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El Erpol busca que se considere “grupo criminal” a siete personas que actuaban en O Portiño y distribuían dicho marisco con “aire de legalidad” al poseer una licencia

En la basura o bajo la maleza ocultan el percebe los furtivos

Enterrados en matorrales o escondidos en contenedores. Allí el Erpol descubrió 26 kilos de percebe camuflado por siete furtivos acusados de pertenencia a “grupo criminal”, un delito que podría conllevar penas de uno a tres años de cárcel.

Así aparece en las diligencias que presentó dicho cuerpo el pasado 22 de enero, apuntando que este colectivo habría estado efectuando dichas actividades en A Coruña, en este caso por O Portiño, donde les investigaban desde octubre del 2020.

Los encartados como autores de la extracción ilícita de este crustáceo en el litoral coruñés son reincidentes en materia de furtivismo, pues ya han sido reconocidos en numerosas ocasiones durante los últimos años por el Erpol (Equipo de Resposta Policial), una unidad del CNP adscrita a la Xunta de Galicia.

TÁCTICAS Y REFUGIOS PARA ESCONDERLO. Entre las técnicas que emplearon los furtivos para ocultar aquel material que capturaron, sus agentes detectaron escondites como “huecos y agujeros naturales en zonas de difícil acceso”, generalmente entre rocas. Según informan desde el Erpol, también llegaron a alterar incluso el entorno; práctica que quedó demostrada cuando procedieron a enterrar el marisco debajo de unos matorrales que antes habían arrancado del suelo.

Igualmente, aprovecharon distintos elementos del mobiliario urbano para camuflar estas capturas, como fue el caso de los contenedores donde tiraron parte del botín, además de meter algo en diversos recovecos del maletero de uno de sus coches.

modus operandi. Cuando finalizaban la faena, solían abandonar las inmediaciones después de guardar previamente la mercancía obtenida, que más tarde recuperaban, concretamente al reducirse la marea o durante los anocheceres.

Todos estos métodos de encubrimiento, conforme destaca el Erpol en las diligencias practicadas, se realizaron sin tener en cuenta las más mínimas medidas higiénico-sanitarias, incumpliendo completamente la normativa vigente en relación a la extracción, manipulación, conservación y transporte del percebe.

Por ello, la posibilidad de contaminación del producto en el final de la cadena alimenticia, así como su deterioro, se multiplicó de manera “exponencial”, poniendo en riesgo la salud de aquellas personas que finalmente consumieron este crustáceo. Quizás en malas condiciones.

colectivo muy organizado. Entre las razones principales por las cuales estos siete individuos deben ser considerados “grupo criminal”, el Erpol apunta que dichas personas han extraído ilegalmente el percebe de forma continuada y prolongada, formando un grupo homogéneo en donde desempeñan roles y puestos distintos en función de cada día.

Con ello, disponían de varios vehículos diferentes, que utilizaban para realizar su actividad furtiva, existiendo (tras acabar la misma) un reparto de los beneficios. Eso ocurría una vez juntaban los percebes que habían conseguido cada uno, procediendo después a seleccionarlos para vendérselos a terceros.

En este contexto, las autoridades evidencian que en la mayor parte de las ocasiones esa distribución pasó por utilizar la licencia que posee uno de ellos, J.G.C, con el objetivo de dar “un aire de legalidad” a la mercancía por si eran requeridos para ello.

impacto medioambiental y daño económico. El Erpol también recoge en sus diligencias, en colaboración con la Cofradía de A Coruña, que evidenciaron como la mayor parte de los días esos implicados acudían a zonas que estaban vedadas, cerradas totalmente al marisqueo, ocasionando no solo un gran perjuicio económico, sino también medioambiental.

31 ene 2021 / 01:00
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