Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

Mi querido Jesús Alonso

    vivo, de momento, frente al nuevo cementerio de Vista Alegre; supongo que cambiaré de domicilio no dentro de mucho tiempo y me tenderán decúbito supino, en aquella tierra a la que le pusieron un día nombre más que hermoso.

    Fíjense: por allí sale el sol a borbotones, allí está el orto de la vida diaria de este pueblo mío, Boiro, al que he vuelto hace quince años, porque propio es del gallego volver, y yo no esperaba disfrutar tanto de este mi paraíso, añorado durante más de setenta, según el taco de Mensajero que cada madrugada deshojo para ponerme al día.

    Porque lo mío es ponerme al día cada uno de ellos... cada día que cuento, pasando la hoja del taco del Mensajero (del Corazón de Jesús, de Bilbao) para que, aunque en Boiro llueva más de la cuenta y al que nos presta el cuerpo no se le pase ninguno, de algún modo, no nos quede atrás un solo día.

    Yo cuento con los dedos, como siempre, como hacía de niño pequeño –Jesús Alonso era de los mayores– porque, además, en la preciosa casa de mis padres de la rúa Principal, es decir en la carretera que subía a Santiago o derivaba hacia Noya no había más calefacción que las brasas casi consumidas de la lareira y yo dormía arriba en una de las habitaciones sin más calefacción que las frías tejas del tejado...

    No sé por qué cuento estas cosas tan mías y de nadie más; supongo que será porque después de contar la historia de mi escapada y mi vuelta, y de ir conociendo la verdadera historia de su muerte, la de mi padre, se me ha explicado todo con triste claridad meridiana. Nunca te lo había contado a tí, Jesús, porque no hacía falta. Alguna vez que vine, mientras estudiaba dos carreras universitarias y el doctorado que me gané a pulso, y la garantía de cerrar por la noche un “alma se serena” de Televisión Española –en turno riguroso con Alfredo Amestoy y otros poetas–, gracias al certificado de idoneidad firmado por Adolfo Suárez y Juan José Española Rosón –¿te suenan, Jesús?– que ya eran los jefes allá por los sesenta o setenta, y daban cursos de adaptación a titulados oficiales.

    Ya sé que tú no te lo has creído nunca, Jesús, pero me da lo mismo, porque no pienso enviarte a Vista Alegre fotocopias de los títulos y medallas... ¿Sabías que también tengo algunas medallas, además de la que llevo siempre al cuello de la Virgen de Begoña? Pues eso: incluso la medalla de la Juventud que me dio Genín (Eugenio Casimiro López), fiscal primado de Toledo, que compartía sede con el cargo de delegado de la OJE...

    Perdona, Jesús, creo que estoy hablando solo, al sol y al aire de Vista Alegre. Te has ido sin decir nada, sin más, ni más... Ni caso me estás haciendo. Nunca me lo has hecho.

    Recuerdo que, cuando nos encontramos por primera vez y me preguntaste a bocajarro: ¿Pero tú qué c...eres?, y yo te dije: Soy catedrático en la Complutense, en la Universidad Central de Madrid y Corresponsal en París, Roma... Ahora soy también director de El Ideal Gallego... ¿Catedrático?, me preguntaste... Eso no da dinero, fue tu respuesta. Pues tendré que pedirte un puesto en el que haya más que poesía, si quiero ser consecuente con mi trayectoria.

    Mi querido don Jesús: Espérame en el cielo, con música de tango te lo pido...

    28 may 2022 / 01:00
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    TEMAS
    Tema marcado como favorito
    Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.