Vox y C’s no suman pero impidieron a Feijóo superar el techo de Fraga

Decía Alberto Núñez Feijóo durante la campaña de las elecciones generales que “cada voto de centro y de derechas que no es para el PP satisface a Pedro Sánchez”. Algo que repitió los últimos días consciente de que en Galicia ni Ciudadanos ni Vox suman (escaños) pero restan (votos) a la única fuerza que iba a recibirlos por una simple cuestión ideológica.

Y no le faltaba razón al reelegido presidente de la Xunta. En la provincia de Pontevedra ese escaño pendiente de resolución con el voto CERA (el sexto del PSdeG puede convertirse en el undécimo del PP) sería con claridad de los populares quienes además, añadiendo la suma de los 13.444 inútiles votos de Vox y C’s, arañarían uno al Bloque con lo que se irían a esos 43, en los que Manuel Fraga situó su techo en las elecciones autonómicas de 1993, que se superaría sumando los populares parte de los 15.000 sufragios que fueron a parar a las listas de centristas y ultraderecha en la provincia de A Coruña que le permitiría sumar, al menos, otro parlamentario estirando, todavía más, la mayoría absolutísima cosechados.

Con esos 41 (o 42) escaños los votos de Vox y Ciudadanos pueden parecer marginales, pero en realidad lo son; lo cierto es que en un escenario más estrecho jugarían capital importancia. Aunque lo mismo se puede decir, en la parte izquierda del arco parlamentario, aunque la suma de los votos de Podemos-Anova-Esquerda Unida sería difícil de asignar a cualquiera de las otras dos formaciones habida cuenta de las diferencias entre las concepciones. En todo caso solo en A Coruña, aritméticamente, tendrían alguna posibilidad en detrimento del BNG.

Una reflexión que no debería dejarse de lado. En las provincias de Lugo y Ourense la diferencia en número de votos entre Galicia en Común (que llegó a tener representación en el Congreso de los Diputados en ambas demarcaciones electorales) y Vox (que era la primera vez que comparecía en unas gallegas) es mínima a favor de los primeros: 332 votos (3.678 frente a 3.356) en la lucense y 204 (3.332 por 3.128) en la ourensana.

Hay que reseñar que todos los datos que se utilizan se refieren al escrutinio realizado en las urnas, en los que también se incluyen los votos por correo, aunque faltan por sumar los procedentes de los residentes gallegos que viven en países del exterior, que en muy pocas ocasiones ( ver página siguiente) alteran los resultados aunque este año pueden decidir uno en Pontevedra, dado el estrecho margen que hay entre PP y PSOE.

Y este escenario nos lleva a intentar reinterpretar, al menos de forma aritmética, las singularidades del sistema electoral proporcional corregido con la Ley D’Hont que provoca que cada escaño tenga un precio (sirva el símil) distinto como lo prueba que la primera acta asignada en la provincia de A Coruña, la de la número uno del PPdeG, Ángeles Vázquez,se pagó a 262.378 escaños mientras que para la 14, de Ovidio Rodeiro apenas necesitaron 18.741 o los 9.903 con los que se llevó Daniel Vega Pérez, también del PP, la novena acta en Lugo.

Respecto a los líderes, al reducirse la representación a tres partidos y comparecer en las dos provincias más pobladas no hubo las diferencias de hace seis años cuando el escaño de Alberto Núñez Feijóo, primero en Pontevedra, superaba por más de 7 veces las 28.125 papeletas con las que Luis Villares llegó al Hórreo con el quinto escaño de Lugo.

En esta ocasión el acta del presidente volvió a ser la que necesito más apoyos, 191.165, mientras que a Ana Pontón, 1 en A Coruña, le costaron 132.659 y a Gonzalo Caballero le bastaron con 104.296, casi la mitad que a Feijóo. Precisamente, el líder del PSdeG solo fue tercero en Pontevedra (también le superó Luis Bará, nº 1 del Bloque) y sexto en la comunidad, ya que más sufragios recibieron Ángela Vázquez y su compañero Diego Calvo.