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Galicia se sitúa a la cabeza en el consumo de opioides

Preocupa en Sanidad el abuso de este tipo de medicamentos, con gran riesgo de adicción, para el tratamiento de dolores crónicos no oncológicos // El más utilizado es el fentalino, un analgésico muy fuerte parecido a la morfina

Galicia se posiciona a la cabeza en el consumo de opiáceos y fue la segunda comunidad autónoma con la mayor dosis de fentanilo por cada 1.000 habitantes/día (DHD): un analgésico fuerte y sintético, parecido a la morfina, pero incluso 100 veces más potente. Únicamente por detrás de la Comunidad Valenciana (3,75 DHD), los datos de nuestra autonomía (3,37 DHD) suponen 9.000 dosis diarias del fármaco, empleado para aliviar el dolor intenso agudo y crónico.

Los datos, relativos a hace cuatro años, pueden extraerse del Informe de utilización de presentaciones farmacéuticas con el principio activo fentanilo en la prestación farmacéutica ambulatoria del SNS (2013-2017), documento analizado junto al Informe de utilización de analgésicos opioides en la prestación farmacéutica ambulatoria del SNS (2013-2019) en el Plan de optimización de la utilización de analgésicos opioides en dolor crónico no oncológico en el Sistema Nacional de Salud, publicado este 2021, recientemente, por Sanidad.

En relación al primer documento analizado, el estudio del Ministerio remarca que en 5 años se ha incrementado de forma considerable el consumo de fentanilo a nivel nacional. En concreto el número de envases facturados de este sustancia ascendió un 39,6%, subiendo 52,12% en importe y un 33,67% en el número de dosis diarias definidas (DDD).

A nivel autonómico, sitúa a Galicia como la segunda CCAA que más dosis de fentanilo distribuye por cada 1.000 habitantes/día, con una media de 3,37 DHD alejada de regiones como La Rioja (1,54) y Navarra (1,6).

En cuanto al siguente documento estudiado (en relación al consumo y empleo de “opioides mayores” en el SNS), las autoridades sanitarias evidencian que Galicia, C. Valenciana y Cantabria son las CCAA con mayor utilización de los citados analgésicos. Con ello, añade que existe una gran variabilidad en el uso de opioides entre las diferentes CCAA, siendo el rango de DHD entre 3,57 y 7,74.

Dentro del análisis autonómico y por estupefacientes, el fentanilo tiene un mayor empleo en la C. Valenciana, seguida de Galicia y Asturias. El tapentadol en Galicia, C. Valenciana y Cantabria. La buprenorfina en Cantabria, La Rioja y, en tercer lugar, Galicia. Y la oxicodona y naloxona en Castilla‐La Mancha, Cantabria y Galicia. Así pues, puede observarse una problemática que obedece al noroeste español principalmente (el mayor consumo de estos tipos se da en la comunida gallega y Cantabria) con la peculiaridad de la C. Valenciana.

más de 4.000 PACIENTES con FENTANILO. “Tenemos a 4.043 pacientes con fentanilo transmucoso, en estos momentos desconocemos su diagnóstico”, remarcan los expertos autonómicos sobre los dolientes que estaban siendo tratados con dicho fármaco en el momento de redacción del Plan de optimización de la utilización de analgésicos opioides en dolor crónico no oncológico en el Sistema Nacional de Salud, aprobado por la Comisión Permanente de Farmacia el pasado 13 de julio y posteriormente autorizado por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud el 22 de septiembre. No obstante, tal como añaden, sí sabían que “221 (5.46%) no llevan asociado tratamiento de base”.

A este respecto cabe destacar que el tiempo de prescripción del fentanilo transmucoso es de un mes en la comunidad gallega y el número máximo de envases que cada persona puede adquirir es de uno por receta (dos en caso de ser parches).

En esta línea, entre diciembre del pasado 2017 y noviembre de 2019 en Galicia se evitó la prescripción concomitante de diferentes fármacos, entre ellos los opioides mayores y menores, reduciéndose en un 9,44% el número de pacientes que los consumieron (de 3.561 a 3225).

especialistas
“Sí es un problema”

Sobre las conclusiones del plan publicado recientemente por el Ministerio de Sanidad, Paula Blanco, farmacéutica en Pontevedra, remarca que el aumento en el consumo de opiáceos y los altos indicadores que muestra Galicia en esta línea son un “problema”. “Según mi punto de vista sí es un problema, ya no solo a nivel económico en cuanto a las comunidades, porque son medicamentos muy costosos para el Sistema Nacional de Salud, sino en cuanto a que no dejan de ser derivados de opiáceos que acaban enganchando, realmente tienen una dependencia en el paciente”, apunta al respecto la profesional.

Esta clase de fármacos “trata el dolor pero no cura el problema por así decirlo, por eso suelen estar más asociados a personas en tratamientos oncológicos”, añade Blanco, quien también comenta que además de crear “farmacodependencia” los efectos secundarios de los mismos suelen ser siempre “cansancio” e incluso “vómitos y náuseas en gente que no esta acostumbrada” o “dolor muscular”.

“no sientan bien pero para gente que tiene mucho dolor pues obviamente les mejora”, añade sobre los opiáceos analgésicos como el fentanilo que es “más fuerte” que otros como la buprenorfina, por ejemplo. ”

“sí que ha habido un aumento en el consumo de estos fármacos”, subraya por otro lado la farmacéutica pontevedresa, que no sabe muy bien a que se debe. En este contexto, remarca que estos estupefacientes “requieren una homologación por parte del médico”. “Si a mi me vienen con una receta muface o isfas yo no se lo puedo dar sin más sino que necesito un informe médico, es decir, no cualquiera puede adquirirlos”, sentencia Blanco.

Medicamentos en determinados casos desaconsejados con riesgo en mayores

Santiago. “Hay una preocupación por este tema desde hace unos años, por la utilización de los opioides en el dolor crónico no oncológico”. Así lo destaca la farmacéutica Rosana Castelo, vocal de Servicios de Atención Primaria del Colegio Oficial de Farmacéuticos de A Coruña. Según la especialista, “se considera que este tipo de medicamentos se están utilizando de manera prolongada, es decir, durante mucho tiempo” en pacientes en los que incluso no se recomiendan estos analgésicos.

Tal como explica, los mismos no son “muy efectivos” en dolencias como la fibromialgia, determinados tipos de neuralgia, neuropatías o dolores por problemas de circulación arterial, entre otros ejemplos. En estos casos, existe “evidencia suficiente para desaconsejar este tipo de medicamentos y especialmente tal como se vienen prescribiendo”, cuenta Castelo, indicando sin embargo que en muchas ocasiones se acaban recetando porque no existen “herramientas suficientemente efectivas para tratar este tipo de dolores”.

A ello, añade que “lo que tenemos en nuestro sistema sanitario es que el acceso al medicamento es mucho más fácil que el acceso a otro tipo de tratamientos no farmacológicos como pueden ser la rehabilitación o el ejercicio físico”. Además, en el caso de Galicia, un factor que podría haber propulsado los datos autonómicos respecto al consumo de estos fármacos es la receta electrónica.

Saben que la misma ha generado distintas dispensaciones innecesarias “de muchos grupos farmacoterapéuticos”, dice, sobre unos medicamentos que pueden llegar a producir “problemas cognitivos” como “confusión mental, alucinaciones, o agitación”, algo especialmente importante cuando se recetan a mayores, puesto que “pueden poner en riesgo su capacidad cognitiva”.

En cuanto al perfil que suele consumir estos fármacos, Castelo explica que por un lado estarían personas mayores “con dolores articulares” y por el otro mujeres de mediana edad con dolores neurológicos o neuropáticos. Todas ellas “personas que no consiguen tener un alivio del dolor físico que padecen”. R. PONTE

Efecto cuello de botella: un problema asistencial serio en las unidades del dolor
El doctor Sueiro destaca que el envejecimiento poblacional es una de las razones de
este consumo problemático

Santiago. Para Jesús Sueiro, médico en el centro de salud Concepción Arenal (Santiago) y portavoz de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria, los datos que reflejan cómo Galicia es una de las comunidades “líderes” en el suministro y consumo de opioides están ligados “lógicamente” al “envejecimiento poblacional”. “Cuanto mayor es la edad de la gente más patología articular dolorosa, y más uso de opiáceos, lo cual no quiere decir que sea bueno”, apunta el especialista, quien indica que “el problema es que estamos usando opioides en indicaciones no del todo convenidas”.

Según cuenta el doctor, dentro de la “escala analgésica” hay varios escalones: el primero serían los analgésicos típicos (como paracetamol o los antiinflamatorios), en el segundo se enmarcarían los opiáceos menores (como por ejemplo el tramadol, la codeína y otros similares que son derivados del opio pero menos adictivos e intensos en el tratamiento del dolo), y en el tercero estaría la morfina, el fentanilo y los opiáceos mayores (los más potentes).

Pero además, añade, hay un cuarto escalón, los tratamientos que se llevan a cabo en las unidades del dolor, que son “de tipo mecánico” (como bloqueos facetarios). “Cuestiones que se tienen que hacer lógicamente en hospitales, con personal específico dedicado a esto y con conocimiento, con controles ecográficos y muchas veces ecoguiados”, destaca al respecto Sueiro.

Precisamente ahí, en las unidades del dolor, es donde a ojos del médico hay “un problema asistencial serio”. En este sentido, señala que “la capacidad de derivación y de solución de estas unidades es muy pobre”. “Tarda mucho tiempo y al final lo nos esta condicionando tanto a los médicos de primaria como a otros especialistas”, añade, puesto que a estas unidades van pacientes de primaria pero también de traumatología, reumatología o neurocirugía, entre otras especialidades. De este modo, indica, la lentitud en la atención a los pacientes genera “un cuello de botella y una cantidad de gente que está tomando mientras tanto dosis en muchas ocasiones excesivas de opioides mayores”.

DEPENDENCIA Y MÁS EFECTOS. Ya en relación a los fármacos y sus efectos, uno de los problemas de los opioides es que para el dolor agudo valen muy bien pero para un dolor crónico (no oncológico) ya no tanto, pues estos analgésicos traen consigo calma pero también dependencia (adicción) y generan tolerancia (cada vez se necesita más dosis para conseguir el mismo efecto). Por este motivo, en personas que presentan esta clase de cuadros, los sanitarios se encuentran con que sus pacientes no mejoran con el paso de los años pero sí aumenta la cantidad del medicamento que necesitan.

“Llega un momento que ya no distingues si lo que tiene esta persona es un dolor por su patología o es un dolor debido a la dependencia de los opiáceos” cuando se les quita o se les baja la dosis, apunta Sueiro, evidenciando no obstante que “no hay un peligro serio de hiperdosificación”.

“En cierta medida sí que hay cierto grado de control porque estos medicamentos solo se pueden prescribir de tres meses en tres meses y la gente necesita llamarnos o venir a la consulta para prorrogar la prescripción. Evidentemente si una persona viene antes de tres meses nos damos cuenta de que está tomando más de lo que debe, y ahí si que nos salta la alarma”, sentencia el doctor. v.pardo

06 nov 2021 / 23:40
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