Los sanitarios cortaron las orejas y el rabo

las batas blancas, las mascarillas que llegaron a escasear, los guantes, la vocación, la sonrisa ante el coronavirus acaban de ser premiados.

Los sanitarios españoles: enfermeras, médicos auxiliares han sido galardonados con un merecido premio Príncipe de Asturias, pedido con palmas a las ocho de cada tarde en un movimiento social de unión ante la incertidumbre.

Conozco a dos enfermeras, que son grandes profesionales. Trabajan con estrés, acaban agotadas y siempre tienen una sonrisa para los enfermos. Su labor, además, no está exenta de mucha responsabilidad y su horario a turnos es un rompepiernas.

Estas dos enfermeras están solteras y dedican su vida a procurar dar salud a los demás; bueno tienen familia y momentos necesarios para ellas. Una se burlaba de la soltería parafraseando a su madre: “Te pagué los mejores colegios, te inscribí en los centros de sociedad de Lugo y, nada, eliges estar sola”.

Nunca los lucenses habían salido a los balcones a dar palmas de aliento a los sanitarios, muchas veces hasta vilipendiados.

Además de dibujos de niños, la mayoría con el arco iris, con mensajes de optimismo se ven a cientos en las ventanas. Me recuerda al niño mestizo de la película ‘Australia’, con Nicole Kidman. El niño decía, en un guión con realismo mágico: “Yo canto para que tu vengas” y la letra hablaba de rainbows o arcos da vella.

El covid 19 nos puso contra las cuerdas y nos desnudó en toda la vulnerabilidad del ser humano. El virus deja un mensaje de disfrute de la vida, el tópico del “colige, virgo, rosas”, coge oh doncella la juventud.

Orgullosos como estamos de nuestra sanidad, hemos de recordar esas palmas y lo que significan siempre. Si no será un gesto de cara a la galería en un momento de miedo. Los sanitarios cortaron las dos orejas y el rabo. Saldrán a hombros de la plaza del Lucus Augusti, aunque alguno ya no volverá.