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Oráculo de Druídas

Los Druidas eran unos personajes, rodeados de magia, misterio e intriga, que desempeñaron un papel capital en la vida de los Celtas. Los Druidas formaban parte del segundo nivel de la clase social, correspondiente a la casta de los intelectuales o gente destacada, entre los que se encontraban jueces, médicos, historiadores, filósofos, astrónomos, genealogistas, escritores, astrólogos y sacerdotes. Por encima de ellos estaban los reyes y gobernantes y por debajo los guerreros y los nobles, a los que seguían los obreros y los sirvientes. Alejados de la sociedad civil quedaban los prisioneros y los fuera de la ley, que habían perdido sus derechos civiles por causa criminal.

Fue Diógenes Laërtius (s. III a.C.), el historiador de los filósofos griegos, quien, parafraseando a Sotón de Alejandría (200-170 a.C.), puso en escena la historia de los Druidas. Según Strabus de Pontus (64 a.C. – 24 d.C.) y Plinio el Viejo (23-79 d.C.), amigo del emperador Tito Flavio Vespasiano, la palabra “Druida” procede del griego drus (roble, encina), lo que vendría a significar “el árbol del conocimiento”. En sánscrito, vid quiere decir “conocer” o “ver”; y aparece en los Vedas hindúes con el significado de “conocimiento”, por lo que la palabra Druida querría representar a “aquellos que tienen grandes conocimientos”.

La cultura de los Druidas se circunscribe preferentemente al mundo Celta de las Galias (Celtas Continentales) y de Britania (Celtas Insulares). De acuerdo a sus funciones sacerdotales y morales en la sociedad celta, equivaldrían a los Brahmins de la sociedad hindú. Su papel era diferente al de los sacerdotes comunes, tipificados con la palabra gala gutuatri (los que hablan a los dioses), equivalente a la expresión irlandesa Guth (voz). La palabra semnotheoi fue empleada por Laërtius como sinónimo de Druida.

En los textos griegos se habla de Dryades y Druidesses, para diferenciar a los sacerdotes de las sacerdotisas celtas. La Escuela de Alejandría incorporó a sus dicciones las enseñanzas de los Druidas antiguos; y lo mismo hicieron los griegos; todo lo contrario que los romanos, enemigos acérrimos de los Celtas, cuya culturan criminalizaron y arrasaron cuando tuvieron oportunidad.

Gran parte de lo que se sabe de los Druidas procede de los escritos de Poseidonios de Apamea (135-50 a.C.), un sirio del que tomaron referencia Timagenes de Alejandría (s. I a.C.), el griego siciliano Diodorus Siculus (60-21 a.C.) y el geógrafo griego Strabus de Pontus (64 a.C. – 24 d.C.). Strabus dijo de los Druidas que “estudiaban ciencias naturales y filosofía moral”. Diodorus dividía a las clases intelectuales de la Galia en Bardos, Ovates y Druidas. Los Bardos eran cantores y poetas, encargados de transmitir el saber popular a través de la tradición oral.

Los Ovates eran intérpretes de los sacrificios y filósofos moralizantes, poseedores de los grandes secretos de la tribu. Según el griego Ammianus Marcellinus de Antioquia (330-395 a.C.), los Druidas formaban una organización corporativa de tipo monástico (sodalicis adstricti consortes), en la que vivían en fraternidad.

Para Julio César (100-44 a.C.), los Druidas eran una clase intelectual. César escribió: “Los druidas ofician los ritos a sus dioses, regulan los sacrificios públicos y privados, y son los encargados de velar por los principios religiosos y morales de los Celtas; actúan como jueces en todo tipo de disputas, tanto entre tribus como entre personas; cuando alguien comete un abuso o un crimen, ellos son los que imponen multas o penas por el delito cometido; cuando alguien desobedece sus mandatos es excomulgado y alejado de los rituales de sacrificios, lo peor que le puede ocurrir a un Celta Galo; todos intentan evitarlos y se mantienen a distancia de ellos para que nada impuro les contamine.

Los Druidas están exentos de ir a la guerra y no pagan impuestos como los otros ciudadanos; como esos privilegios son muy atractivos para la población, muchos desean entrar en las escuelas de los Druidas, donde tienen que memorizar la historia y la doctrina, lo cual supone a algunos más de 20 años de estudio. La doctrina de los Druidas se dice que nació en las islas británicas, desde donde fue exportada a la Galia; entre sus enseñanzas destaca la idea de que el alma no perece y que pasa de un cuerpo a otro tras la muerte.

Los Druidas dicen que esta forma de inmortalidad es el mejor incentivo para la bravura en la batalla, por lo que desdeñan la idea de la muerte. También discuten extensamente sobre el movimiento de los cuerpos en el espacio, el tamaño del universo y de la tierra, la constitución física del mundo, y los poderes y cualidades de los dioses, instruyendo a los más jóvenes en todos estos conceptos”.

Marcus Tullius Cicerón (106-43 a.C.) fue buen conocedor de Diviacus, un celta de la tribu de los Aedui, que se reconocía miembro de la casta de los Druidas. Plinio el Viejo formó parte de una familia de colonos romanos y habla de los Druidas como “científicos naturales, doctores en medicina y magos”. Plinio fue el primero en introducir la imagen popular del roble y el muérdago como símbolos de los Druidas en nuestra cultura. Marcus Annaeus Lucanus (39–65 d.C.), más conocido como Lucan (nacido en la Corduba de la Hispania Baetica, nuestra Córdoba andaluza actual), habla en su Pharsalia de los Druidas y de sus ritos bajo los robles y en cuevas mágicas.

Lactantius Placidus (350–400 d.C.), en un comentario a la obra Thebais del poeta romano Publius Papinius Statius (45–96 d.C.), menciona a los Druidas como magos que ejercen sus poderes bajo las ramas de los robles; y Publius Cornelius Tacitus (56–117 d.C.), senador e historiador del Imperio Romano, en sus Historias, refiere la participación de los Druidas en la insurrección de la Galia ocurrida en el año 69 d.C.

En el año 54 d.C., año de su muerte y fin de su mandato, el emperador Claudio (Tiberius Claudius Caesar Augustus Germanicus)(10 a.C. – 54 d.C.), único emperador romano nacido fuera de Italia (en Lugdunum, Gaul), había prohibido la existencia de los Druidas y su doctrina por ley. Desde entonces se organizó una campaña de exterminio contra los Celtas y su Druidas.

Como quien gana las guerras dicta la historia, quizá no procede juzgar si los Druidas eran buenos o malos (habría de todo, como en botica) ni si la política de exterminio dictada por los romanos fue justa o injusta. Algo debieron hacer mal unos y otros para que quizá los dos más grandes imperios de la historia en Europa se hayan arruinado, dejándonos Celtas y Romanos como herencia cosas buenas y malas, que ahora se repiten con similares aciertos y errores, juicios y valores, farsas y verdades.

Hoy la casta de los druidas está muy diluida y diseminada a través de las clases sociales que, irremediablemente, existen; los druidas de hoy están infiltrados en todos los estratos sociales, en todas las estructuras de poder, e incluso entre los marginados y fuera de la ley. Los de antes se escondían en las paredes de sus conventos, bajos sus túnicas, en el humo mágico de los sacrificios, o debajo de los robles y los muérdagos, imponiendo su moral y presionando a los poderosos para perpetuar su poder mediante la defensa de su doctrina. Los de hoy se esconden en sus despachos públicos, en sus patronatos, en sus consejos, en sus asambleas, en sus siglas, en sus micrófonos, en sus pantallas, en sus páginas, en sus batas, en sus togas, en sus monos de trabajo, en sus delantales o en la ceguera colectiva cuando se manifiestan en pelotas.

Todos predican de un modo u otro; todos tienen una doctrina que defender; todos sacrifican a alguien en sus conjuros; todos ofrecen tributos a sus dioses a la espera de recompensa...Y hoy todos tienen un amplificador universal en las cloacas de Google, Facebook, Twitter y sucedáneos, cuyas redes ocultan en el anonimato la frivolidad, la mentira, el insulto, la depravación, la infamia, y la diarrea verbal de ignorantes, frustrados, acomplejados e inútiles con ganas de enriquecer el estiércol de la convivencia insana.

El Druida Sabio de los Celtas ha sido suplantado por el Druida Tonto de la ignorancia y la degeneración moral. Entre los tontos e ignorantes se cuelan los ambiciosos y oportunistas, que infestan las alcantarillas de la opinión indocumentada...y la mierda sigue fluyendo por tierra, mar, aire y ciberespacio, hasta la saturación de un infinito que se encuentra en alguna parte y que algún día nos castigará por no haber sabido poner coto a la casta de los Druidas tontos.

Leyendo los comentarios de César sobre los Druidas, uno tiene la sensación de que está describiendo a toda la saga de druidistas, hoy subidos a los medios de comunicación y redes adláteres, que hablan de todo con supuesta autoridad y saben de casi nada con certeza. Cierto es que César desdeñaba a los Celtas y lo que estos representaban. Como a Claudio y a César ya casi nadie les recuerda, porque cada cual escribe e interpreta la historia como le da la gana, el Druidismo Popular, adulterado y metastático, que nunca fue Celta, se ha reengendrado en un formato irreverente, dismórfico y anti-druídico.

Hemos alterado el orden natural y la jerarquía del conocimiento que representaban los Druidas Sabios. En nuestra sociedad envilecida por la trampa y la corrupción política, hasta los fuera de la ley, los huidos de la justicia y los condenados por traición ejercen de druidas y escupen sus consignas, amplificadas por sus secuaces mediáticos, para confundir, seguir saqueando lo público, engañando a la comunidad que les alimenta, y generando desorden con el beneplácito de los que de forma inmoral y deshonesta ostentan el poder. El soporte de todos ellos es la masa amorfa, acrítica e irresponsable, que les mantiene con sus votos.

El Oráculo de los Druidas profetiza el exterminio de la razón.

03 oct 2021 / 01:00
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