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Ramón Rodriguez Ares, exalcalde de Sada, mantiene que el Pazo de Meirás siempre fue particular

Comenzó el juicio para recuperar el inmueble para el Patrimonio Nacional // Este martes se producirán las declaraciones que argumentan la tesis de la Abogacía del Estado

La sesión de este martes del juicio sobre la propiedad del Pazo de Meirás que se dirime entre los descendientes de Francisco Franco y la abogacía del Estado en su petición de ser incluido en el Patrimonio Nacional debe ser mucho más clarificadora que la primera jornada del mismo en la que seis testigos relataron sus recuerdos sobre la causa.

En esta segunda sesión se escucharán a los autores del libro Meirás, un pazo, un caudillo, un expolio, Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo, así como el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidade de Santiago de Compostela, Xosé Manuel Núñez Seixas, que dirigió la investigación de la comisión de expertos nombrada por la Xunta para redactar un estudio sobre las posibilidad de incorporar al patrimonio público el inmueble ubicado en el concello de Sada.

En la sesión ya celebrada, el guardia civil retirado José Suárez que fue el último vigilante de la finca entre 1982 y 1990 relató que estuvo en la misma como un destino más -”me pagaba la Guardia Civil”, precisó-, en el que solo tenía relación “cada 15 ó 20 días” con el secretario de la hija de Franco para resolver alguna cuestión, y dijo que en su etapa, años después del incendio sufrido en el edificio, cuando los descendientes venían en el verano pasaban un par de horas por los jardines.

Por su parte Juan Pérez Babío, nieto de Josefa Portela, a quien por presión le quitaron sus tierras para añadirlas a la parcela y vive a 50 metros de la puerta principal del pazo, señaló que desde su niñez la guardia civil tenía un acuartelamento específico que se encargaba de la vigilancia perimetral y dos parejas de agentes con sus familias vivían en una casa anexa para ocuparse del interior donde había una pequeña explotación agroganadera. También apuntó que en el incendio de 1978 vinieron los bomberos de A Coruña y camiones del Ejército.

El testimonio de María Josefa Goiriz fue breve, y confirmó que el día de la fiesta, el primer lunes de agosto, se celebraba una misa en la capilla de Meirás a la que acudían los descendientes de Franco, que era cuando se les veía desde que hubo el incendio, ya que en los veranos, según los testigos precedentes, se alojaban en la casa Cornide de A Coruña.

Además el funcionario del Concello de A Coruña del departamento de Patrimonio, Arturo Abad explicó que hacía 20 años le encargó la alcaldía un informe sobre las actuaciones municipales en los años sesenta y setenta del pasado siglo y comprobó que los bomberos desplazaban todos los veranos, unas 5 ó 6 veces, una motobomba llena de agua al pazo de Meiras, y que además desde el ayuntamiento se prestaron servicios habituales de obras, cantería y ajardinamiento hasta que falleció Franco.

Tras un receso, se informó que se renunciaba a la declaración del secretario personal de Carmen Polo y Carmen Franco, y el exalcalde de Sada, Ramón Rodríguez Ares (1979-2007), expuso que tuvo amistad con Carmen Franco pero desconoce quien contrató las obras a finales de los años noventa para la rehabitación del edificio, dos décadas después del incendio. Sin embargo confirmó que en la etapa de José Manuel Romay Beccaría como presidente de la Diputación de A Coruña (1987-1990) hubo una reunión en el pazo de Mariñan con el marqués de Villaverde y Carmen Franco para la compra del inmueble, llegándose a un acuerdo pero éste no fue ratificado por el pleno de la corporación provincial, y que también se interesó, según la prensa, el Concello de A Coruña, pero no hubo negociación, añadió, y concluyó asegurando que el pazo siempre fue de propiedad privada.

Por último, Luis Fernando Quiroga Piñeiro, suegro de Arancha una de la nietas de Franco, precisó que en ningún momento la Administración del Estado se hubiera preocupado por el pazo tras el incendio, declaró que le propuso en los años noventa a Manuel Fraga que la Xunta ayudara en la reparación, cuestión que el presidente desestimó, y que poco a poco entre 1998 y 2002 fue Carmen Franco quien la llevó a cabo, y entiende que fue con dinero de su familia. También añadió que la biblioteca de Pardo Bazán fue entregada a la Real Academia Galega, pero que sabe que hay más libros, que podrían ser de la misma autora, en el segundo piso que están muy pegados y es difícil sacarlos sin dañarlos.

06 jul 2020 / 13:13
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