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¡Qué no te cuenten cuentos!

de l Grupo Leche Río

Me alegra y me llena de esperanza oír hablar a mis hijos, a sus amigos y otra gente joven de la generación Z, de manera que muestra que se han dejado atrás algunos de los tópicos sobre la diferencia de género y la diversidad que nos acompañaron a los que somos mayores que ellos durante nuestras diferentes etapas vitales. Dicho esto, y pese a los grandes avances que se han producido en los últimos años, aún no está todo hecho. Según el Global Gender Gap Report, a al ritmo actual de progreso, se necesitarán 132 años para alcanzar la paridad total.

La cultura popular es fuente de sabiduría, sí, pero es también el lugar en el que residen y encuentran cobijo muchos de los sesgos y estigmas que padecemos las mujeres. ¿Recuerdan el Cuento de la lechera? Como comprenderán, una mujer como yo, “lechera” de profesión, al frente de la mayor empresa láctea de nuestra región y sexta en tamaño a nivel nacional, tiene bien estudiada esta historia.

La muchacha que la protagoniza tiene la peor de las suertes cuando el cántaro que transporta se le cae al suelo, perdiendo toda la leche que llevaba en su interior. Sucede mientras va soñando con todo lo que puede conseguir si logra hacer buen negocio vendiendo la leche. ¿Cuál es la moraleja? Jovenzuela: confórmate con lo que te toca en la vida y olvídate de tus ambiciones no vaya a ser que te quedes sin nada.

Los hombres, en cambio, han crecido con referentes con mucha mejor suerte. Pongamos un ejemplo: Guillermo Tell. Ese apuesto hombre que desafía al poder y, como castigo a su justificada desobediencia, debe lanzar una flecha y acertar de pleno en la manzana que se posa sobre la cabeza de su vástago. Antes de ejecutar el disparo, el hijo le muestra toda su confianza en él y sus habilidades con el arco, la familia siempre apoyando. Cómo no, la flecha termina clavada en la manzana. ¡Vaya suerte! Sobre todo, para el hijo...

En resumidas cuentas, ella debe de ser una mujer anónima, conformista y sin ambiciones; él, en cambio, debe ir a por lo que quiere, tomar riesgos, cuanto más grandes mejor, y, por supuesto, la recompensa será el reconocimiento y el éxito.

No estamos ante simples cuentos para niños; son estos estímulos los que, en edades tempranas, comienzan a forjar el carácter de las personas y generan un sesgo inconsciente, tanto en los chicos como en las chicas. Y claro, cómo decía el sabio, “El primer paso para resolver un problema es reconocer que este existe”. Al ser inconscientes del sesgo inconsciente, no somos conscientes del problema y por eso perdura.

Las dificultades que se encuentra una mujer en el mundo laboral y del emprendimiento son cualitativas y cuantitativas. En el primer caso, son esos estereotipos que frenan cualquier intención de tipo empresarial, bien por opiniones ajenas o bien por el “autofreno” que ejercemos, presas de los estereotipos que han ido impactando en nuestro subconsciente desde nuestra infancia (como la moraleja final en El cuento de la lechera). En el caso cuantitativo, las cifras son contundentes.

El estudio Women entrepreneurs. Catalyzing growth, innovation, and equality, presentado por la empresa Citi, ofrece datos interesantes a nivel cualitativo y cuantitativo. Según este, en el acceso a la financiación, las emprendedoras padecen estereotipos que insisten en la idea de que los préstamos para ellas son más arriesgados, a pesar de que no se sustente en ningún dato objetivo. En lo que a aspectos numéricos se refiere, apunta Andrew Pitt, jefe global de investigación de Citi y encargado de presentar el estudio, que, en la etapa de capital de riesgo, la financiación global que se destinó a empresas lideradas por mujeres alcanzó tan solo el 2,8% de todos los fondos de capital de riesgo en 2019 y el 2,3% en 2020.

En el rural, además de la tradición, la progresiva masculinización y envejecimiento de la población hace que los movimientos hacia la igualdad sean más difíciles. Según el estudio ClosingGap de Caixabank, de los 1,6 millones de personas empleadas en explotaciones agrarias, el 65,4% son hombres y hay aproximadamente tres hombres que son titulares-jefe de la explotación por cada mujer en la misma posición. De hecho, España ocupa las posiciones de cola en Europa en cuanto a inclusión del talento femenino en el mercado laboral rural: es el quinto país con la tasa de actividad rural femenina más baja (73,0%); y el segundo con mayor tasa de paro femenino rural (12,9%). Las consecuencias, son nefastas, ya que dos de cada tres personas que dejan el rural son mujeres en edad fértil. Las diferencias de género están poniendo en peligro el futuro del rural.

Debemos seguir luchando por una igualdad real, empezando por la educación de niñas y niños, para que crezcan alejados de esos cuentos que, en el fondo, poco tienen de inocente. El cuento de la lechera bien podría ser El cuento del lechero, y Guillermo Tell bien podría ser Guillermina Tell, las características de la personalidad del ser humano responden a la forma que tiene de ser cada individuo y no a su sexo. En este sentido, ¡qué no te cuenten cuentos!

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