La formación para la empleabilidad

El gran drama que sufre la sociedad actual gallega y española es la dificultad que tienen los jóvenes para encontrar un empleo digno. El paro, el subempleo y los bajos salarios atentan contra la dignidad de nuestros jóvenes, que se ven frustrados para desarrollar la vida con optimismo. Los datos son preocupantes porque nada menos que un 40% de los jóvenes en edad de trabajar están en el paro. Muchos no han llegado siquiera a su primer empleo.

En la formación reglada u obligatoria tenemos un 13% de abandono escolar, es decir personas que se lanzan a cualquier tarea, más bien marginal, sin la formación básica debida, por razones de necesidad o por falta de tutela, de disciplina. Son multitud los que terminan alguna carrera universitaria y se ven abocados al subempleo, que también es claudicante, porque no tienen la orientación debida, porque no encuentran oportunidad en su ámbito local.

Los que luchan por seguir su vocación se tienen que ir a otros países de Europa como pasa con los médicos, entre los que cada año emigran a Europa unos 5.000. Este es el panorama que tenemos cuando ahora el 25 de julio vamos a celebrar el Gran Día de Galicia.

Pero no soy pesimista. Todos los especialistas apuntan a que en buena medida la solución a estos males reside en la formación. Formación adecuada, complementaria o especializada, o aquella otra que se denomina “formación a lo largo de la vida”. La formación debe estar enfocada hacia las necesidades del tejido productivo.

Resulta preocupante que, en España, en estos momentos hagan falta cientos de miles de profesionales en distintos ámbitos de actividad. Son recientes las estadísticas que indican que los empresarios de diversos sectores lamentan que no encuentren gente preparada en el sector servicios (hasta faltan camareros cualificados) en el de la logística, en el turismo y no digo nada del área de la tecnología: en este caso el problema afecta a toda Europa.

La formación debe ser práctica para ser útil. “Si lo que te han enseñado no lo puedes aplicar de forma inmediata, no te han formado, te han entretenido” decía Jean Piaget, el excelso psicólogo estudioso de la inteligencia y de la infancia. Puede ser remota o presencial, pero tiene que estar enfocada a las necesidades reales de las empresas en la sociedad que vivimos.

Debe tener una base sólida de tecnología y de idiomas, aparte de los conocimientos específicos que requiera el oficio. El ejemplo de Finlandia es el mejor porque parten de esta premisa en la formación -tecnología e inglés u otro idioma- y no tienen paro.

La formación universitaria o la de formación profesional no lo puede todo, por lo que hay que recurrir a cursos que especialicen a la persona. Por ejemplo, en el sector del seguro hay una imperiosa necesidad de especialistas en algoritmos o datos para aplicar a los riesgos. Hay que descender cada vez más al nivel particular y a la especialización.

Otro grave error, que empecina la proyección laboral de los jóvenes y más maduros, es creer que con un título ya se culmina la parte formativa de la persona. Para poder avanzar hay que formarse permanentemente. De ahí la denominación de “formación a lo largo de la vida”.

En cualquier ámbito de actividad o conocimiento surgen novedades, avances que se han de conocer para que la persona no quede desfasada. Esto especialmente aplica a los mayores de 40-50 años que tienen que hacer un esfuerzo por ponerse al día, especialmente en el campo de las tecnologías en un ambiente de transformación digital que se produce en cualquier sector. Quien no lo hace, sucumbe.

Otra consideración importante es convencer a los que van a iniciar su vida laboral en que el autoempleo es una buena salida, con buena preparación. Convencerles de que “si haces algo competitivo, puedes triunfar ofreciendo tus servicios, sin tener que recurrir a un empleador”. Los que montan su empresa acaban contratando gente, aunque algunos fracasen en el primer intento.

Hay soluciones. Hay cursos y programas de formación realmente eficaces para el empleo. Si analizamos el triunfo de mucha gente, nos encontramos indefectiblemente con la buena formación, aparte del empeño, la suerte, etc.