien. La historia va del amor a la ferocidad, mezcla dos extremos de la sociedad mexicana, un personaje de abajo, un homicida condenado a muchos años de cárcel, con una coreógrafa, que está en las antípodas. Es un poderoso descenso hacia el fuego.

6. Basilisco, Jon Bilbao (Impedimenta). Gran libro, sin duda. Bilbao es un estilista diferente a todos, con gran experiencia como traductor. Sus influencias, como el Hernán Díaz de ‘A lo lejos’, que tradujo, nos preparan para este cóctel aderezado con la estética del western y sus circunstancias. Magnífico.

7. La madre de Frankenstein, Almudena Grandes (Tusquets). Para mí, Almudena nunca defrauda. Qué mejor que leerla en el año Galdós, porque lo suyo, en cierto modo, son unos Episodios Nacionales. Esta es la quinta entrega de los Episodios de una guerra interminable, con el protagonismo de la ferrolana Aurora Rodríguez Carballeira, la parricida que “quiso crear una hija perfecta”, cuya historia ha sido tratada en otras ocasiones (‘Mi hija Hildegart’, de Fernán Gómez, por ejemplo).

8. Rewind, Juan Tallón (Anagrama). Muchos la consideran también una de las novelas del año. Crea unos personajes inolvidables a través de ese suceso terrible, la explosión de una bomba en Francia, en un piso de estudiantes. A través de un personaje que sobrevive reconstruimos la historia. Es un gran retrato íntimo del duelo.

9. Hijos del carbón, Noemí Sabugal (Alfaguara). Un libro que recomiendo porque dibuja muy bien el final de la minería, algo que Noemí conoce bien, como escritora berciana. Creo que es una revisión de toda la historia de España a través del carbón. Entronca mucho con la literatura leonesa, tan prolífica.

10. Un cambio de verdad, Gabi Martínez (Seix Barral). Uno de los mejores ejemplos del año de la llamada ‘literatura de la naturaleza’, cada vez más en auge. Activismo ecológico en la Siberia extremeña, y la recuperación de la ancestral profesión de los pastores.

Otros, de añadidura: creo que habría muchos que se podrían añadir aquí, o que podrían estar entre los diez anteriores. Desde luego, ‘Fuera de temporada’, de Martínez de Pisón (Seix Barral), el cada vez más popular ‘Simón’, la mejor novela con diferencia de Miqui Otero (Blackie Books), los cuentos de Mónica Ojeda (Páginas de Espuma), el premio Tigre Juan de Brenda Navarro, que es un relato duro de la maternidad, ‘Tiza Roja’, de Isaac Rosa (Seix Barral), que alumbra verdades incómodas de nuestros días, por supuesto el gran Padura, ‘Como polvo en el viento’ (Tusquets), Don De Lillo con ‘El silencio’, en Seix Barral, que siempre está ahí, Alejandro Zambra y su ‘Poeta chileno’, donde brilla el poder salvador de las palabras, o las imprescindibles ‘Cien Noches’, de Luis G. Martín (Anagrama).

LOS DIEZ LIBROS DEL AÑO PARA MERCEDES CORBILLÓN (Librería Cronopios, Santiago, Pontevedra) (no necesariamente por este orden)

1. Nuestra parte de Noche, Mariana Enríquez (Anagrama). ‘Nuestra parte de la noche’ fue el premio Herralde 2019 y a los que no lo hemos leído este año quizás debemos ponérnoslo como lectura obligatoria. Cuanto antes.

2. Rewind, Juan Tallón (Anagrama). Ha sido su debut en Anagrama y con el que ha alcanzado un buen número de lectores, quizás porque tiene lo mejor de su estilo y al mismo tiempo es siempre original y porque su historia habla de la fragilidad de la vida, algo que hemos descubierto todos de pronto.

3. Seré feliz mañana, Xacobe Pato (Espasa). Más allá de cualquier subjetividad, cualquiera que lo lea podrá estar de acuerdo conmigo en que es una voz joven con un enorme bagaje de lecturas y una mirada fresca y llena de literatura sobre las cosas, esa mirada que sólo tienen los que poseen talento y encanto. Además, este libro consigue atraer desde el mundo de las redes a un montón de lectores hacia el mundo del papel.

4. Las brujas, Celso Castro (Destino). Otro autor gallego que vuelve a regalarnos ese universo propio y esa voz tan tremendamente original, que no se parece a la de nadie, así que a mi lista también van Las Brujas.

5. La vida mentirosa de los adultos. Elena Ferrante (Lumen). Con este libro he vuelto a sentir el placer lector que me provocó la tetralogía de ‘La amiga estupenda (Dos amigas)’.

6. Hablaré aquí de dos libros relacionados. ‘Despojos’, de Rachel Cusk (Libros del Asteroide). Disfruté mucho con este libro, donde se disecciona un divorcio, y con la deliciosa novela de Tessa Hadley, ‘Lo que queda de luz’, en (Sexto Piso), una historia sobre los inestables cimientos que esconden las parejas.

7. Simón, Miqui Otero (Blackie Books). Un gran e inolvidable personaje que nos ha dejado el año es Simón. Quizás a Miqui Otero se le nota su infancia gallega, aunque sólo sea en calidad de veraneante, a la hora de contar, y esta historia de quijotes es divertida, llena de ternura.

8. Basilisco, Jon Bilbao (Impedimenta). Me ha gustado muchísimo. Sobre todo la parte de western en la que es capaz de trasladarte de una manera casi física a ese escenario. Estupenda.

9. El infinito en un junco, Irene Vallejo (Siruela). Imprescindible, aunque se editó a finales de 2019. Una gran sorpresa, un auténtico regalo para los letraheridos.

10. Vindictas, Varias autoras, (Páginas de Espuma). Hay que festejar la labor con el cuento de editoriales como Páginas de Espuma. ‘Vindictas’ fue publicado con la idea de que quizás no habíamos leído el mejor cuento latinoamericano porque lo había escrito una mujer. Quizás es el momento.

Otros, de añadidura:

Celebré el Nobel a la poeta Louise Glück, que conocía gracias a nuestras poetas Dores Tembrás y Antía Otero, que son ambas un faro luminoso para mis lecturas, y este año se publicó ‘Una vida de pueblo’, en Pretextos, pero todo en ella es aprovechable. Al parecer, no podemos comprar sus libros en castellano por los recientes litigios. (Será publicada por Visor). No quiero olvidarme de ‘Como polvo en el viento’, de Padura.

Publicaciones especiales:

De Blackie Books hay una edición de ‘La Odisea’ traducida desde el inglés y que será un gran regalo. Y hablando de libros bonitos ahí están las ‘Historias De Mentes’, en Bululú, con ilustraciones de Javier Zabala, premio Nacional, y los inquietantes relatos de Arantza Portabales. O la edición de Nórdica de la poesía de Sylvia Plath.

LOS DIEZ LIBROS DEL AÑO PARA ESTHER GÓMEZ (Librería Moito Conto, A Coruña).

1. Nuestra parte de Noche, Mariana Enríquez (Anagrama). Fue publicado en noviembre de 2019, pero considero que es el mejor libro del 2020. Una novela oscura en la que nos encontramos con el mal de frente, con la perversidad de las sociedades secretas a través de la huida de Juan y su pequeño hijo Gaspar viajando por Argentina en un momento muy comprometido políticamente.

2.. El infinito en un junco, Irene Vallejo. (Siruela). También de finales del 2019, creo que es merecedor de aparecer como uno de los grandes libros de 2020. Teniendo en cuenta que hemos estado dos meses confinados, estos libros son considerados publicaciones de este año literario. ‘El infinito en un junco’ tiene todos los méritos por reunir en torno a un ensayo a tantos lectores que nunca leían ensayo.

3. Rewind, Juan Tallón. (Anagrama). ‘Rewind’ nos hace sentir que la vida cambia en dos minutos. La historia de los cinco jóvenes que sufren una explosión un viernes de mayo en su piso de Erasmus en Lyon y la onda expansiva de este suceso en las emociones de los afectados llega al público y se recomienda de unos a otros.

4. Casas vacías, Brenda Navarro (Sexto Piso). La primera novela de la autora mexicana Brenda Navarro cuenta la historia de dos mujeres jóvenes de vidas y condiciones sociales muy diferentes en el México de los desaparecidos. La primera pierde a su hijo en el parque y la segunda secuestra un niño para calmar su ardiente deseo de ser madre a cualquier precio. Dos voces en dos personajes inolvidables.

5. Basilisco, Jon Bilbao (Impedimenta). La voz personal y el estilo de Jon Bilbao me han hecho pasar tiempo lector de mucho disfrute. El personaje de Basilisco es literatura pura, un trampero huraño y violento que nos conduce en una expedición paleontológica en territorio mormón, durante la fiebre del oro americana. Alta calidad narrativa.

6. Simón, Miqui Otero (Blackie books). El personaje de Simón al que conocemos con ocho años en una Barcelona explosiva de Olimpiadas y que acompañamos hasta el 2017, vive condicionado por la desaparición de su primo Rico, que marca su infancia con sus propios códigos de comunicación y crecimiento. Miqui escribe una novela con varias historias que se cruzan.

7. Como polvo en el viento, Eduardo Padura (Tusquets). Otra novela que contiene muchas novelas dentro de ella es el último libro de Padura, una crónica de los años más comprometidos de Cuba, un homenaje a la amistad, escrita con la brillantez que Padura nos tiene acostumbrados.

8. Un amor, Sara Mesa (Anagrama). Siempre son esperadas las novelas de Sara Mesa por un público fiel. ‘Un amor’ cuenta la historia de una mujer joven que se traslada a uno de esos pueblos de la España despoblada para realizar su trabajo de traductora editorial. Desde su casero hasta el resto del vecindario van creando una especie de comunidad desagradable en la que le cuesta buscar la serenidad que buscaba. Una novela corta en la que la novelista consigue transmitir esa presión de los pueblos con sus silencios y sus vigilancias.

9. Enfermos antiguos, Vicente Valero (Periférica). Tenía entre mis pendientes conocer la escritura de Valero y me encantó. Volver a la niñez y conducir al lector por un costumbrismo de una Ibiza tranquila y sin desarrollo turístico. Las visitas a los enfermos pueblan la memoria de un personaje desde niño, los médicos de aquellos momentos, lo que tenía de costumbre y relación social la enfermedad en cuanto a visitas y conversaciones.

10. Los chicos de Nickel, Colson Huitehead (Lit. Random House). Un libro magnífico basado en historias reales que nos enfrenta a la brutalidad con eldestino marcado. El racismo, la violencia, la crueldad más absoluta. Un libro que te pone los pelos de punta.

Otros, de añadidura: ‘Cien Noches’, Luisgé Martín (Anagrama), ‘Otoño’ de Ali Smith (Nórdica Editorial), ‘Todo en Vano’, de Walter Kempowski (Libros del asteroide) y ‘Bandido’, de Itamar Orlev (Acantilado). La poesía de Glück. Por supuesto, ‘El olor del Bosque’, un novelón publicado por Errata naturae y Periférica conjuntamente.

En relato, mis favoritos del año son ‘El niño que comía lana’, de Cristina Sánchez Andrade en Anagrama y ‘La Claridad’ de Marcelo Luján en Páginas de Espuma. Mis ensayos favoritos son ‘Sontag, Vida y Obra’, de BenjaminMoser (Anagrama), ‘Una guía sobre elarte de perderse’ de Rebeca Solnit (Capitán Swing). Y la autobiografía de Woody Allen, ‘A propósito de nada (Alianza Editorial).

Grandes publicaciones (tres recomendaciones)

El pack de las obras del gran Chaves Nogales en Asteroide, ‘The París Review’ (Acantilado), ‘La odisea’ y ‘El libro de Gianni Rodari’(Blackie Books).

27 dic 2020 / 00:00
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