Lomo plateado

Por Guillermo de Saint Malo Eleta / CEO de ELETa Panamá

Sin un destino cierto, solo un camino que se labraba hacia una visión concreta, Manuel vivió su vida. Si bien mi suerte en conocerle llegó hace solo un poco más de diez años, este gran hombre a quien llamaba yo Lomo Plateado, me mostró que en la vida lo que importa es el camino que recorres y como lo recorres. Hombre de pocos amigos, noble de actuar, y con enseñanzas en sus palabras y en sus acciones. Mientras más duro trabajas, más suerte tendrás y así cultivó su suerte.

La energía hacia el trabajo, hacia las relaciones, la autenticidad en su actuar, sumado a la imposición de urgencia en todo y finalmente siempre, SIEMPRE hacer lo correcto. Y aunque NO siempre lo moral y lo económico están alineados me enseñó que lo primero es lo que debe regir las decisiones ante los retos de la vida.

Un día, al salir de la oficina en La Coruña, camino hacia el aeropuerto, una taxista me recogió. Ella, al ver que salía yo de la oficina de Inveravante, me mencionó que había trabajado en Caramelo. Cuento largo hecho corto, me comenta de la grandeza de Manuel, de su hija Felipa y de lo agradecida que estaba de como ellos atendieron a los colaboradores de la empresa, antes que nada. Eso dice mucho de Manuel, pues impartido en su hija, en su hijo y en su gran equipo de trabajo, está esa humanidad tan necesitada hoy en el mundo que vivimos. Siento el corazón muy apretado al saber que no podré gozar de mis conversas con Lomo Plateado, de seguir construyendo proyectos juntos y sobre todo de sus enseñanzas ilimitadas sobre la vida.

Al gran empresario, increíble cocinero, campeón ebanista, fabuloso esposo, ejemplar padre, cariñoso abuelo y formidable socio voy a extrañar. Mientras Dios me dé salud me aseguraré seguir con la trocha siempre iluminando con tus enseñanzas. Me despido con el sobrenombre que me puso/impuso él: Papi.

Reposan con los de su añorada hija María José, tras el entierro íntimo en A Coruña

A Coruña. Los restos mortales del empresario Ma-nuel Jove Capellán, fallecido este pasado jueves, a los 78 años, fueron incinerados en la intimidad familiar y reposan ya junto a los de su añorada hija Ma-ría José. Su viuda Amparo Santos, sus hijos Felipa y Manuel Ángel, y el resto de sus descendientes están ahora sumidos en una enorme tristeza, pero tranquilos y resignados.

La ciencia médica hizo cuanto pudo por el emprendedor que levantó un imperio empresarial y él peleó hasta el final, en consonancia con la fortaleza de su carácter.

Pese al abatimiento, sus allegados y los colaboradores directos, unidos como una piña en torno al gran proyecto empresarial que abandera el grupo Invera-vante, se han conjurado para seguir trabajando, “que es lo que él nos habría pedido”, declaró a EL CORREO una de las directivas más cercanas al hombre de negocios que, con tesón y olfato, se convirtió en el rey del ladrillo.

La patronal CEG y destacados empresarios, de luto, destacaron en el adiós a Manuel Jove que marcó una época y deja huella.