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Elogio de la cordura

    hoy domingo la ciudadanía gallega podrá ejercer su derecho al voto. En pocas ocasiones que se recuerden unas elecciones se habrán celebrado en condiciones semejantes a las actuales. Los desafíos a nivel económico que deberá enfrentar a la vuelta del verano quien esté llamado a presidir la Xunta de Galicia son todavía inciertos, como lo es el resultado de los comicios –al menos, en el momento de redactar estas líneas–, pero pocos dudan que se avecina una crisis sin precedentes en la historia reciente. El repentino y copernicano giro en las relaciones sociales ha afectado, como no podía ser menos, al mundo empresarial general, de modo que el futuro de miles de puestos de trabajo, la propia supervivencia de sectores enteros de la economía tal y como se venían concibiendo hasta ahora, las prioridades presupuestarias de las administraciones públicas y un largo listado de problemas han aflorado de golpe en el año en curso, emergiendo con un impacto y consecuencias difícilmente mensurables y evaluables a día de hoy, no solo en el corto, sino también en el medio e incluso el largo plazo.

    De ahí que, preocupadas por contribuir con soluciones en este compleja coyuntura, las integrantes del Club de Consejeras, dentro de la Asociación Gallega de la Empresa Familiar, hayan elaborado un decálogo como punto de partida “en favor de una nueva cultura de la empresa familiar en Galicia”, convocadas “por una preocupación común sobre o futuro próximo, pero también a largo plazo, de nuestra sociedad”. Se trata, en suma, de ver la responsabilidad social corporativa como una ventana de oportunidad para impulsar un conjunto de compromisos éticos de cara a “valorar el impacto de la propia actividad sobre la sociedad en su conjunto, con clara repercusión en la reputación de las empresas”.

    Ciertamente, las condiciones de aislamiento social y territorial decretadas en el marco de la pandemia global han puesto de relieve el protagonismo que pueden asumir las empresas familiares gallegas, en cumplimiento de sus propias estrategias de responsabilidad social corporativa, dadas sus características singulares, al menos en España; derivadas, en particular, de la íntima conexión que mantienen con su tejido social más cercano (habitualmente, el asentado en el territorio de su lugar de situación). De este conocimiento del entorno más próximo cabe extraer, entre otras cualidades, su versatilidad y resiliencia de cara a una reorientación, siquiera temporal, de sus actividades y objetivos, así como la imprescindible inmediatez de la respuesta en un escenario como el descrito, que implica asumir medidas de urgencia y abordar situaciones de extrema necesidad.

    Ante la perspectiva de una inminente recesión económica, cabe la posibilidad de que los gobiernos centren sus prioridades en la salvaguarda de concretos sectores considerados esenciales, pudiendo quedar otros menos atendidos de lo conveniente. Incluso, el eco de una eventual confiscación de recursos impuesta por los poderes públicos se deja oír en algunos discursos políticos (aunque no parece fácilmente cohonestable con el marco jurídico que implica la pertenencia al proyecto europeo). En este marco, el acuerdo y la mesura más elementales –la cordura, en fin– aconsejan buscar fórmulas imaginativas y efectivas de cooperación entre el sector público y el privado para poder sacar adelante proyectos de interés común que, tal vez, de otra forma serán desgraciadamente inabordables, considerando lo que está por llegar.

    El contexto descrito hace que sobresalga todavía más el potencial de colaboración de la iniciativa privada en proyectos de interés público, a través de figuras como el mecenazgo, posible estrategia de responsabilidad social corporativa a seguir por las empresas familiares gallegas; dado que sus singulares características pueden hacerlas idóneas para su empleo como medio útil para afrontar los retos futuros inmediatos, si concurren las pautas aconsejables de promoción de dicho instrumento por parte de los poderes públicos, al menos, en el ámbito local. El mecenazgo resuena así como una fórmula idónea para canalizar la iniciativa privada, de cara no solo a garantizar las actuaciones que cabe llevar a cabo de modo más inmediato, sino también para poder encarar una más que probable situación de alarma social y económica fruto de la recesión que se anuncia. Mucho tino y mucha suerte en su gestión a quien tendrá la responsabilidad de gobernarnos en semejante escenario. En suma, mucha cordura.

    11 jul 2020 / 21:02
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