1922 - 2022: Europa, Camino y crisis

Celebramos el día grande de Galicia y de España, y honramos a Santiago Apóstol, patrono de nuestra Comunidad y de nuestra Nación. Es tradicional hacerle una ofrenda en agradecimiento por los favores concedidos, y pedirle que siga velando por Galicia y por España. Se trata de un momento especialmente oportuno dados los tiempos críticos que corren.

La pandemia nos enseñó que el ser humano carece de la inmunidad que se le presuponía, y que dependemos los unos de los otros en todos los ámbitos de la vida. Se resintió la economía y, cuando ésta empezaba a recuperarse, nos azotaron las consecuencias de la guerra provocada por la invasión rusa de Ucrania. El anunciado cambio climático se evidencia en las olas de calor sin precedentes que estamos padeciendo, que afectan también a nuestra salud, a la economía y al medioambiente.

Europa adquirió un protagonismo sin precedentes, como se comprobó en la respuesta conjunta a la pandemia, en la necesidad de planificar unidos la recuperación económica, e incluso a la hora de enfrentarse o paliar las consecuencias de las amenazas bélicas y medioambientales.

El Camino de Santiago ha sido históricamente símbolo de puente de unión entre pueblos y naciones. También puede representar una búsqueda, o el intento de superación de una crisis bien sea individual o colectiva. Porque toda crisis puede verse como una experiencia traumática, pero también como una oportunidad para empezar de nuevo.

Precisamente, este año celebramos el centenario de otro año crítico en la historia de Europa: 1922. En el mundo de las humanidades y de las letras, conmemoramos la publicación de hitos de la literatura europea y universal, destacando el famosísimo poema de T. S. Eliot “La tierra baldía”, ‘La habitación de Jacob’ de Virginia Woolf, y ‘Ulises’, la influyente novela del escritor irlandés James Joyce. Se trata de obras que pueden interpretarse como una reacción a las crisis sociales, económicas y de valores, a la devastación que sufrió Europa tras la Primera Guerra Mundial, y a los conflictos y la incertidumbre que afectó a conceptos como ‘individuo’, ‘historia’, o ‘nación’.

T. S. Eliot, Virginia Woolf y James Joyce diagnosticaron y representaron en sus textos la fragmentación, la desolación, el vacío y el caos del momento histórico que les tocó vivir; pero también apuntaron la posibilidad de superar las crisis que sus naciones y Europa estaban sufriendo. La lectura de estos hitos de la literatura universal puede ofrecernos una experiencia mental semejante a la vivencia física del Camino que emprenden muchos peregrinos por nuestras tierras: un tiempo para reflexionar sobre las crisis que estamos padeciendo, e identificar, como hicieron los escritores, los males que asolan a nuestra sociedad.

Pero también nos ofrecen la posibilidad de reorganizar nuestras vidas, y repensar nuestras costumbres. Hasta nos brindan la oportunidad de renacer, renovarnos y retomar las riendas de nuestra propia existencia. Especialmente significativo resulta el atisbo de esperanza y la posibilidad de regeneración que Woolf, Joyce y Eliot incluyeron en sus obras. Los dos primeros lo lograron a través del pensamiento de voces femeninas. Y T. S. Eliot lo consiguió incluso atendiendo a la filosofía oriental. Todos ellos proponen a sus lectores la necesidad de escuchar al otro, a esos otros y otras tradicionalmente silenciados e ignorados, dándoles voz, e incluso la capacidad de verbalizar la posibilidad de superación y renovación.

Si el Camino de Santiago es símbolo de hospitalidad, por acoger con los brazos abiertos a peregrinos de Norte a Sur y de Este a Oeste, sin distinciones y sin exclusiones, Virginia Woolf, James Joyce y T. S. Eliot se convirtieron en genios de la literatura universal al proponer en sus grandes obras la superación de crisis individuales y colectivas a través de una ética que favorece el reconocimiento, el respeto, la compasión, y la inclusión de los otros y las otras como parte esencial de la solución de conflictos y crisis.