Especial 25N

La educación temprana, clave en la lucha contra la violencia de género

Dotar a los jóvenes de herramientas de gestión emocional y espacios de escucha y reflexión impacta de forma eficaz en la esfera de la prevención

Manifestación por el 25N en Galicia.  | // MARTA G.BREA

Manifestación por el 25N en Galicia. | // MARTA G.BREA / B.C

B.C.

Cinco años han pasado desde que el movimiento feminista desbordase todas las previsiones en Galicia y en el resto de España, con apoyos multiduniarios en las principales ciudades y más de 45 marchas solo en la comunidad. Un 2018 histórico que volvió a romper todas las marcas en 2019 para clamar alto y fuerte por la igualdad y la lucha contra la violencia de género. “Somos o berro das que xa non o teñen”.

Desde entonces, el feminismo ha impregnado a buena parte de la sociedad, con avances en todos los ámbitos y un mayor número de personas e instituciones dispuestas a decir “basta ya” frente a la impunidad de los actos de violencia machista, pero el problema está lejos de poder darse por resuelto y siguen siendo muchos los retos por delante.

El número de mujeres asesinadas por violencia de género en España asciende a 52 en 2023 y a 1.237 desde 2003; el único admisible es cero. Para reducir esta cifra, la punta del iceberg y visible de una problemática arraigada y profunda, cada vez son más las voces que apuntan a educar desde la infancia, con formación y educación emocional en edades tempranas, como clave en el camino a un futuro mejor, libre de violencias.

Así y además de la observación y detección de situaciones de violencia así como la facilitación del acceso a las coberturas asistenciales adecuadas para proteger a las víctimas, cobra cada vez mayor relevancia la intervención en clave preventiva: es decir, no se trata solo de abordar el problema cuando llega; sino de adelantarse a él para evitar que ocurra. En este sentido, la educación emocional y afectivo - sexual están llamadas a jugar un papel clave.

Un cometido que puede y debe llevarse a cabo a través de planes integrales en las escuelas, pero también a través del ejemplo que como familia ejercemos en el hogar y, en un sentido más amplio, desde las principales plataformas de comunicación, donde todavía hoy encontramos contenidos que, como un goteo, maleducan y calan en los niños desde pequeños.

Los protocolos de actuación en este ámbito insisten en que “cuestiones como la autoestima, la dependencia emocional, la diversidad en los roles o el afecto como valor son elementos indispensables para poder abordar con éxito la prevención de la violencia de género una vez llegada la época de tener o poder tener parejas y encuentros íntimos”, pero advierten de que muchas de “estas herramientas” requieren de haber sido generadas y adiestradas en Educación Infantil y Primaria.

Es desde esta perspectiva desde la que debemos apostar por la integración de la educación afectiva sexual en las aulas desde los primeros años. Una propuesta entendida de forma global, con contenidos adaptados a cada edad, que implica herramientas de gestión emocional, valores como los cuidados, o tu identidad como persona …

En edades más avanzadas, será clave seguir trabajando y profundizando en la secuencia de “conocer, aceptar y gestionar” con la inteligencia emocional como base, aportando herramientas para la gestión de cuestiones como los celos, “un pequeño incendio inicial” al que podemos enseñar a aplicar “estrategias de extinción” o por el contrario, “aceleradores que potencien la combustión”, tal y como recoge el Protocolo de actuación desde el ámbito educativo ante la violencia de género y la violencia sexual del Gobierno de Aragón, disponible en abierto online y al que merece la pena acercarse en profundidad.

Por otro lado y frente “al visionado inapropiado y precoz de material pornográfico violento” que denuncian instituciones como la Fiscalía General del Estado en su memoria anual, la respuesta apunta una vez más a la educación. El consejo de los expertos en este sentido vuelve a pasar en gran medida por la escucha, la generación de espacios de reflexión y el fomento del espíritu crítico: ‘¿qué implican este tipo de relaciones?’, ‘¿qué consecuencias pueden tener?’, ‘¿cuánto hay de real?’.

Hemos avanzado mucho, el Barómetro Juventud y Género 2023, elaborado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud, recoge que prácticamente 9 de cada 10 jóvenes reconocen alguna situación de violencia de género en su entorno, pero lo mismo que nos demuestra el avance en concienciación, nos habla de los desafíos por delante.

A pesar de que existe una sensibilidad mayor a las situaciones concretas de violencia cotidiana, hay un 23,1% de chicos jóvenes que cree que la violencia de género “no existe o es un invento ideológico”. En este sentido, empieza a hablarse también sobre la necesidad de poner las nuevas masculinidades sobre la mesa. Implementar estrategias de acompañamiento para ellos, los adolescentes, en las que puedan cuestionar los elementos tóxicos de la masculinidad tradicional redundará en su bienestar emocional y la salud de sus relaciones y tendrá también un impacto directo en la lucha contra la violencia de género.