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Javier Romero descifra en ‘Operación Marea Negra’ la agónica trama del batiscafo que partió del Amazonas con más de 3.000 kilos de coca colombiana y abordó en la Ría de Aldán // Un “viaje suicida” a Galicia con más de un infortunio TEXTO J. Garnelo

El ‘Plan B’ del narcosubmarino que narra un periodista gallego

Agonía, sudor, filtraciones o medicamentos para sobrellevar la situación. Todo ello convergió en la travesía que, entre mucha distancia y pocos metros cuadrados, realizó el primer narcosubmarino incautado en Europa: bajo la Ría de Aldán. Un “ataúd” confeccionado en la selva del Amazonas que inundó su interior de fariña colombiana para acabar, sin querer, en la costa gallega. Siguiendo un Plan B improvisado. Tras un “viaje suicida” de 27 días.

Es la historia que el periodista Javier Romero cuenta en su libro Operación Marea Negra, un relato tan real como increíble que descifra la infausta incursión por el Atlántico de unos hombres que han sido juzgados y en breve conocerán su sentencia. El vigués Agustín Álvarez y los ecuatorianos Luis Tomás Benítez y Pedro Roberto Delgado, tripulantes del semisumergible que llegó con más de tres toneladas de cocaína a Cangas (Pontevedra) en 2019.

Romero, natal de Galicia, entremezcla la calamidad y la suerte de una aventura que debía haber acabado frente al litoral de Portugal (a unas 270 millas desde Lisboa), donde se iba a realizar la descarga de la droga, pero que se vio truncada por un “problema mecánico” en el cilindro del motor de una de las planeadoras que iba a salir al paso del batiscafo: artefacto que con 35 centímetros de su casco sobresaliendo de la superficie era casi invisible.

En ese punto, dice, la necesidad de los involucrados de “mantener llamadas satelitales” con sus contactos en tierra fue aprovechada por las autoridades inglesas, que interceptaron dichas comunicaciones y avisaron al territorio luso por el Centro de Análisis y Operaciones Marítimas en Materia de Drogas (MAOC), provocando que el mencionado país saliera “inmediatamente con patrulleras y medios aéreos”. Incluso contando con el apoyo de “un barco de los Estados Unidos” que estaba por la zona y se sumó al fugaz operativo.

“Buscaban una embarcación, no se imaginaban en ningún momento que lo que estaban buscando era un semisumergible”, manifiesta Romero, evidenciando que entre la demora de la embarcación que tenía que recibir la cocaína en alta mar y el rápido despliegue de los efectivos policiales “se improvisa el Plan B”, que es “desplazarse a Galicia e intentarlo (la descarga de la fariña procedente de Vaupés, Colombia) allí”.

UN VIAJE DE MUCHOS PROBLEMAS. Ese no fue el único problema. Y es que, como comenta, durante este “viaje suicida” que relata en su obra, ya publicada, sus protagonistas tuvieron que enfrentarse (entre otros) a un fallo en el aparato que extraía el humo de la nave, una avería que empapó de aceite la misma (llegando a mezclarse con el agua que iba entrando en el batiscafo) o tres fortísimos temporales que “superaron milagrosamente” pese a desviar el narcosubmarino a una autovía de buques donde “casi son arrollados” por uno de los inmensos barcos que la transitaban.

“Se atribuye a la pericia del patrón y piloto el haberlo esquivado y el haber sobrevivido, sino pues hubiesen quedado ahí, hubiesen muerto en el más absoluto anonimato”, apunta el periodista, recordando el papel clave que jugó Agustín Álvarez, según indican las autoridades policiales y judiciales. Con ello, prosigue, otra cuestión “fundamental” fue el “conocimiento de las costas gallegas” a la hora de cambiar de rumbo.

Una vez la nave llegó a Galicia, al socorro de los primos ecuatorianos y este vigués --que habría dejado el boxeo con 23 años para buscarse la vida en Cataluña (donde presuntamente empezó a introducirse en el mundo del narcotráfico, conforme relatan las anteriores fuentes) y después en Madrid (donde los investigadores creen que habría comenzado a trabajar de manera estable en el turbio negocio)-- acabaron yendo “unos amigos de toda la vida”. “Unos chicos ajenos al narcotráfico” considerados el “eslabón más bajo pero que al final está acusado de colaborar aunque sea en forma de ayuda y, según Fiscalía, por un lucro. Un beneficio”. Al contrario, indemnes parece que quedarán los máximos cabecillas y verdaderos dueños del alijo, vinculados al gran Clan del Golfo.

UNA HISTORIA DESDE DIFERENTES PUNTOS. En Operación Marea Negra, que narra acertadamente la trama (aportando mucha más información) con el máximo rigor periodístico, quizás el mayor secreto reside precisamente en este viaje. En “pasar 27 días ahí dentro, en ese ataúd”. “Un contexto de agonía, de sudor, de filtraciones, de medicamentos para sobrellevarlo. Una atmósfera reducida y viciada”, resalta Romero, quien piensa que basta imaginarse sobrevivir a todo esto para “dimensionar la crueldad”. “Por mucho dinero que te ofrezcan es cruel someterse a ese castigo”.

Si pudiese preguntarle algo a los encausados, que se negaron a atenderlo, el periodista --que se interesó por el caso en el marco de su trabajo en La Voz de Galicia-- no duda: le gustaría centrarse en el contenido de la odisea marítima. “Seguramente hay cosas que se quedaron atrás, que no he podido recoger, y es a mi lo que más me obsesionó un poco en la reconstrucción del argumento”, dice. “Esos capítulos en los que me centro en lo que es la travesía, ellos, de hablarlo, los podrían enriquecer mucho más, porque al final son los que lo protagonizaron, los que lo vivieron, los que lo sufrieron”.

24 ene 2022 / 01:00
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