Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h
25X

El Camino doce siglos después

Abogada

Pocas cosas aguantan bien los embates del tiempo, es fácil subirse a la ola de una determinada moda o tendencia transitoria, pero permanecer requiere más, requiere de autenticidad a la par que “sustancia”, por decirlo de algún modo. En definitiva, de ese ingrediente que lo convierte en algo realmente inimitable.

Y así, el camino de Santiago continúa tejiendo historias y vivencias doce siglos después, quizá sea porque no hay dos caminos iguales. Cada camino es diferente, te enfrenta a unos retos y en unas circunstancias distintas, a unos compañeros a los que posiblemente no conocerías nunca, y con todo ello te sugiere una forma más enriquecedora de pensar y estar en el mundo.

Me atrevo a decir que debería ser casi asignatura obligatoria para los gallegos, conocer qué sucede a escasos metros de nuestro día a día, qué motiva que nuestras calles y montes se vuelvan a encontrar con los caminantes sin descanso que, incluso, lo hayan convertido en cita periódica. Quien lo ha recorrido sabe bien que se trata de una experiencia difícil o imposible de igualar, una especie de universo paralelo que tenemos la suerte de albergar, tan distinto a ese tan individualista y violento que nos cuesta reconocer, que nos cuesta querer.

Reconozco haber envidiado el oficio de los hospitaleros, hospitaleros atesorando las historias que transcurren ante sus ojos para convertirlas en parte de su memoria, la memoria del camino. Reconozco haber proclamado a los cuatro vientos que esa tierra generosa y hermosa es la mía y haberme sentido orgullosa, mucho.

Me he sorprendido inventando historias para cada objeto, foto o palabra que encontraba en el trayecto. Imaginando todo aquello que significaba pero no podía contar. El recuerdo de seres queridos ausentes, la plegaria desesperada o el homenaje merecido.

He escuchado vivencias del otro extremo del planeta y las he sentido como propias. Me he encontrado contando mi vida a personas de las que cuatro días antes no sabía ni su nombre. Y en ambas circunstancias me he sentido realmente cómoda, entre amigos.

Confieso resistirme a dejar mi mochila al llegar a la capital gallega en un vano intento de que no se acabase nunca, pretendiendo no dejar de sentirme peregrina del camino, llevármelo conmigo para siempre, aunque de alguna forma ya era así.

Me he visto llorando al llegar a la catedral, esa misma en la que tantas otras ocasiones escuchaba misa rodeada de mochilas y bastones, en mi vida cotidiana, los que ahora pertenecían a compañeros de peregrinación.

Y es que quizá sea esa forma de compartir VIDA precisamente ese ingrediente que hace que el camino, doce siglos después, siga siendo sinónimo de movimiento, de espiritualidad y de solidaridad. Que siga respondiendo a un sentimiento difícil de explicar pero fácil de identificar. Que siga inspirando un sentimiento único.

25 jul 2022 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
Tema marcado como favorito