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Galicia: identidad xacobea y avance democrático

Vicepresidenta segunda del Congreso de los Diputados

Resiliencia, gratitud, entusiasmo: no se me ocurren otras palabras para describir la actitud de los peregrinos que han vuelto a echarse al Camino de Santiago en número no sólo semejante a los que se registraban antes de la pandemia, sino incluso mayor. Con este Xacobeo prolongado, asistimos al fin del doloroso hiato que supusieron los años del COVID-19 en la curva ascendente que empujaban, desde 1970, cantidades siempre mayores de visitantes deseosos de abrazar al Apóstol. Transformada en un mensaje ancestral, la sede compostelana nos sigue invitando a retomar el camino y a conquistar las metas que debemos continuar persiguiendo con el optimismo y la responsabilidad de quienes nos sentimos comprometidos con la construcción de una sociedad mejor.

Seguramente no había en nuestros tiempos ningún autor que, como el gran historiador, tristemente fallecido, Fernando García de Cortázar, fuese capaz de sintetizar con tanto acierto, tanta brillantez y tanta belleza esa alianza entre nuestro pasado y nuestro porvenir: “La rosa de piedra gallega –dejó escrito en su imprescindible Breve historia de la cultura en Españapronuncia la más clara afirmación de la leyenda y de la imaginación como origen de utopía y de esperanza”.

La cita resulta esclarecedora porque a las raíces sagradas e inmemoriales de la identidad gallega se ha unido también, durante este Año Santo, la celebración del cuadragésimo aniversario del referéndum con el que nuestros ciudadanos pudieron asumir libre y voluntariamente los derechos y deberes vinculados a esa identidad. El 20 de octubre de 1981, el voto popular nos permitió dotarnos de un Estatuto de Autonomía y de unas instituciones destinados a proteger y a promover, en el marco garantista de nuestra Constitución, la riquísima personalidad histórica, cultural, lingüística y social de Galicia, dentro de la empresa común que suscribía la nación española para caminar junta hacia los más altos y justos objetivos del desarrollo humano.

Los frutos de esa decisión constituyen hoy, también, un importante patrimonio de la sociedad gallega, representado por las conquistas y mejoras in-troducidas en esas 439 leyes que ha aprobado nuestro Parlamento autonómico, y que la casa de todos los gallegos ha editado recientemente con el título de Código Parlamentario de Galicia.

La posibilidad de trabajar por nuestra tierra y nuestra sociedad se ha traducido en avances muy importantes para todos los ámbitos de la vida en Galicia: desde la educación hasta la sanidad; desde la ciencia hasta la cultura; desde el emprendimiento hasta la inclusión. Y no puedo dejar de poner un énfasis muy señalado en los progresos que hemos conseguido en materia de igualdad entre hombres y mujeres.

No debemos perder de vista que, durante la primera legislatura, nuestro Parlamento autonómico contaba únicamente con tres mujeres diputadas: hoy, esa cifra se eleva hasta 40 de los 75 escaños que conforman la Cámara; de modo que la presencia femenina supone el 53,3% de la representación política de los gallegos.

Pero esos logros no se limitan a la esfera de lo político, sino que se reflejan también en aquellos sectores de la sociedad que, afortunadamente, los ciudadanos deben poder explorar y desarrollar con la fuerza de su iniciativa. Así, debemos felicitarnos porque, en 2021, la Estrategia de Economía Social de la Xunta de Galicia superó uno de sus más importantes objetivos: que la mitad de las personas socias promotoras de cooperativas fuesen mujeres. Alcanzamos el 50,79%: un 13% más que lo que había en 2019.

Por supuesto, los preciadísimos avances que hemos conseguido no deben verse como una invitación a dormirnos en los laureles, sino a seguir trabajando –máxime cuando sabemos que no son pocos los problemas que se abaten sobre el mundo y sobre la España de hoy. Pero la historia de nuestros aciertos democráticos y sociales debe renovar la fe en todo aquello que podemos conseguir juntos con ese sentido de la solidaridad y de la generosidad tan distintivo de los gallegos; un sentido que, desde hace siglos, nos lleva a proclamar al mundo que el tesón y la buena voluntad reciben siempre su recompensa.

Es, pues, el momento de recuperar ese mensaje, ahora que –como decía Cunqueiro– “el camino ha despertado de un largo sueño, y otra vez se escuchan, como antaño, las voces de las naciones”.

25 jul 2022 / 01:00
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