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Relaciones recíprocas entre el cine y la literatura

diálogo.

La polémica entre la literatura, concebida como un arte, y el cine, calificado de espectáculo, es igual de antigua que la primera adaptación realizada en cine, es decir, igual de vieja que el propio cine. La lista infinita de obras literarias adaptada por el cine, algunas reiteradamente, da testimonio de la atracción que el mundo de la literatura ha ejercido como fuente de inspiración o de juego cinematográfico. Los estudios iniciales de esta relación se centraron sobre todo en la fidelidad de las adaptaciones, valoradas casi siempre según el grado de proximidad al texto, implícitamente estableciendo una jerarquía entre ambos medios, en la que la superioridad se adjudica al texto-origen, la fuente literaria, con la cual se comparaba la versión fílmica.

El análisis cinematográfico rechazó muy pronto esta jerarquía y argumentó la especificidad de autonomía del medio, cuya valoración debía hacerse de modo independiente y con sus propios criterios estéticos y técnicos. Estas dos posiciones siguen presentes en algunos análisis actuales, pero han perdido fuerza en favor de preguntas más productivas sobre la relación entre ambos medios, y sobre todo, en favor de estudios específicos que desentrañen la naturaleza de esa intersección en ejemplos cinematográficos concretos.

INFLUENCIA DEL CINE EN LA LITERATURA. Diversos autores señalan unas razones que promovieron la necesidad de adaptar la literatura al cine: la urgencia de historias, la garantía de éxito comercial, el acceso al conocimiento histórico y la recreación de mitos y obras emblemáticas, el prestigio artístico y cultural y, finalmente, la labor divulgadora.

Cine, literatura y mito se encardinan en el tratamiento de mitos literarios en la pantalla. Los principales mitos literarios son Don Quijote, Carmen, Don Juan, el mito faústico y Pigmalión.

El cine -recordaba León Paul Fargue a mediados del siglo pasado- ha trastornado todo. Ha dislocado la civilización, la ha acariciado un instante, el tiempo de perderla y después la ha atrapado en su ritmo. Ciertamente el cine supuso, con la construcción de imágenes mecánicas sin la (aparente) intervención del hombre, la herramienta comunicativa de mayor impacto desde finales del Siglo XIX, decisiva para entender el lenguaje de la modernidad. El cine, viene a materializar las transformaciones más importantes del Siglo XX en la historia de las formas literarias, tanto en su estructura como en su estilo.

Podemos distinguir dos grandes tendencias en lo concerniente a las reflexiones del cine: la que descubre las imágenes, cambios retóricos importantes próximos a sus propias preocupaciones estilísticas, por lo que existirá, igualmente, un reflejo inmediato en las obras de creación, y otra, no menos importante, que analiza cuestiones literarias y cinematográficas desde la perspectiva del pensamiento y las transformaciones sociales que ello acarrea.

Existe un grupo de escritores que aceptan, defienden y asimilan el vehículo de expresión del cine sin reticencias y de manera incondicional.

El cine descubre un mundo nuevo al articular y decirse con un lenguaje novedoso. Expresión y conocimiento que están de ese modo ligados a rápidas reformas y transformaciones estéticas.

Un caso egregio es La Colmena de Cela, en la que destaca la influencia de Manhattan Transfer de Dos Passos. Este último trae por primera vez a la novela los procedimientos técnicos del cine. Igualmente, La tarde de Mario Lacruz (1956) emplea reiteradamente el motivo de La ventana indiscreta. No faltan las referencias a la Muerte de un viajante de Miller y a Tres pisadas de hombre (1955) de Antonio Prieto.

Propias del cine son igualmente las secuencias simultáneas que de vez en cuando aparecen en El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio. En la narrativa hispano americana no solo acusa la influencia del cine los autores del primer boom como García Márquez, Cortázar o Carlos Fuentes, sino también los representantes de lo que se ha denominado “boom junior” como Manuel Puig (La traición de Rita Hayworth) o Gustavo Sainz (Obsesivos días circulares).

LA INFLUENCIA DE LA LITERATURA EN EL CINE. Camilo José Cela. La violencia en el aspecto temático y un pretendido primitivismo lingüístico en él son los dos rasgos más importantes que configuran La familia de Pascual Duarte de Cela. Jorge Urrutia ha estudiado la adaptación de esta novela, producida por Elías Querejeta con el nombre de Pascual Duarte en 1975 y dirigida por Ricardo Franco.

La Colmena del mismo Cela se convirtió en película de la mano de Mario Camus en 1982, con un elenco en el que figuraban, entre otros, José Sacristán, Francisco Rabal, y el propio Cela, que encarnó el breve papel de Matías Martí, personaje que no aparece en la novela, sino en un relato breve. La película refleja bien el ritmo narrativo de la obra y su construcción en cierto sentido musical, a los que no son ajenas las influencias de Aldous Huxley y John Dos Passos. La técnica cinematográfica de montajes paralelos presentes en la Trilogía USA y en Manhattan Transfer, de Dos Passos y el procedimiento del “contrapunto” de Huxley son igualmente apreciables en la Fiel infantería (1943) de Rafael García Serrano (1917-1988), con Pedro Lazaga como director.

A Emilia Pardo Bazán (1852-1921) le cabe, en nuestro país, el mérito de haber sido la primera en otorgarle al nuevo invento la capacidad para crear obras de arte. En el año 1900 escribe sobre el cinematógrafo en su sección La vida contemporánea de la ilustración artística, tema al que volvería en varios artículos más hasta su muerte, en 1921. Ya en 1915, cuando los escritores y artistas europeos, empiezan a pensar en el cine como arte, la autora de la Cuestión palpitante se pronuncia en el mismo sentido, pero esta vez a propósito de una película de argumento: la famosa superproducción histórica, Cabiria.

Con Clarín y Pérez Galdós comparte Emilia Pardo Bazán algunos de los temas y de los procedimientos formales y expresivos del naturalismo. Doña Emilia no solo puso en práctica, desde su peculiar punto de vista, los preceptos del naturalismo, sino que teorizó en numerosas ocasiones sobre esta escuela.

‘LA FLOR DE MI SECRETO’. Las múltiples referencias a la escritura presentes en La Flor de mi secreto (1995) han llevado a etiquetar esta película como la más literaria de Pedro Almodóvar. Ya en la primera toma de la protagonista, la cámara se desliza en un breve travelling desde su cama hasta una torre de novelas apiladas junto a la mesilla de noche, seguido de una imagen del personaje frente a su máquina de escribir, marcando con ello las pautas del texto. Obras de Juan José Milás (Ella imagina), Julio Cortázar (Cuentos completos), D. Juna Barnes (El bosque de la noche), Jannet Flame (Un ángel en mi mesa), Henry James (La musa trágica) aparecen esparcidas por la habitación, mostrando las preferencias literarias de la protagonista.

El espectador entra así en contacto con Leo/Amanda Gris, lectora ávida, escritora de novelas rosas (y negras) y ensayista. El espectador se sitúa frente a una película cuyo germen es la literatura. A juicio de Paul Julián Smith, La flor de mi secreto marca la entrada del cineasta manchego en el cine de arte y ensayo y lo hace en base al cambio de tratamiento que reciben tres de sus temas claves: sexo, ciudad y literatura. Lo que en realidad determina la literalidad del film es, por un lado, la construcción de la protagonista a partir de modelos literarios y, por otro, la articulación de su existencia a partir de la escritura.

Almodóvar hace de la literatura la esencia de su film y a su vez la literatura le permite cuestionar las categorías genéricas (sexuales y literarias), insertando esta obra, en apariencia menos provocadora y más contenida que las anteriores, en la corriente desestabilizadora que atraviesa toda su producción cinematográfica. Consideramos oportuno destacar que Almodóvar, refiriéndose a la literatura, afirma que su capacidad para calar en los sentimientos humanos es superior a la del cine, lo cual justifica que en esta película, que para él gira en torno a los sentimientos, escoja la literatura como eje articulador y traza a partir de ella el mapa emocional de la protagonista...

Finalizaremos este apartado señalando que el cine de Almodóvar se resiste a la ley unificada de los géneros y estilos, y abre un espacio de convergencia entre las artes en el que se anulan las categorías ideológicas tradicionales. Finalmente, nos referiremos a la obra que está filmando la directora Ángeles Huerta, O corpo aberto, que ha escogido la belleza natural del Xurés-gerés, el cual señala la autora, que es “un filme de frontera, porque acontece na frontera, pero tamén porque xira arredor do concepto de linde: as lindes que hai entre Galicia y Portugal, as lindes que limitan as nosas identidades, o femenino e o masculino ou incluso as lindes que separan un mundo dos mortos e dos vivos”.

Esta obra está basada en uno de los relatos de Arraianos, de Xosé Luis Méndez Ferrín, el cuál es uno, según dice la directora, “dos autores máis importantes da literatura galega que se amosou sempre encantado co proxecto”.

O corpo aberto, coproducida por Fastén Films y Cinemate, supone también la decidida apuesta de la productora Ollo vivo por el cine gallego de autor “é por la convención de trasladar e converter una fantasía ou relato local nunha historia universal”.

La película llegará a los cines en otoño del próximo año distribuida por Filmax.

En la obra de Méndez Ferrín se cuenta la historia de un maestro temporal que aterriza en Lobosandaus, una localidad de montaña en la frontera entre Galicia y Portugal a principios del siglo XX para impartir clases en una escuela unitaria. “Dende a súa chegada, o mestre percibirá como o misterio e a morte conviven con naturalidade na via cotiá da poboación deste extraño e abrupto lugar”. “O profesor enfrontarase desde o racionalismo e a ciencia, a unha crenza acreditada pola vecinanza: o espírito dos mortos pode manifestarse e permanecer entre eles ao habitar outros corpos”.

A continuación, haremos una breve referencia a las principales películas estrenadas en 2021: First Cow de Kelly Reichardt inspirada en diversos pioneros de la gran literatura americana: Mark Twain, Jhon Steinberg y William Faulkner; El ferrocarril subterráneo de Barry Jenkins, adaptación de la novela de Colson Whitehead. Otra película considerada como la mejor película española del año es Espíritu sagrado, el debut en el largometraje de Chema García Ibarra, un film único, capaz de aunar en una imagen a Philip K. Dick y Pedro Almodóvar, una extrema combinación de drama y comedia que podemos considerar un mero guiñol satírico de la España vaciada, como un extraña broma de tintes post-humorísticos y Madres paralelas de Pedro Almodóvar, filme en el que un relato propio de Douglas Sirk o Vicente Minnelli es intermitentemente invadido por la vocación historicista de Manoel de Oliveira o Jean-Luc Godard. Una magnífica, conmovedora y relevante película en donde la actuación de Penélope Cruz resulta determinante para expresar el dilema ético al que se enfrenta el personaje Janis.

Destacaremos finalmente Seis días corrientes de Neus Ballús, un film imprescindible que mezcla la típica comedia española con el cine de autor y que muestra una postal de una Barcelona multicultural y humilde que no suele salir en las guías de viaje.

13 mar 2022 / 01:00
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