Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

“Había muchos nervios y ataques de ansiedad”, dice un viajero del Alvia

El pasajero admite que el recuerdo de la tragedia de Angrois apareció en el convoy

Santiago. “Había gente que salía nerviosísima. Hubo ataques de ansiedad”. Alberto Gálvez tiene hoy 27 años. Recién estrenada esa década vital, vio por televisión el descarrilamiento de un Alvia en Angrois, en la víspera del Día de Galicia. Aquel terrible episodio del 24 de julio de 2013 regresó con toda su crudeza y decibelios a su mente. Y, en los primeros instantes, eso mismo les ocurrió a muchos otros viajeros este martes.

Esta vez, este joven de Zaragoza, con pareja en Santiago de Compostela (Nora), no estaba ante una pantalla. Él iba en el tren que realizaba la ruta Ferrol-Madrid y que sufrió un trágico percance a la altura de la base de La Hiniesta, a 8 km en Zamora, al precipitarse desde un paso elevado un vehículo todoterreno contra el que impactó la cabeza tractora de ese convoy.

Los peritos inspeccionado ayer la zona de la vía que este pasajero jamás olvidará. Un topetazo, los servicios de emergencia, gritos, llanto, heridos (siete, uno grave y seis leves) y muertes (dos).

“Una pena, toda la gente que salió lesionada, el conductor del coche de 89 años, el maquinista de 32”. El primero, pereció en el acto. Y el segundo, no recuperó pese a las maniobras de reanimación durante casi dos horas. Era Álex Pedreira, coruñés, hijo de familia ferroviaria. Estaba en su fase de homologación de maquinista de larga distancia. Semanas antes de la pandemia había conseguido el traslado a su tierra, desde Portbou, la localidad más septentrional del mar mediterráneo, donde ejercia en servicios de mercancías.

El maquinista titular al que acompañaba quedó, como él, atrapado en la cabina, y está grave. Alberto Gálvez iba en los últimos vagones. “Notamos un frenazo gordo”, cuenta a Efe, y añade que “el susto fue mayor cuando vimos la máquina volcada. Los más jóvenes ayudamos a la gente mayor, o con dificultades, a salir”.

DEL AGOBIO A LA CALMA. La alarma inicial quedó mitigada cuando todos comenzaron a ver que la gente sin problemas de movilidad empe- zaba a salir por su propio pie. “Entonces detectamos que algo en la máquina había tenido que pasar, porque se llevó la peor parte”.

Alberto debió ayudar a decena y media de personas, de las que tenían dificultades, calcula, y colaboró con el transporte de maletas, sobre todo con dos “que pesaban mucho”. Con esos portes, recorrió más de un kilómetro.

Las fuerzas y cuerpos de seguridad llegaron “enseguida”. Policía Nacional, Local, Guardia Civil, Protección Civil, Bomberos, ambulancias... “Todos se portaron con muchísima humanidad. Nos preguntaban ochenta veces si estábamos bien, si echábamos en falta algo o a alguien”.

Alberto no tiene secuelas. Llegó a Madrid, capital en la que reside desde hace tres años, con apenas dos horas y media de retraso. “Eso da muestras de que la actuación fue muy rápida”. Al norte se había trasladado esta vez por trabajo durante cuatro días.

Santiago tiene muy presente la tragedia que acabó con muchas vidas, ochenta, y partió por la mitad otras tantas. “No fue lo mismo. Este tren no llegó a volcar. Pero es lógico acordarse de aquello y asustarse”, concluye Alberto, quien vuelve a lamentar el saldo mortal registrado en 2013 y en éste. ana martínez

03 jun 2020 / 22:52
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
Tema marcado como favorito