Trabajadores de Bonaval celebran las mejoras en el Panteón dos Galegos Ilustres

Advierten de que las lluvias provocan pequeñas pozas en la cabecera y un lateral del templo y que las obras de rehabilitación deberían haberse acometido mucho antes

La capilla de la Visitación tiene todavía las ventanas tapiadas impidiendo la ventilación / Jesús Prieto

La capilla de la Visitación tiene todavía las ventanas tapiadas impidiendo la ventilación / Jesús Prieto / Mateo G. Triñanes

Las lluvias provocadas por la borrasca Karlotta, que arreció con fuerza a principios de este mes, han hecho que la Administración autonómica decidiese por fin ponerse manos a la obra para tratar de hacer frente al deterioro del Panteón de Galegos e Galegas Ilustres, fundamentalmente respecto a las infiltraciones de agua que afectan al espacio.

“En el Panteón la situación no empeoró tanto en los últimos meses. Las humedades son las mismas que en los últimos veinte años”, advierte, en conversación con EL CORREO GALLEGO, un técnico del Museo do Pobo que incide en el menester de atender a las necesidades del convento de San Domingos de Bonaval en su conjunto: “En la cabecera cuando llueve con fuerza corre el agua y se crean pequeñas pozas. También en un lateral”, explica.

No es casualidad, ya que tal y como narró este diario el pasado mes de julio, las obras acometidas a principios de los noventa en la huerta del convento para arreglar lo que es hoy el Parque de Bonaval empeoraron de manera significativa el problema de las humedades, siendo justamente la cabecera y ese lateral las áreas del convento que lindan con la zona rehabilitada entonces.

El anuncio realizado el pasado jueves por la Consellería de Cultura sobre las inminentes actuaciones para frenar los problemas higrométricos del espacio, así como el desarrollo de la Ley 5/2023 gracias a la que el Panteón pasará a ser gestionado por una fundación pública dependiente del Parlamento con la participación de la Xunta, el Concello y la Archidiócesis, ha devuelto la esperanza a los trabajadores que desenvuelven a diario sus labores en el mencionado emplazamiento.

“Tenemos un templo que fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1940 y que es también Bien de Interés Cultural y lo estamos dejando caer poco a poco. Tenemos que dignificarlo, y tengo la esperanza de que estos movimientos vayan en esa dirección, aunque sinceramente creo que ya vamos algo tarde”, expresa el técnico museístico.

Esta desazón llega tras muchos años de advertencias y solicitudes caídas continuamente en saco roto ante instancias como el Consorcio de Santiago, que debe liderar el desarrollo de un plan integral de rehabilitación para el espacio –como recordó el pasado jueves el conselleiro en funciones Román Rodríguez– o el Arzobispado de la ciudad.

“En el ábside del convento percibimos el crecimiento de una tulla (un pequeño árbol) y avisamos de inmediato al Consorcio para que procediese a la retirada del mismo. Sin embargo, aún hoy estamos esperando a que manden a algún operario para sacarlo. A la Archidiócesis le reiteramos en muchas ocasiones que cuando celebren liturgias no sitúen los bancos encima de las añejas lápidas situadas en el plano del convento, y continuamente después de las celebraciones tenemos que acudir a apartarlos”, ejemplifica el técnico, que reitera la necesidad de cambiar la concepción tanto social como administrativa existente hasta el momento del espacio.

“Contamos con un Panteón de Ilustres, que a diferencia de lo que de manera habitual se conoce como tal, lo es realmente y no solo un mausoleo de militares. Bonaval cuenta con un simbolismo muy importante, y como tal debería ser tratado. Mantengo la ilusión de entrar algún día en el convento y que no se me caiga el alma a los pies”, apunta el trabajador.