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El curso de exorcismos que imparte el Vaticano cuesta entre 420 y 720 euros

En Galicia solo hay dos sacerdotes autorizados: en San Campio y O Corpiño// El ritual en el que se recoge el rito de expulsión de demonios, actualizado por Juan Pablo II, es de dominio público

Tanto es así que el padre José Luis Portela Trigo (San Campio) y el padre José Criado (O Corpiño), que sustituye al famoso y mediático José Donsión Peña, son los dos únicos sacerdotes autorizados a día de hoy en Galicia para ejercer exorcismos por parte de El Vaticano, que anualmente imparte un curso oficial sobre el rito de los exorcismos y cómo realizarlos en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma.

En este curso, de elevado coste (entre 420 y 720 euros), se formó el propio padre José Criado, obteniendo así la licencia para ejercer, una vez fue nombrado por su superior, el obispo de la diócesis de Lugo. El programa del evento propone “una atenta investigación académica e interdisciplinar sobre el ministerio del exorcismo y la oración de liberación”, impartiéndose en él varias materias sobre aspectos antropológicos, fenomenológicos, sociales, bíblicos, teológicos, pastorales y espirituales, litúrgicos y canónicos, así como sobre los aspectos legales, médicos y psicológicos.

¿CUÁNTO CUESTA CONVERTIRSE EN EXORCISTA? En concreto, la inscripción tenía un coste de 420 euros para aquellos matriculados hasta el 31 de enero. Desde el 1 de febrero y hasta el término de la inscripción, el pasado 19 de octubre, el precio se encarecía hasta los 450 euros. Además, como se imparte en italiano, para poder tener acceso a la traducción simultánea al inglés, español o francés, el solicitante debe abonar otros 300 euros adicionales.

Por tanto, un total de 720 o 750 euros más el beneplácito del obispo de la diócesis correspondiente es el coste que tiene para un sacerdote convertirse en exorcista. Aunque también pueden acudir a este encuentro anual laicos interesados en el tema o con interés científico, siempre que vayan acompañados de una carta de recomendación de su párroco, firmada a su vez por el obispo.

SE Puede REALIZAR EL CURSO, PERO NO HABLAR SOBRE ELlO. Con todo, pese a que este curso es de gran difusión pública y mediática cada año, y a que cuenta con la aceptación de El Vaticano, hablar sobre los exorcismos no está bien visto dentro de la Iglesia.

Ni el párroco de San Campio ni el de O Corpiño han aceptado realizar declaraciones sobre su oficio al equipo de investigación de EL CORREO. Y es que, según informa José Luis Portela, “desde 2018 tengo totalmente prohibido hablar del tema”. También el padre Criado coincide en que “no puedo hacer declaraciones al respecto”.

EL PAPA FRANCISCO es MÁS HERMÉTICO QUE SUS PREDECESORES. Pese a sus numerosas apariciones en los medios de comunicación hasta ese año, hablando explícitamente sobre los exorcismos que realizaban y sin ningún tipo de tapujo, el Papa Francisco (que entró en el cargo el 13 de marzo de 2013) prohibió que se volviese a hablar del tema. Su antecesor, Benedicto XVI (2005-2013), no se pronunció al respecto, si bien es cierto que el último manual sobre el rito del exorcismo publicado por El Vaticano, obra de Juan Pablo II (1978-2005), recogía explícitamente esta prohibición: “De ningún modo debe darse espacio a los medios de comunicación mientras se realiza el exorcismo; tampoco corresponde divulgar la noticia del exorcismo antes o después de realizarlo, pues debe guardarse la debida discreción”.

Con todo, que los exorcismos son una práctica real y habitual en la Iglesia católica es algo innegable, precisamente porque existe este manual de cómo llevarlos a la práctica. Ahora bien, ¿en qué consisten? ¿Cómo se llevan a cabo? ¿Qué instrumentos se utilizan? ¿Cuándo se pueden poner en práctica? ¿Sufre daño el exorcitado? Estas y otras muchas cuestiones son a las que intentaremos poner respuesta a lo largo de estas líneas.

Partamos de la base de que la Iglesia católica cuenta con su propia definición de exorcismo: “Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona u objeto sea protegido contra las asechanzas del Maligno y sustraída de su dominio”, palabra que también está incluida en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), como “conjuro contra el demonio”.

DIFERENCIAR UNA ENFERMEDAD MENTAL DE UNA POSESIÓN. En este sentido, el padre de O Corpiño declaró al diario ‘El Español’ que “el 99% de las veces no es necesario un exorcismo, la gente no está poseída, les escuchas, les analizas y les remites al médico, al psicólogo o al especialista que corresponda”. Además, incidió en que “nunca se debe hacer un exorcismo sin tener en cuenta un informe psiquiátrico y otro psicológico que corrobore que la persona no tiene ninguna enfermedad psiquiátrica. Si la tuviera, lo ideal sería derivarla al especialista que correspondiera”.

A QUIÉNES COMPETE REALIZAR EL EXORCISMO. En su inicio, el manual de los exorcismos especifica que hay que tener especial cuidado con la traducción latina que empleen los sacerdotes, y asegurarse de que la versión a utilizar está aprobada por El Vaticano, para evitar que se desvirtúen las oraciones que se vayan a usar. Teniendo esto claro, “puede ser utilizada por aquellos a quienes compete el Derecho”.

¿Y a quiénes compete ese derecho? A un sacerdote, máximo, dentro de cada Archidiócesis, nombrado por el obispo diocesano, autorizado por El Vaticano. “Compete al obispo diocesano, en la diócesis confiada, la moderación de la Sagrada Liturgia y el ejercicio de la tarea pastoral; es por ello que, para aliviar misericordiosamente a los fieles en la lucha contra el poder del diablo, examinada con diligencia cada situación, podrá pedir a la Santa Sede que un sacerdote, a quien el cargo de exorcisa fuese confiado, pueda también emplear el rito”. Especifica, además, el documento que el sacerdote que estar “dotado de piedad, ciencia, prudencia e integridad de vida”.

EL RITO QUE DEBE EMPLEARSE. Numerosas películas a lo largo de la historia del cine se han hecho eco de los casos más famosos de exorcismos. Si bien, como suele suceder, la ficción dista bastante de la realidad, aunque, para ser sinceros y sorprendentemente, en este caso no mucho. Y es que flaco favor han hecho estos filmes a la sociedad, que ahora toma por inciertas prácticas que siguen ocurriendo dentro de la Iglesia.

Para ser fieles a los hechos, el equipo de investigación de EL CORREO ha extraído del manual oficial de exorcismos de El Vaticano cuáles son los pasos que todo sacerdote, incluido el padre José Luis Portela del santuario de San Campio y el padre José Criado, del de O Corpiño, siguen para “expulsar al demonio del cuerpo del humano”.

En primer lugar, y como síntomas de una posible posesión, se debe “prestar una atención especial a aquellos gestos y aspectos rituales” que provocan desasosiego en la persona supuestamente poseída. Esto es “el signo de la cruz, la imposición de las manos, el soplo o la aspersión con el agua bendita”, entre otros.

Tal y como se recoge en el manual, el rito “comienza con la aspersión del agua bendita, con la que se recuerda la purificación bautismal”. Se precisa, además, que el agua puede bendecirse fuera o dentro del rito, junto con una mezcla de sal. Sigue el exorcismo con el sacerdote pronunciando una oración letánica (la que precisa de un coro que repita la aclamación) en la que “se implora la intersección de todos los santos”.

Tras esto, el exorcista recita uno o varios salmos (composición de alabanza al creador cantada) “implorando la protección del Altísimo y proclamando la victoria de Cristo sobre el Maligno”. Luego se proclama el Evangelio, “como signo de la presencia de Dios” en la sala. Posteriormente, el sacerdote pasará a la acción, “impone las manos sobre el atormentado invocando el poder del Espíritu Santo, para que el diablo salga”. También puede soplar durante este proceso sobre el rostro.

Se recita, entonces, el símbolo de la fe, o bien se renueva la promesa de fe bautismal “con la abjuración previa a Satanás”. “Sigue la oración dominical, con la cual se implora al Dios nuestro que nos libre de todo mal”, versa el manual. Y, será entonces cuando el exorcista muestre al atormentado el crucifijo, haciendo la señal de la cruz, “mostrando la potestad de Cristo”.

Enfermedad mental vs. posesión por el ‘Maligno’

PRUDENCIA. El manual explicita que “el exorcista, en caso de intervención diabólica, debe observar la máxima prudencia, imprescindible en estos casos”.

ENFERMEDAD PSICOLÓGICA. En primer lugar, “no debe creer fácilmente que alguien que padece alguna enfermedad, especialmente psicológica, esté poseído por el demonio”, indica.

DEPRESIÓN, TORMENTO O IMAGINACIÓN. Del mismo modo, versa, “no debe creer que hay posesión por la sola afirmación de alguien que expresa estar especialmente tentado, desolado o atormentado por el diablo, pues la persona podría estar engañada por la propia imaginación”.

NEGACIÓN Y RECURRIR AL MÉDICO. Por el contrario, el manuel apunta que es necesario advertir, para no equivocarse, que “el diablo usa artes para engañar al hombre, para persuadir al endemoniado de que no es necesario someterse a exorcismo alguno, que su padecimiento es natural y debe someterse simplemente a la ciencia médica”.

INDAGAR Y VERIFICAR. Por lo tanto, “siempre debe indagarse y quién es tenido como endemoniado debe ser especialmente tenido en cuenta para verificar si está realmente atormentado por el diablo”.

CASOS DE CREDULIDAD. También se hace referencia a “distinguir los ataques diabólicos de los casos de credulidad mediante la cuál algunos fieles juzgan que son objeto de maleficios, de mala suerte o maldiciones, ya sea ocasionados por otras personas contra ellos mismos o bien allegados contra sus bienes”. En estos casos no debe acudirse de modo alguno al exorcismo, sino a profesionales de la Ciencia que sepan atajar el caso por la vía médica.

CONSENTIMIENTO DEL PROPIO EXORCITADO. El exorcista, por tanto, “debe proceder a celebrar el exorcismo sólo cuando tenga seguridad de la verdadera posesión demoníaca y, si fuera posible, con el consentimiento del mismo sujeto”, en caso de que este sea consciente en ese preciso momento. De no ser posible, procederá igualmente.

Signos que indican estar ante un caso de exorcismo

HABLAR LENGUAS EXTRAÑAS, MOVER COSAS CON LA MENTE Y TENER UNA FUERZA POR ENCIMA DE LO NORMAL. “Según una probada praxis se juzgan como signos de la posesión demoníaca hablar con muchas palabras en una lengua desconocida o entender al que la habla, movilizar cosas distantes, manifestar fuerzas por encima de la naturaleza de la edad o condición del sujeto poseso”, prosigue el manual.

AVERSIÓN A DIOS Y A LA VIRGEN MARÍA. Estos signos “pueden ser indicio”, pero podrían no ser atribuidos necesariamente a la posesión diabólica, en cuyo caso debe prestarse atención a otros posibles signos “de índole espiritual o moral que pudieren manifestar, de algún modo, la intervención diabólica”, como por ejemplo “la aversión vehemente a Dios, al nombre de Jesús, a la Bienaventurada Virgen María y a los santos, a la Iglesia, a la Palabra de Dios, a los objetos sagrados, a los ritos, especialmente sacramentales y a las imágenes sagradas”. Así se explicita en el libro.

RELACIÓN DE LA PERSONA CON LA FE. Conviene, finalmente, “examinar la relación que existe de todos los signos indicados con la fe y la vida espiritual, teniendo en cuenta que el Maligno es enemigo de Dios y de todo aquello que los fieles tienen para experimentar la acción salvífica de Dios en ellos”.

CONSULTAR PSIQUIATRAS, MÉDICOS Y ESPECIALISTAS. Corresponde al exorcista “juzgar con respecto a la necesidad de apelar al rito del exorcismo, después de realizar una diligente investigación, guardando siempre el secreto de confesión, y consultados, en cuanto sea posible, los expertos de vida espiritual; también, si fuere necesario podrá consultar a expertos en la ciencia médica”.

LOS NO CREYENTES. En los casos que afecten a personas no católicas y en todo lo que parezca más difícil de discernir, “llévese el asunto al obispo diocesano, quien por razones prudenciales podrá reclamar el parecer de algunos expertos antes de tomar la decisión acerca del exorcismo”.

27 oct 2020 / 00:00
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