En busca de una ciudad más amable tras la covid

Durante el confinamiento, el corazón de las ciudades se paró temporalmente. Y ahora se ha reactivado, pero con un ritmo más lento. Las personas necesitan calma. E incluso el urbanismo busca adaptarse a un ritmo más sostenible. Desde hace dos años, la revista Crítica Urbana ya apuesta por ciudades volcadas con los derechos humanos. Maricarmen Tapia, arquitecta e investigadora asociada de la USC, es la creadora de esta publicación digital desde O Seixo (Mugardos). Y en ella colaboran especialistas internacionales para vislumbrar la metrópolis del futuro. Según Tapia, “es interesante cómo la pandemia nos devuelve a la discusión del siglo XIX, cuado en el urbanismo nace la idea de la salud... las ciudades deben ser saludables, no sólo a nivel de higiene sino también mental y pensando en las comunidades”.

Nacida en Valparaíso (Chile), esta arquitecta doctorada en Urbanismo por la Universitat Politècnica de Catalunya colabora actualmente en proyectos como el Rexurbe de la Xunta de Galicia. Y ha trabajado con el gobierno chileno de Michelle Bachelet, entre 2014 y 2018. “Nuestra revista siempre se planteó como abierta a distintos países, porque aborda problemas comunes que afligen a cualquier parte del mundo”, indica. Se aborda un urbanismo “enfocado a los derechos humanos y con respeto al medioambiente”.

A raíz del coronavirus, surgen preguntas sobre cómo se desarrollarán a partir de ahora las ciudades: “Y son un desafío para los políticos y el mundo académico, hay que repensarlas para que se centren en las personas y se baje el nivel de desigualdad en el acceso a los servicios o las viviendas”. Maricarmen Tapia considera que “la pandemia mostró una deuda que se denunciaba desde hace tiempo”. En ese sentido, siempre defendió “ciudades amables que permitan las interrelaciones” y que podrían aplicarse a la actual realidad en la que se han priorizado los paseos. Tapia apuesta por urbes que sirvan de espacio para el encuentro y la educación, “donde puedan convivir las diferentes edades, desde que eres un niño hasta el descanso de la jubilación, pasando por la época del trabajo”.

Regresa el eterno debate: ¿es mejor vivir en una gran ciudad, en una pequeña o volver al campo como se han replanteado muchos debido al confinamiento? Esta investigadora matiza que “antes hay que trabajar en reducir la brecha de la desigualdad, en reforzar el acceso de servicios básicos (luz, agua) que ayuden a cuidarse para no contagiarse”. En esa elección (campo, ciudad) también resulta determinante “el número de camas y doctores, una encuesta reciente muestra que entre las distintas comunidades hay una gran diferencia para acceder a profesionales médicos”. Y añade otros factores como la proximidad de los colegios o del comercio, para restringir movimientos y reducir la posibilidad de contagios ante la covid.

Como investigadora asociada de la Universidade de Santiago de Compostela, detecta un importante problema en la rehabilitación de cascos urbanos: “Galicia tiene un gran patrimonio histórico, pero hay mucha vivienda en abandono, mucha secundaria y edificios patrimoniales en ruina”. Estima Tapia que son “porcentajes difíciles de asumir por los municipios”. Y destaca “el esfuerzo de la Xunta para la rehabilitación integral con dotación de equipamientos para atraer residentes”.

Con el gobierno de Bachelet, trabajó en la implementación de políticas de ordenamiento territorial y rural. “Fue muy complejo porque yo llegaba del mundo universitario y de la demanda ciudadana, hubo que luchar contra muchos intereses contrarios a los cambios sociales ya que se benefician de la desigualdad”, explica Tapia. Y también señala cómo la burocracia puede impedir los avances. Pero califica su experiencia como “muy interesante”, siempre en lucha por un mundo mejor.