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El botafumeiro como
símbolo de concordia

Catedrática de Filosofía del Derecho de la USC

Hoy se celebra la fiesta de Santiago, el Santo Patrón de España. Las celebraciones comienzan el día anterior, el 24, pues ese día es cuando se lanzan los Fuegos del Apóstol que representan una gran tradición famosa en el mundo entero. Son muchas las personas que se acercan a la plaza del Obradoiro para poder presenciarlos, y otros muchos los contemplan desde sus casas pendientes del cielo compostelano, que ese día se adorna con numerosos colores que parecen querer competir con la belleza de las estrellas.

Cada año, el diseño se modifica en parte, tratando de colmar las expectativas de los santiagueses y de los visitantes, y cada año, al día siguiente, los más comprensivos y tolerantes alabarán la belleza del espectáculo, mientras que los más exigentes o inconformistas comentarán: ¡Qué barbaridad, que mal estuvieron los fuegos, cada año los hacen peor! El asunto creo, no tiene solución, pero eso es también parte de la tradición y de la idiosincrasia del propio pueblo.

Y hablando de fuegos permítanme que este año me detenga en uno de los más antiguos, que tienen relación con la catedral de Santiago, y por lo tanto con la misma ciudad que lleva el nombre del Señor Santiago. Me refiero al fuego que se enciende para hacer funcionar el botafumeiro. De él voy a hablarles en esta ocasión.

El botafumeiro es un gran incensario cuya función, dicen los estudiosos del tema, fue purificar el aire y el ambiente de la catedral, de los malos olores que necesariamente se producían por la llegada de los peregrinos que venían andando desde distintos lugares, sin lavarse muchas veces, sudorosos y cansados del camino.

La tradición establecía la necesaria acogida de estas personas dentro de la catedral para que pudiesen pasar la noche bajo techo cubierto y sagrado, después de haber culminado su viaje para postrarse a los pies del Señor Santiago.

Creo que esta interpretación es cierta y además lógica, el olor debía ser insoportable, y los gérmenes y virus que se podían transmitir inasumibles.

Pero no debemos olvidar la interpretación más extensa, la primera que deberíamos hacer. El botafumeiro es en realidad un incensario, un gran incensario, probablemente uno de los más grandes del mundo si no el mayor.

Y, nos preguntamos, ¿para qué sirve un incensario? Pues para incensar, es decir para alabar a alguien. De modo que en el caso del botafumeiro de la catedral de Santiago debemos establecer que en primer lugar sirve para alabar a Dios y ofrecerle nuestras plegarias y nuestras buenas obras; y, en segundo lugar, para purificar el ambiente y librarlo de los malos olores y de los posibles virus y enfermedades de todo tipo que trajesen los peregrinos a la catedral, evitando así que se extendiesen los contagios. Tiene pues un origen y una función esencialmente litúrgicos.

El botafumeiro que se usa en la actualidad, no es de plata, sino que está bañado en ella. Pesa 62 kilos cuando está vacío y mide 1,50 metros de altura. Inicialmente era completamente de plata, pero fue robado por las tropas de Napoleón en 1809, durante la guerra de la independencia.

He dicho que estos datos corresponden al botafumeiro que se usa en la actualidad, pues hasta 2006, momento en que se produjo una restauración, el instrumento anterior, pesaba 53 kilos porque no tenía el baño de plata.

Otro elemento importante para el correcto funcionamiento del botafumeiro es la cuerda que lo sostiene que está atada al crucero de la catedral. Su longitud es de 65 metros y 5 centímetros de diámetro y pesa aproximadamente 90 kilos.

Normalmente el botafumeiro, antes de su uso, pende de la cuerda que lo sujeta, y se sitúa un poco más abajo del altar mayor de la catedral, en la nave central de la misma. Cuando es necesario usarlo, se baja con cuidado aflojando las cuerdas que lo sujetan y se llena con una mezcla de carbón e incienso.

Para que arda el fuego es preciso traer unas brasas incandescentes que hacen que la mezcla introducida prenda inmediatamente. También ayuda, sin duda, el balanceo que poco a poco van imprimiendo las ocho personas que tiran de las cuerdas para moverlo.

A esas personas se les denomina tiraboleiros. Hace tiempo existía un tiraboleiro mayor, cuya función era poner en movimiento el botafumeiro y pararlo enfrentándose a él y colgándose de sus cadenas. Era realmente emocionante, pero ahora ya no existe esa figura y el botafumeiro va poco a poco parando hasta que se detiene por su propia inercia. Es una pena.

El botafumeiro puede llegar a alcanzar una velocidad de 68 kilómetros por hora desplazándose, cada vez más alto, por el crucero de la catedral desde la puerta de Platerías hasta la de Azabachería.

Lo cierto es que, es fácil pensar que pueda desprenderse, especialmente cuando alcanza su velocidad y altura más altas. Pero en realidad esto sucedió muy pocas veces. Una de ellas en 1499, cuando Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos y esposa de Enrique VIII de Inglaterra, estaba de visita en Santiago. Al parecer se desprendió en alguna otra ocasión, en 1622 y en 1937, pero afortunadamente nunca hubo víctimas como consecuencia del accidente. La tradición compostelana dice que eso se debió siempre a la protección del Santo Patrono.

He dicho que el botafumeiro que se usa normalmente no es de plata, sino que está recubierto de ese metal precioso. Sin embargo, en el museo de la catedral se alberga uno de plata que fue obsequio de los Alféreces Provisionales, a la catedral de Santiago en 1971.

El origen del botafumeiro data del siglo XI, aunque el sistema de funcionamiento actual es más moderno. De hecho, el mecanismo de rodaduras, que es el que ahora se usa, se instaló en 1604.

Debo terminar y lo haré con una petición que explica de alguna manera, me parece, la elección del tema que he tratado.

Señor Santiago, hoy en el día que festejamos tu fiesta, y que también se ha convertido en el día da Patria Galega, quiero pedirte paz y concordia para todos los pueblos. Empezando por el nuestro, por Galicia, y continuado por el resto de Europa y hasta del mundo entero. Pienso fundamentalmente en Ucrania, pero existen otros muchos lugares igualmente necesitados de paz.

Que de la misma manera que el incensario de la catedral eleva nuestras peticiones a Nuestro Señor al mismo tiempo que purifica y limpia de malos olores el reciento de la seo compostelana, por tu intercesión desaparezcan los malos olores de las guerras, de las luchas, de las desigualdades, de las injusticias y se restaure lo antes posible un mundo de paz y concordia.

Creo que sin duda este sería el mejor uso que se le podría dar al Botafumeiro.

25 jul 2022 / 01:00
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