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La ciencia nos mola

    LA FUNDACIÓN BBVA acaba de publicar los datos de su estudio sobre la “Cultura Científica” en España, Alemania, Francia y Reino Unido. Para realizarlo se hicieron unas 6000 entrevistas telefónicas a finales de 2022 a personas de 18 años o más, y con perfiles muy diversos de edad, estudios, creencias e ideología política.

    Del contenido de este interesante estudio me interesan especialmente los datos relativos al grado de conocimiento y familiaridad que tenemos respecto a la ciencia y a los científicos. Un resultado que invita al optimismo es la evolución muy positiva sobre el interés que tenemos por los temas de ciencia, hasta el punto de estar a día de hoy a la altura del resto de países analizados, cuando la situación a principios de la década pasada era muy desfavorable en este sentido.

    Sin embargo, y una vez más, la familiaridad con los grandes científicos y científicas es claramente deficiente en nuestro país. Como cabría esperar, en cada uno de los países estudiados se acentúa la relevancia de los científicos nacionales, pero en España estamos a considerable distancia del resto. Hasta tal punto es así, que solo un 7% de los españoles encuestados incluyó a Ramón y Cajal entre los tres científicos más importantes en la historia de la ciencia. Es más, si consideramos los mencionados en primer lugar, el 5,4% citó a Severo Ochoa y solo un 3,6% a Santiago Ramón y Cajal. Cierto es que con ellos se acaban nuestros Premio Nobel en ciencia, por desgracia. Margarita Salas, la primera mujer en la lista, fue citada en primer lugar por solo dos de cada cien personas.

    Por cierto, ante mi decepción por el desconocimiento que tenemos de nuestros científicos, incluso de los más insignes, interrogué a ChatGPT, el juguete universal de estas navidades, para que me diese cinco nombres de científicos españoles reconocidos internacionalmente. Empezó bien, precisamente con Ramón y Cajal, nuestro científico más relevante de siempre y uno de los más importantes del mundo, de todos los tiempos y de cualquier disciplina. No olvidemos que este Santiago fue quien abrió la puerta al más desconocido y complejo sistema del universo: nuestro cerebro. Pero ahí se quedó el acierto del chatbot, ya que el resto de nombres fueron uno aparentemente inventado, otros dos buenos científicos, pero extranjeros -un argentino y una chilena, a la que, por cierto, le atribuyó un Premio Nobel sin tenerlo-, y Hernán Cortés. Sí, el mismo en el que están pensado, ¡el conquistador! Vamos, que es como si hubiese confundido colutorio con supositorio.

    La mayor parte de las respuestas, tanto en España como en los otros países, coinciden en opinar que las teorías científicas están influidas actualmente por la política, pero esta opinión está mucho más presente aquí, donde así lo piensan dos de cada tres personas. No obstante, las expectativas hacia diferentes tecnologías y aplicaciones científicas son predominantemente positivas, y superiores en España a la media de los cuatro países analizados. No siendo de las mejor valoradas, casi dos tercios de las respuestas han sido optimistas con la inteligencia artificial. Curiosamente, al revés que en el caso del “Big data”, a pesar de su íntima relación con la IA.

    Esta visión positiva de la ciencia, que tanto me agrada, sin duda influye en la confianza que depositamos los españoles en los distintos grupos profesionales. En una escala de 0 a 10, los médicos (7,5) y los científicos (7,1) somos los únicos que sacamos un notable, y tres son los que suspenden: empresarios (4,9), religiosos (3,6) y políticos (3,1). Quizá si la política se apoyase más en la ciencia y la apoyase más, dejaría de estar a la cola. En cuanto a la religión, solo una de cada 20 respuestas está a favor de que esta ponga límites a los avances científicos, frente a un 20% en Reino Unido. También somos los que menos apoyamos que la ciencia se someta a ciertos límites éticos, si bien aquí somos más del 40% quienes consideramos que así debe ser.

    Un indicio de que las respuestas no son en general el resultado de un pensamiento ingenuo o ilusorio, es que, de los cuatro países estudiados, en el nuestro juzgamos peor la contribución que hacemos al progreso científico mundial. Solo una de cada dos respuestas es positiva en nuestro caso, frente a 8 de cada 10 en Alemania y 7 de cada diez en Francia y Reino Unido. También nuestra opinión es mucho más negativa a la hora de valorar el apoyo que dan las empresas al desarrollo científico. En definitiva, somos pesimistas bien informados.

    Cuando oigo “cultura” desenfundo mi pistola, es una frase bien conocida, atribuida apócrifamente a diversos dictadores y otros fachas, algunos patrios. Por lo que se ve, al menos si es “cultura científica”, es posible que la vuelven a enfundar.

    08 ene 2023 / 01:00
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