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rural. La Galicia agraria pasa por sus horas más bajas, los pocos municipios que perviven en zonas de campo no atraen a los jóvenes por la precariedad y falta de medios TEXTO Raúl Salgado

Bajo la amenaza eólica y con un solo médico: así se rebela Monfero

En el límite entre las provincias de A Coruña y Lugo, en pleno parque natural de As Fragas do Eume y con 1.900 habitantes. Allí está Monfero, un municipio que pasa desapercibido para los grandes titulares, pero que en los últimos días asiste a una espontánea acción colectiva de protesta contra la precariedad del rural. El suyo es un grito ante la despoblación y el recorte de servicios básicos, amenazas ya conocidas, y frente a los planes eólicos, un nuevo motivo de enfado y malestar.

Iris Río abrió a finales de 2020, sorteando una de las olas de la pandemia, un centro de día en la que fue una sala de fiestas, vestigio de un tiempo de mucho más esplendor. El elevado envejecimiento de esta localidad matizada por las montañas y las praderas hacía casi imprescindible una instalación de este tipo. Ella es testigo del día a día del centro de salud, en el que resiste un solo médico titular para un territorio que supera los 173 kilómetros cuadrados.

Un profesional sanitario se jubiló y el otro solo se desplaza dos veces a la semana. Habla de la “preocupación” vecinal, porque había dos médicos, pero se acaban de quedar con uno. Y es que el 18 de mayo “se jubiló Elías, el antiguo médico, y dos veces a la semana, miércoles y viernes, venía uno de Pontedeume”, villa situada a diecisiete kilómetros.

“Ahora resulta que cogió su plaza y no sabemos qué va a pasar, este martes no va a venir”, advierte, para contar que en esta misma jornada se atenderá “solamente de urgencias, sin agenda” programada con los usuarios. Aporta ejemplos que evidencian las dificultades: ir de una punta a otra de Monfero “lleva tiempo” y no son “los 15 minutos que el Sergas establece para ir a domicilio”.

Río destaca uno reciente: dos horas para salir, atender al afectado en su casa y estar de regreso; mientras, el ambulatorio al “descubierto”. Puntualiza que enviaron reclamaciones a Sanidad, pero la contestación fue “gracias, tienes que mandarlo poquito a poco”, y ven “inviable” que la administrativa del recinto sanitario las tramite una a una.

El Ayuntamiento dialogó con el área sanitaria de Ferrol, de la que dependen, y se concretó que se mantenga una pediatra de forma temporal, pero cubrir la vacante del médico no será fácil por falta de disponibilidad en las listas de sustitución.

“Hay gente a la que le encantaría montar negocios en el rural y arreglar casas, pero no hay servicios”, se lamenta Iris Río. Entre la situación sanitaria y el plan de parque eólico, dice, “está siendo un poco caótica esta temporada” en un ayuntamiento alejado del ruido de la ciudad. Lo tiene claro, “no nos puede pisar nadie”, pero ensalza que cuando “hay un problema la gente se une; incluso la mayor, que no tiene transporte, se busca la vida”.

Esa tristeza por los obstáculos para desarrollar un proyecto vital la conoce Iñaki López. De origen valenciano, reside en Vilachá y ejerce de portavoz de la plataforma “Monfero di non”, nacida hace escasamente tres semanas ante el plan de Iberdrola para erigir el parque eólico de Pena do Corvo, unánimemente rechazado en la corporación local.

Son 35 los lugares habitados bajo su área de influencia, un macroproyecto que impacta en un rico patrimonio natural e histórico. “Hay pánico de saber que vas a vivir cerca de una torre que mide casi 200 metros; hay mucha desinformación, miedo de que se devalúen nuestras viviendas”, remarca a Efe.

Afea que los promotores “llegan a un pueblo que vive ligado al territorio” y lanzan su iniciativa en un entorno que no está “preparado para presentar alegaciones en un mes, mi vecino no sabe ni lo que significa alegación”. A López le “coge la mitad de la casa”, en cuya parcela plantó especies autóctonas en lugar de los extendidos eucaliptos.

La propia instalación del parque o la apertura de “viales para hacer la obra se pueden frenar con voluntad política”, asevera el portavoz, que resume el trabajo que espera: “Hay vida, hay patrimonio; se han marcado un farol, han marcado los monasterios de Monfero y Caaveiro y As Fragas do Eume”. Aunque se ven como solo piezas del “tablero”, darán la batalla: “No queremos ni un eólico”.

16 jun 2021 / 01:00
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