Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

Si Miñanco fuese político

Sito Miñanco es el único histórico del contrabando gallego que sigue en prisión. Su amigo Laureano Oubiña, después de 30 años chapado, ha vuelto a la carretera para distribuir mercancías legales, Marcial Dorado ya ha cumplido su condena y Manuel Charlín falleció el último día de 2021. Durante décadas el éxito policial y judicial contra el narcotráfico dependía de que los Miñanco, Oubiña o Charlín permanecieran entre rejas. Como nadie quería, ni quiere, reconocer el fracaso de esta lucha, no importaba que entraran toneladas de hachís y cocaína a espuertas. Si los famosos capos estaban presos todo iba bien. Era lo que le interesaba al votante de a pie.

Aunque ninguno de los históricos llegó a traficar la devastadora heroína, daba la impresión de que la circulación de drogas estaba controlada cuando los míticos matuteros habitaban sus respectivas celdas. No era real, pero la sociedad se mantenía relajada con la propaganda oficial que nos adoctrina. Ahora, los narcos gallegos actúan como mercenarios al servicio de mafias rusas, albanesas o suramericanas y no se ven adictos al caballo agonizando por las calles como en los noventa.

La reinserción social de los expresidiarios sigue siendo una quimera en España. Para un narco que parece haber logrado rehabilitarse, caso de Laureano Oubiña, los políticos siguen colocándole palos en las ruedas de su furgoneta para que no pueda ganarse la vida como vendedor ambulante. Lo han expulsado de numerosos mercadillos por vender sus libros y prendas de vestir alusivas a sus andanzas contrabandísticas. El hecho de que haya pasado 30 años a la sombra penitenciaria no conmueve a alcaldes, alcaldesas, ni a directores generales o ministros. Estos están mucho más preocupados por cómo sacar del trullo a sus camaradas de militancia.

CUESTIÓN DE CARÁCTER. Tanto Sito Prado como su amigo Laureano Oubiña recibieron ofertas, en sus tiempos del Winston batea, para figurar en carteles de política municipal. Pero cometieron el error de rechazar aquella posibilidad de implantar –dinero sobraba- una fuerza populista para emular al nacionalismo abertzale, por ejemplo, que ha logrado revertir la dispersión de presos etarras con su acercamiento masivo al País Vasco.

Quizás Sito Prado no había podido imaginar que un movimiento político detrás igual le habría ahorrado años de cárcel, a condición de abandonar la planeadora. Porque entre la población reclusa española cada vez se distinguen con más claridad dos clases muy diferentes: los presos normales y los presos con pedigrí político. Sería de justicia que los tratasen por igual, pero ya se sabe que unos son más iguales que otros.

En los últimos tiempos, la distancia entre delincuentes vulgares y delincuentes protegidos por alguna causa política se ha hecho abismal. Si Miñanco se hubiera metido en política y no en fútbol, podría ser uno de estos privilegiados: seguramente habría optado a algún beneficio penitenciario, o incluso al indulto en caso de que el voto de su hipotético partido fuese necesario para apuntalar en el poder a un presidente débil.

La sedición y malversación cometidas por los golpistas catalanes se quedarán, gracias a los cambios legislativos ad hoc, en agua de borrajas. Aunque han delinquido gravemente, su apoyo parlamentario es vital para mantener en Moncloa a Pedro Sánchez. Mientras, la exmujer y la hija de Miñanco, presas sin pedigrí ideológico, han tenido que ingresar en la trena por blanqueo. Su petición de indulto ha sido rechazada. ¿Quiénes se han creído que son? Veremos qué pasa con el funcionario vigués que enchufó un sueldo sin trabajo a la cuñada de la presidenta Carmela Silva. Se admiten apuestas.

La rehabilitación en los penales no funciona, pero, puestos a redimir presos, podrían disimular un poco y encuadrar el escamoteo carcelario en una política de indulgencia generalizada. De este modo, además de los políticos liberados de sus delitos por el gobierno, este podría implementar alguna medida de gracia para los internos comunes. Por ejemplo, con el pretexto de que España ganase el Mundial de Quatar, o porque se acercan las fiestas navideñas. Podría parecer una medida algo tercermundista, pero se haría menos agraviante el desfile de etarras, golpistas, malversadores o corruptos de guante blanco hacia sus dulces hogares, mientras los parias de siempre se quedan habitando sus amargos chabolos. Sin redención.

LINO CONDE. PERIODISTA

04 dic 2022 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
Tema marcado como favorito