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Pantón y la Ribeira Sacra

UN AFORISMO HINDÚ decía que las ciudades nacen por uno de los tres motivos siguientes: la voluntad de un rey, el designio de un dios o el paso de un río. En cuanto a Pantón, no hubo una voluntad real, pero Dios sí tuvo que intervenir muy directamente para hacer algo tan armónico y perfecto en todos los sentidos. Pero lo definitivo es el paso de un río, y de esto Pantón tiene y mucho. Cuando se crearon los municipios actuales, Pantón quedó entre tres ríos, que Manuel María cantó de manera entrañable: “O Miño, o Sil e o Cabe / pasan cinguindo Pantón / de xeito lento e suave”. Por el Oeste, el Miño, el río grande de la patria. Por el Sur, el Sil en el que los romanos buscaban oro para financiar el imperio. Por el Este, el Cabe, río menor, pero que se empapó de la grandeza de los Lemos a su paso por el valle. Y por el Norte, nada; paso libre para llegar a Santiago de Compostela, a Europa y al mundo.

ALGUIEN DIJO QUE LAS MONTAÑAS SEPARAN Y LOS RÍOS UNEN. En efecto: los ríos son las arterias o venas del territorio y nutren de vida al mismo. Pantón tiene tres ríos que le dan una personalidad que los ríos transmiten a su entorno. Y además, los ríos, lógicamente, tienen riberas, y estas riberas, desde hace muchos siglos, dan los vinos más maravillosos que el hombre puede catar: es la viticultura heroica de la Ribeira Sacra, que produce unos caldos a la medida del hombre más exigente. Sober, el municipio hermano, tiene su Amandi grandioso, que deleitó a los emperadores romanos, pero Pantón, algo más modesto, tiene Saíñas, Pombeiro, Ribeiras de Miño y Espasantes, que no le van a la zaga. “Vinum laetificat cor hominum”; claro que alegra los corazones, tonifica el cuerpo y engrandece el alma. En un château famoso de Burdeos, cuando probé el vino que ensalzaban, me vino a la memoria el Espasantes de la ribera del Cabe, y conste que no quiero exagerar.

Además de vino y ríos, Pantón tiene algo que lo caracteriza y marca la personalidad de sus gentes: se trata del Románico. José Manuel Rey, autor de una guía de Pantón llena de conocimiento y de buena literatura, recuerda la conocida expresión del monje Glaber de que, superada la frontera del año 1000, la tierra se cubrió de un blanco manto de iglesias. Y en esto, como en todo, también Pantón tuvo suerte, porque una de las mejores expresiones del Románico está en esta tierra, con las iglesias de Santa María de Ferreira, San Miguel de Eiré, San Fiz de Cangas, San Estevo de Atán y San Vicente de Pombeiro; los maestros que trabajaron en estos monumentos se inspiraron en el núcleo santiagués, aunque buscaron otras formas y otras soluciones que dan un carácter especial a sus obras. Del Románico de Pantón podría hablarse largo y tendido, pero el espacio apremia.

Y LLEGÓ EL MOMENTO DE HABLAR DE POLÍTICA (todo lo que no es química es política, decía hiperbólicamente Ortega). Hay políticos que centran su labor en ir solucionando problemas, pero hay otra opinión que contempla que el norte de la política debe ser siempre un problema o más que el dirigente plantea a la sociedad; es decir, proyectos de futuro. En el año 1986 toma posesión de la alcaldía don José Manuel Ledo López, y su labor va a ser, además de solucionar los problemas normales, plantear problemas nuevos; trae una idea previa por la que transitar: considera que hay que ir con luces largas y no con luz de cruce, y que el político tiene que pensar en las próximas generaciones antes que en las próximas elecciones, como quería Winston Churchill. Y la idea previa que traía era la de la cultura. Decía Jean Monnet, artífice de la Europa unida, que si empezara de nuevo, empezaría por la cultura en lugar de por la economía. Gran idea: la cultura es el alimento de la Humanidad e incluso produce economías florecientes.

El alcalde entrante creó las Rotas do Románico, que empezaron en 1988 y siguen celebrándose, aun después de concluido el mandato de Ledo, que duró 22 años. Eran conferencias en las que se abordaba el Románico de Pantón y otros temas similares. En ellas intervinieron los mejores especialistas en la materia. En la primera intervino Ramón Izquierdo Perrín, catedrático de la Universidade de Santiago; un año más tarde, lo hizo José Manuel García Iglesias, profesor de la misma, que más tarde fue comisario de Galicia no tempo. El tercer año fue para José Ignacio Fernández de Viana, catedrático de Paleografía en la Universidad de Granada, al que acompañó el director de este periódico, que trató la influencia de los medios de comunicación en el patrimonio monumental. La cuarta edición fue presidida por Don Manuel Fraga Iribarne, presidente de la Xunta, y el conferenciante fue Luis Rodríguez Míguez, que habló de las aguas medicinales. En la siguiente edición la tribuna fue para Manuel María, hijo adoptivo del municipio y cantor de Pantón en emocionados versos. Y las jornadas siguieron año a año, y a ellas se unió la Feira do Viño. Los actos tuvieron una gran asistencia de público, sino de toda Galicia. El Románico se puso de moda, y esto es importante: salió del mundo de los especialistas y fue accesible al pueblo llano. Importante labor.

LOS GRANDES LOGROS DE UN PAÍS O DE UNA ADMINISTRACIÓN NUNCA SON COLECTIVOS, sino que salen del buen hacer y de la entrega de una persona determinada. Los órganos colegiados actúan después, pero quien crea, quien arranca y quien genera una ilusión es un ser individual, y este fue el mérito del alcalde de Pantón, razón por la que la Historia, que a la larga suele ser justa, lo pondrá en la nómina de los pantoneses ilustres, como Gonzalo Sánchez Somoza y Quiroga, Antonio de Páramo y Somoza, Manuel Soto Freire y Joaquín Arias Sanjurjo.

La Ribeira Sacra aspira a formar parte del Patrimonio de la Humanidad, y ante la Unesco ha presentado la solicitud pertinente. Si el galardón se concede, habrá que recordar que José Manuel Ledo fue el artífice de la exaltación del Románico, que es una de las piedras angulares que la Ribeira Sacra aduce en defensa de su candidatura. Dicen los ingleses “Right man in the right place”, el hombre adecuado en el puesto adecuado; el exalcalde de Pantón cumplió esta máxima, y esto hay que decirlo para que se sepa, porque él no lo diría nunca. Permítaseme terminar con un terceto de Rafael Alberti: “Si Garcilaso volviera, / yo sería su escudero; / que buen caballero era”. El exalcalde lo era y lo es.

25 jun 2020 / 01:11
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