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Ramana Maharshi, el sabio de Arunchala

Considerado uno de los sabios más importantes del siglo XX, Bhagavan Sri Ramana Maharshi reveló la vía directa de la auto-indagación y despertó a la humanidad al inmenso poder espiritual de la sagrada Colina Arunachala, el centro espiritual del mundo, donde lo visitaron miles de personas, tanto de Oriente como de Occidente.

En el Estado de Tamil Nadu a 170 kilómetros de Madrás actual Chennai encontramos un lugar, Tiruvannamalai. Allí según sus biógrafos y muchos de sus discípulos en un pequeño pueblo del Sur de la India llamado, Tiruchuzhi nació Sri Ramana Maharashi (1879-1950) Sus padre, Sundaram Aiyar y su madre, Alagammal, le pusieron el nombre de Venkataraman y una de sus primeras lecturas fue el Periyaparanam de Sekkilar, una especie de hagiografía de sesenta y tres santos tamiles que un vecino había prestado a su tío. Despertó en él un cierto interés por lo religioso que hasta ese momento desconocía. Uno de sus muchos discípulos decidió cambiarle el nombre por Bhagavan Sri Ramana Maharshi.

Según sus palabras atravesó una simulación de experiencia de muerte siendo consciente que su verdadera naturaleza era algo imperecedero y que no tenía nada que ver con su mente; su cuerpo o su personalidad: «Este cuerpo está muerto, se transportado al campo crematorio para ser quemado y reducido a cenizas, pero con la muerte de este cuerpo, ¿muero yo realmente?,¿este cuerpo soy yo?, Mientras está silencioso e inerte, siento la fuerza de mi personalidad como algo distinto a él e incluso la palabra ‘yo’ en el fondo de mi ser, como algo distinto a este cuerpo, por lo que yo soy un espíritu que trasciende al cuerpo, el cuerpo material muere pero el espíritu no puede ser tocado por la muerte, soy un espíritu inmortal» Sri Ramana Maharshi «Fue un milagro de luz que se extravió en este mundo de brutales insatisfacciones» explica Ernesto Ballesteros Doctor en Filosofía por la Universidad de Madrid y Catedrático de la Escuela Universitaria de Cuenca quien vivió durante un cierto periodo de tiempo cercano a las enseñanzas de Maharshi y según sus palabras «En el verano de 1993 tuve ocasión de visitar el ashram de Maharshi en Tiruvannmalai» Dando así lugar a varias obras. Y afirma: « fue un personaje que desde su juventud se negó a ser simplemente un hombre»

En torno a la figura de Ramana Maharshi se creó el Ramanashram; en lo esencial pese al tiempo transcurrido el lugar sigue igual vemos ante nuestros ojos monos, perros y hermosos pavos reales que parecen sentir su presencia y siguen viviendo con él pese a que su cuerpo físico ya no está. «No soy este cuerpo, no soy está mente, no soy está respiración: ¿quien soy yo» solía decir. Se le consideró durante mucho tiempo- según nos cuentan las distintas personas con las que hablamos el sabio más respetado y famoso de la India . Uno de ellos fue Mahendra Tevar que no solo tradujo dos obras con las principales enseñanzas de Sri Ramana Maharshi sino que en un libro biográfico apunta de alguna manera como llegó a conocer su enseñanza «¡Levántate y Ruge. Un viaje al Amancer de la Conciencia» Según sus palabras «A veces, hasta el sendero que recorremos, llegan ecos de otras vidas, como un dedo que nos indica el norte y nos señala caminos apuntando - como señala en su obra- a grandes maestros como es el caso de Sri Ramana Maharshi que en todo momento apuntan al depertar espiritual» Podían sus visitantes acceder a él las veinticuatro horas del día ya que dormía y comía en una sala de uso común; contando como únicas posesiones con un taparrabos, un cazo para el agua y un bastón. Sulaiman Samuel Cohen fue uno de sus visitantes de raza judía e iraqui de nacimiento trabajando en Bombay durante su juventud se acercó a la obra por emplear un termino coloquial de Maharshi estableciendose con él durante catorce años.

Vivió en Tiruvannálai algunos años tras la muerte del Mahanirvana de Maharshi muriendo en mayo de 1980 y dejando sus experiencias bajo el título de «Guru Ramana» Tenía un interés por mantener el trato igualitario el cual concernía también a los distintos árboles de la zona; animando a sus seguidores a que no arrancaran, ni las flores, e intentaba asegurarse que cuando estos escogieran la fruta de los mismos estos sufrieran lo menos posible. Al preguntarle: ¿existe la conciencia? solía decir que es lo único que existe. Y si dicha afirmación era recibida con escepticismo, decía que la «percepción de dicha verdad se veía oscurecida por aquellas ideas con las que la mente se constriñe a sí misma y que una vez abandonada la realidad de la conciencia se revela por sí misma».

Acerca de su infancia el propio Maharshi escribió: «Los muchachos no se atrevían a golpearme cuando estaba despierto, pero si me tenían inquina, venían cuando me sabían dormido, me llevaban a otro lugar y me daban una paliza, y luego me volvían a meter en la cama y no me enteraba de nada a no ser que me lo dijeran a la mañana siguiente» En la India existen unos «métodos» denominados margas, caminos y dentro de ellos tres tipos de iniciación: por el toque, por la mirada y por el silencio. Un discípulo lo describe así: «De pronto Bhagavan volvió sobre mí sus voluminosos y transparentes ojos. Cuanto tiempo... Lo ignoro. Me mantenían en una suerte de vibración que era distintamente audible» Desde Carl Gustav Jung, hasta Frank H. Humpheys, uno de los primeros discípulos occidentales de Maharshi han sido muchas las personas que han admirado a Ramana Maharshi y fruto de ello son los distintos trabajos que han realizado basándose en sus enseñanzas. Zimmer describe así su encuentro: «Al llegar a la caverna nos sentamos a sus pies y no dijimos nada. Permanecimos sentados durante largo rato y me senti elevado por encima de mi mismo.

Es extraordinario el cambio que se produce en una persona por el mero hecho de haber estado en su presencia» O el fraile benedictino Henri Le Saux visitó la montaña en 1948 y se quedó viviendo en sus cuevas durante cinco años y fruto de su experiencia fue, “El Secreto de Arunachala” En aquel momento se manejaban informaciones de que el Mahatma Gandhi había mandado allí a varios de sus colaboradores y al primer Presidente de la India Rajendra Prasad le dijo: “Si quieres tener paz, ve al Ramanashran y permanece unos días en presencia de Ramana Maharshi No hace falta que hables ni que hagas preguntas” Así como los escritores Paul Brunton y Arthur Osborne que en sus obras actualmente convertidas en clásicos, «La India Secreta» y «El Sendero del auto-conocimiento» dieron a conocer a este sabio hindú a los distintos lectores occidentales. Swami Satyananda Saraswati es un español que en 1976 conoce a Swami Muktananda Paramahansa (1908-1982) quien lo inicia en el camino de la meditación y recibe los votos como renunciante de la orden de Sri Shankara.

Cuando a la muerte de su maestro dejó el ashram cerca de Bombay y comenzó a vagar por los distintos Lugares Sagrados de La India. «A Tiruvannamalai llegué en 1983 y durante veinticinco años estuve viviendo a sus pies. Arunachala, la sagrada montaña del Sur de la India me ‘aprisionó’ y ya no me pude ir. Fui sintiendo primero un amor que crecía dentro de mí y luego claramente la enseñanza que cada día me llegaba de la montaña. En ese momento tuve la idea de ir a Benarés a estudiar sánscrito pero lo dejé todo y regresé»

Este sabio nunca se separó ni viajó lejos de este lugar... «Lo que llamamos Realidad es una construcción mental (vikalpa) y no la Realidad misma. El Vedanta cree posible el Conocimiento inmediato de lo Real sin mediación de la mente como instrumento o forma de conocimiento» sostenía. A comienzos de 1949 le salió un pequeño nódulo bajo el codo izquierdo. No parecía grave pero el médico del ashram se lo extirpó. Al poco tiempo se reprodujo y se planteó la evidencia de un tumor canceroso.

Los médicos surgieron la posibilidad de amputar el brazo pero Bhagavan se negó a la amputación diciendo: «El cuerpo en sí es una enfermedad; dejemos que tenga su fin natural. ¿Por qué mutilarlo? Sería suficiente vendar la parte externa» El día de su muerte, a la puesta del Sol, Bhagavan pidió que lo sentaran sobre el lecho y rechazó el oxígeno que los médicos querían aplicarle. Minutos después oía el cántico de Arunachala Shiva que algunos devotos entonaban en el Templo. Su cuerpo reposa en el Sri Ramanalinga Murti, un Templo modesto que se edificó en la sala donde había estado tantos años recibiendo a sus devotos. Y fueron algunos, como el fotógrafo Henri Cartier Bresson y su buen karma fotográfico los que pudieron ver, «una esfera de luz como una estrella que, atravesando el cielo, caía sobre la cima del monte Arunachala a las 8:47 hora en que Ramana dejaba su cuerpo definitivamente.

En la mirada de Maharashi se percibía- según los testigos-, la mirada del Vacío, ahora un Vacío lleno de bondad» Hacemos nuestra una pregunta que una americana le hizo: Ahora me voy a marchar y ya nunca más podré verle y dijo él: «No se preocupe por qué yo siempre estaré con usted. Es imposible que yo no esté sin usted; si somos Conciencia» Ramana Maharshi decía que los hindúes consideran a Arunachala una manifestación del Dios Shiva y suelen decir que: «ver Chindabaram, nacer en Tiruvarur, morir en Benarés o pensar en Arunachala es garantía de una próxima liberación» Arunachala en sánscrito significa: “montaña roja” o “montaña de luz” y su historia está plagada de leyendas míticas.

Se piensa que junto al monte Meru, las pirámides de Egipto, o Machu Pichu es uno de los ejes sagrados de la Tierra. Para Ramana Maharshi el escoger Arunachala no fue fruto del azar- según sus propias palabras había asociado dicho nombre a Dios y para él fue toda una revelación cuando descubrió que no se trataba de una esfera celestial sino de un lugar que existía en la Tierra. Domingo y Montse son dos catalanes que han quedado impactados por la montaña. “Aunque hemos estado en muchos sitios, conocemos Marruecos y otros lugares –-, todos los años tenemos que venir a este lugar. El silencio y el poder bajar y subir de la montaña es una experiencia excepcional. Aquí la vida es muy barata pero lo que nos sucede no podemos explicarlo con palabras. Dejamos nuestra ropa en la maleta y cuando entramos en India todo cambia» Al llegar arriba otro matrimonio está vez canario también se encuentra fascinado por la montaña y no es extrañar...

Desde aquí contemplaba Ramana Maharshi toda la ciudad. «Nosotros hemos estado una semana, y durante ese tiempo no hemos comido, ni dormido y uno de los santones que nos encontramos nos puso su mano en nuestros ojos y lo curioso es que no hemos tenido constancia del tiempo» a lo que añaden: «Ramana Maharshi es el prototipo de una persona que no piensa, sino que contempla y un contemplativo no suele pensar».

Fue el 1 de Septiembre de 1896, cuando Ramana Maharshi dirigió sus pasos hacia este lugar y aquí abrazó el lingam y expresó una gran emoción. Al salir del recinto le propusieron que se afeitara la cabeza al estilo de los renunciantes. Lo hizo y arrojó a las aguas del estanque sagrado de Aiyankulam el dinero que le quedaba y después tiró el cordón sagrado – signo de su casta- y se marchó a meditar entre las columnas de Arunachaleshavara sumiéndose, en un estado de profundo samadhi (absorción en la Divinidad) «Algunos biógrafos consideran que está profunda penitencia fue la que le permitió alcanzar el Conocimiento Supremo aunque el propio Maharshi repetía que la estancia en el Templo de Arunachaleshvara ‘no añadió ni restó nada’ y no a causa de su samadhi, sino a consecuencia del mismo» afirma Ballesteros. Cuenta la leyenda que Shiva se apareció como una columna de fuego en el monte de Arunachala de Tiruvannamalai y así dió origen al símbolo del lingam. Cada Luna Llena de Noviembre-Diciembre el Festival Karthikai Deepam, uno de los más antiguos del país conmemora esta leyenda en toda la India pero con especial relevancia en Tiruvannamalai. Una mecha de 30 m sumergida en 2000 de ghee arde en lo alto del monte de Arunachala durante días. En las casas se encienden lámparas en honor de Shiva y su ardiente lingam. El fuego simboliza la luz divina que vence a la oscuridad y al mal. En la época del festival, hasta un millón de personas llegan a Tiruvannamalai para ascender al monte o rodear la base (14 km) En la subida los peldaños pronto dan paso a rocas irregulares e inestables. No hay sombra y el Sol es implacable. Además el camino se debe de hacer descalzo en señal de respeto a la Divinidad. Según Hernán Ruiz Bonet «Hoy, casi 60 años después de su muerte, su mensaje sigue transformando las vidas de todos aquellos que tienen la singular fortuna de tropezarse con su belleza» .

06 jun 2021 / 01:00
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