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El empeño con las caixas de Feijóo mantiene viva a Galicia en el mapa bancario

Rodríguez Seijo, antaño ligado a Facenda y que fue consejero de NCG con Castellano, cree beneficioso el papel de Abanca

“Con la fusión de Caixabank y Bankia se lleva a término un costoso y controvertido proceso de saneamiento del sistema financiero español, o más concretamente, de la mayor parte de las ya antiguas cajas de ahorros, cuyas deficiencias de gestión se fueron acumulando hasta que la crisis económica evidenció claras situaciones de insolvencia”. Así lo considera en respuesta a EL CORREO GALLEGO Javier Rodríguez Seijo, a quien el FROB nombró en 2013 consejero independiente de NCG Banco y que no solo pasó por entidades como el Banco de Bilbao o Pastor, sino que fue director xeral en Facenda en el Gobierno de González Laxe y de nuevo en el primer gabinete de Alberto Núñez Feijóo.

Ahora que se abre la que podría considerarse ronda final de las oleadas de concentraciones del sector financiero en España, este economista de la quinta de 1954, formado en la USC y miembro del Grupo Colmeiro que lidera Luis Caramés, echa la vista atrás a lo acontecido aquí en Galicia y ofrece su valoración sobre este proceso, argumentando que “no viene ahora de más cuestionarnos si algunas cosas se podrían haber hecho mejor. Mi respuesta es que tal vez sí, y tenemos de hecho experiencias cercanas de alternativa de éxito”.

Sin embargo, este experto también considera que “con la perspectiva que da el tiempo, podemos apreciar el valor del empeño del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y la entonces conselleira de Facenda, Marta Fernández Currás, por empeñarse en la fusión de las caixas y su consolidación en una entidad bancaria gallega independiente, Novagalicia Banco (NCG), pilotada acto seguido con mano maestra por José María Castellano Ríos hasta desembocar en la actual Abanca, que mantiene el liderazgo en el sector en Galicia”.

Rodríguez Seijo considera que “esa trabajada solución, que debemos reconocer a sus principales protagonistas, representa una mejor conformación de la oferta financiera en Galicia, preservando una oferta de créditos y servicios bancarios que, hoy por hoy, suponen una mejor competencia en la oferta en beneficio de los consumidores, pequeños negocios y pymes de Galicia”. La comunidad llega viva y con una entidad propia de referencia a la última estación que acabará conformando el mapa bancario español, algo que no pueden la mayoría de las otras autonomías.

PÚBLICO-PRIVADO. Reconoce que “desde el comienzo, las ayudas del sector público estaban firmemente condicionadas a no crear distorsiones en la competencia dentro del sector financiero”. No querían que subvenciones otorgadas temporalmente a las entidades ayudadas “terminaran convirtiéndose en ventajas sobre las que habían de soportar las consecuencias negativas de la crisis económica a costa de sus propios márgenes, o lo que es muy parecido, de sus accionistas, y empleados y clientes”.

Explica Rodríguez Seijo que se trataba de “preservar no sólo la solvencia de las entidades y la estabilidad de la economía en su conjunto, sino también, y no menos importante, los intereses de los clientes, de los ciudadanos en general”. El caso es que también admite que “el hecho cierto es que la mayor parte de las cajas de ahorros rescatadas han sido reinsertadas al sector bancario privado siendo absorbidas por una entidad bancaria privada”.

Con CaixaBank más Bankia, este experto en finanzas cree que “el riesgo de que se resienta la competencia en el sector es alta”. Las cifras más sencillas de datos de depósitos, activos, empleados y oficinas representan del orden del 25 % del total de mercado en España, argumenta. Junto al Santander y BBVA coparán “del orden del 75 % en activos y gestión de fondos o del 50 % en ahorros, seguros, y otros servicios financieros de gran interés general”, lo que supondrá “una clara posición de dominio en el mercado”.

Rodríguez Seijo cree paradójico que la operación se subordina el dictamen de la Comisión Nacional de Competencia, “que todo hace suponer que será posterior al protocolo privado de fusión-absorción”. A su entender existe “una potencial amenaza para la competencia en un sector clave” para pymes, microempresas y pequeños negocios, que “verán reducidas sus opciones para el acceso a los servicios financieros básicos, tanto los específicamente crediticios como otros servicios bancarios, y un posible aumento de las comisiones, precios y otras condiciones”.

La moraleja es que “se cierra un episodio con exiguos resultados: la solvencia apenas ha mejorado y el escenario sigue siendo adverso, los costes tanto directos como sociales, aunque en buena medida inevitables han sido elevados, y el sector está derivando hacia un grado de concentración que amenaza a la competencia deseable para un sector estratégico en un mercado esencial, el del dinero y el ahorro”.

Además, con CaixaBank más Bankia nace un banco aún más “too big to fail” –demasiado grande para caer– cuyos datos, según la Autoridad Bancaria Europea (EBA), “indican que todavía necesitaría de inyecciones de capital en el caso de un escenario económico adverso”.

Javier Rodríguez Seijo, economista del Grupo Colmeiro
“El único motivo de optimismo es haber ganado tiempo contra la tempestad a costa de sacrificios”
Señala que se desconoce el balance coste–beneficio de la fusión

“No hay más motivo de optimismo que el de haber ganado tiempo contra la tempestad, siempre a costa de sacrificios, y de un balance coste–beneficio que no se nos ofrece”, señala Javier Rodríguez Seijo a este periódico. “A falta de una evaluación final conjunta, entre la que se encuentra la diferida venta de la participación del FROB en Bankia, tengo dudas razonables acerca de la recuperación de muy buena parte de los más 40.000 millones de euros dispuestos del préstamo del MEDE”, indica el experto.

“A esta cifra debemos de añadir, en sencillo análisis de costes, las previas subvenciones al capital de las cajas, las aportaciones recibidas del Fondo de Garantía de Depósitos, las pérdidas de inversores societarios o particulares en participaciones de capital, bonos y cédulas participativas o acciones, además de los costes sociales transferidos de manera indirecta a los contribuyentes en forma de jubilaciones anticipadas, beneficios fiscales, disminución de ingresos tributarios municipales, etc”.

En la operación CaixaBank-Bankia “entre 10.000 y 15.000 personas serían afectadas” dentro de sus plantillas. Cree “de justicia afirmar que bien poco se puede objetar a la gestión de Goirigolzarri y su equipo ante una solución con el tiempo al límite, cuando diferir la venta en mercado bursátil de la participación del Estado ya no arroja en absoluto perspectivas más favorables en el valor de la acción de Bankia, justo cuando la posición del Estado tiene que dejar de ser mayoritaria”, transcurrido un “plazo razonable” desde al firma del protocolo pactado hace ocho años con las autoridades económicas europeas del MEDE.

“Aceptemos que resulta difícil pensar en recuperar la mayor parte de la ayuda pública recibida, a pesar de la profesionalidad desempeñada por los administradores que el FROB en sanear los balances de las entidades, ante las dificultades del sector en un escenario económico adverso”, sostiene. “La crisis económica, el estrechamiento de los márgenes financieros y los retos tecnológicos hacen que el sector se enfrente a retos inmediatos que sólo la tutela sostenida de la autoridad bancaria está pudiendo contener”, argumenta el experto, que “en todo caso, y en beneficio de la debida transparencia”, considera que “en algún momento deberíamos de disponer de un cálculo de los costes reales en su conjunto”.

22 sep 2020 / 00:00
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