Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

Superávit militar en la Brilat: más de 300 efectivos a mayores para 2022

Entre este año y el que viene solamente 47 de sus integrantes habrán pasado a la reserva frente a sus 351 nuevos ingresos // El pasado mayo se incorporaron 140, este noviembre 30 y otros 181 en enero

¿Quizás vocación? ¿Puede que estabilidad laboral? Quien sabe... A falta de porqués, que habrá muchos y muy variopintos, lo cierto es que el interés de los jóvenes por acceder al Ejército de Tierra contrasta con las jubilaciones que se están dando en la rama terrestre de las Fuerzas Armadas. Al menos esto es lo que está ocurriendo y sucederá en la Brigada Galicia VII (comunmente denominada Brilat) donde entre 2021 y 2022 solo pasarán a la situación de reserva 47 efectivos frente a los 351 nuevos ingresos que registrarán: un superávit militar cifrado en más de 300 soldados durante dos años.

Así las cosas, según los datos a los que ha tenido acceso EL CORREO GALLEGO, este 2021 pasaron o pasarán a la situación de reserva un total de 23 efectivos, de los que 16 son personal de tropa y siete cuadros de mando (entre oficiales y suboficiales). Del mismo modo, para el próximo 2022, la previsión es de 24 militares: 15 y nueve respectivamente.

Estas cifras, conforme evidenciaron fuentes del cuerpo a este periódico, son ínfimas, ya que “representan un porcentaje muy pequeño, poco más del 1 % del personal de la Brilat destinado en las unidades de la Base General Morillo de Pontevedra”. En este sentido, el cómputo saliente supone un 13,4 % del entrante. Al respecto, cabe destacar que el pasado mayo se incorporaron 140 soldados a la Brigada Galicia VII, 30 lo harán el 2 de noviembre y el año que viene, en enero, los otros 181.

¿QUÉ ES LA RESERVA? Entrados en materia habrá quien se pregunte qué es la reserva, cómo funciona, cuáles son los requisitos para acceder a ella y qué hay tras la misma. Es preciso indicar que todos los detalles y características de las diferentes situaciones administrativas de un militar los recoge la Ley 39/2007 de la Carrera Militar, principalmente en sus capítulos VII y VIII.

“La situación administrativa de un militar del Ejército de Tierra durante su carrera profesional puede variar, siendo una de ellas la de reserva. En la mayoría de los casos esta situación administrativa supone el último contacto directo de éste con la Institución Militar”, apuntan desde la Brilat, añadiendo que el pase a ella “viene regulado en el artículo 113 de la LCM 39/2007”.

En la situación de reserva, que en condiciones generales se declara de oficio al cumplir los 61 años (aunque hay más consideraciones particulares por las cuales se puede adelantar que están en la LCM 39/2007), el militar pasa a estar a disposición del ministro de Defensa, quedando adscrito a la Delegación o Subdelegación de Defensa de la provincia que corresponda a la localidad en la que el mismo fije su residencia.

Tras la reserva, la relación de servicios profesionales con las Fuerzas Armadas cesa en virtud de retiro. En condiciones generales, el retiro del militar de carrera se declara de oficio al cumplir 65 años y “supone el cese automático del interesado en el destino o cargo que ocupara”, resaltan desde la Brigada Galicia VII.

El pase a retiro, no siendo una situación administrativa de las contempladas en la ley 39/2007 conlleva una serie de condicionantes.

Por un lado, cuando pasan a retiro, los militares de carrera cesarán “definitivamente” en la relación de servicios profesionales con las Fuerzas Armadas y también dejarán de estar sujetos al régimen general de derechos y deberes de los miembros de las FAS, así como a las leyes penales y disciplinarias militares.

Consecuentemente, tendrán la consideración de “militares retirados”, en la que disfrutarán de los derechos pasivos determinados en la legislación de Clases Pasivas del Estado y mantendrán los asistenciales en el ámbito del Régimen de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas.

Si lo solicitan, mantendrán una especial relación con las Fuerzas Armadas, mediante su adscripción a la unidad militar que elijan, si antes está conforme el Mando o Jefatura de Personal del Ejército pertinente. Así pues, podrán asistir a actos y ceremonias en los que dicha unidad participe, emplear el uniforme en eventos militares y sociales solemnes o disponer de la correspondiente tarjeta de identificación.

Asimismo, a los retirados se les facilitará el acceso a información sobre prestaciones a las que tienen derecho y otros asuntos que puedan ser de su interés. Y, evidentemente, podrán seguir identificándose con el empleo militar que hubieran alcanzado durante su trayectoria, acompañado de la palabra “retirado”.

Para Javier García, suboficial mayor de la Brigada Galicia VII, la juventud se siente atraída a las FFAA ante las redes sociales y los medios de comunicación
“Podría decirse que paso al banquillo y dejo el combate a los más jóvenes”

Accedió al Servicio Militar como voluntario, con el objetivo de estudiar la carrera de Biología al acabar. Le gustó tanto lo que vio allí que aprovechó la primera ocasión que tuvo y no dudó en presentarse a la Academia General Básica de Suboficiales. Hoy, tras 38 años en el Ejército, desde aquel 15 de julio de 1983, afirma “sin rubor” que vio y sintió “más animales y plantas siendo militar que si hubiera sido biólogo”.

Esta es la historia de Francisco Javier García De Las Heras, suboficial mayor del Regimiento de Infantería Isabel la Católica nº 29. Se jubila el 13 de mayo de 2029, ya lo sabe, pero antes, el 13 de mayo de 2022, se retirará de la “primera línea”, yendo a la reserva. “Podría decirse que paso al banquillo y dejo el combate a los más jóvenes”, cuenta.

“Son tantas cosas que sería imposible enumerarlas todas”, dice al ser cuestionado sobre lo que aprendió tras más de media vida en las Fuerzas Armadas. “Por destacar alguna de ellas, el valor, el compañerismo, el sentido del deber, la disciplina...”, enumera entre otros atributos.

Hogaño, este hombre de 57 años, que inició su andanza militar con menos de una veintena, considera que el interés que los jóvenes muestran por el Ejército es “distinto” al que irradiaba la juventud del pasado. “Cuando empecé, el soldado venía frecuentemente obligado a servir a España y ahora viene por convicción”, dice, añadiendo que antes las miras estaban “más puestas en defender a España de una agresión y ahora tenemos compromisos internacionales, como las misiones o la cooperación con instituciones”.

Por cualificar el mismo, cree que actualmente los jóvenes “se sienten atraídos por la imagen que les llega a través de los medios de comunicación o las redes sociales”. “Antes era difícil ver lo que hacían los militares”, puntualiza, pero ahora su presencia está “a la orden del día” por su excelencia profesional, ejemplaridad y espíritu de servicio”, afirma. “Esos valores son atractivos y captan su interés”, añade.

Sin embargo, más que un consolidado relevo generacional, García De Las Heras observa “evolución”. A sus ojos, la política del Ministerio de Defensa en función de esta transformación produce “una transición suave” según los acontecimientos y retos futuros. Por este motivo, conforme indica, la institución no se resiente en absoluto. “La prueba la hemos tenido en el pasado más reciente donde nuestra Brilat demostró estar capacitada para afrontar las nuevas circunstancias sin fisura alguna y de forma inmediata”, afirma.

A los muchachos que quieren formar parte del Ejército, les diría “lo mismo” que les dijo a muchos que ahora son militares y que se puede resumir en una frase. “La milicia no es más que una religión de hombres honrados”, recita el gallego, parafraseando a Calderón de la Barca.

EL PAPEL DE LA MUJER. Sobre lo que más le impactó durante su larga trayectoria en las Fuerzas Armadas, García De Las Heras tiene claro que uno de los sucesos ha sido “la entrada de la mujer en el Ejército”. “Tener en la actualidad a mujeres que recuerdan con sus comportamientos a las que acompañaron a Hernán Cortés (María de Estrada, Isabel Rodríguez, Beatriz de Palacios “la Parda”...) y de las que poco se habla, vivir desde dentro la experiencia de dos Patrullas Tui-Santiago con equipos de mujeres, tener jefas y subordinadas ejemplares y vivir con una de ellas (su mujer Ana, sargento primero en el Pelotón de Transmisiones del Grupo de Artillería y luchadora incansable), me impacta porque veo que no está todo perdido de nuestro pasado glorioso donde la mujer demostraba su valor”, asevera, recordando que su regimiento, perteneciente a la Brigada Galicia VII, “lleva con orgullo” el nombre “de la posiblemente más grande”: Isabel la Católica.

En este sentido, tal como reconoce el suboficial mayor, no considera la Brilat como una segunda familia, según su concepto de familia, aunque sí reconoce no obstante que “el vínculo que uno forja con jefes, compañeros y subordinados, es un lazo que une para toda la vida”.

El subteniente Miguel López considera que hay relevo generacional en sus filas, pero cree que este se debe a la necesidad de un empleo a falta de vocación profesional
“Se percibe menos interés por el Ejército en general”

“Creo que en general se percibe menos interés en relación con el Ejército. Antes, cuando íbamos de maniobras, en casi todos los pueblos había bastantes jóvenes interesados en conocer cuestiones militares. Hoy día, yo no lo observo mucho”, cuenta Miguel Angel López Iglesias, subteniente de la Brigada Galicia VII que lleva ya 36 años de servicio a su espalda. Si bien es cierto que actualmente “se están cubriendo casi la totalidad de las vacantes”, así lo considera, “lo de si es por vocación o por falta de otras opciones de empleo, ya es otra cuestión”. ¿A sus ojos? “Hay relevo generacional pero más por necesidad de un empleo, que por vocación militar”.

Al efectivo de la Brilat, que tiene 57 años, le quedan poco menos de cinco meses para jubilarse. Lo hará el 20 de marzo de 2022, poniendo punto y aparte, pues reconoce que siempre se sentirá militar, a lo que ha sido una parte muy importante en su vida. “Pasaré a la reserva y estaré dispuesto para volver, si la situación lo requiere”, asevera, subrayando que si esto ocurriera “no será por una buena situación en el país”.

“Cuando era un niño ya me llamaba poderosamente todo lo relacionado con los soldados, y a medida que fui creciendo me fui interesando por los militares y todo lo relacionado con ellos”, recuerda, resaltando que en un principio quería dedicarse a la informática y a las telecomunicaciones, pero en los años 80 había pocos lugares en los que estudiar esas carreras. Y para él eran inaccesibles, puesto que “en casa no había posibilidades económicas de sufragar los gastos” derivados de esta formación.

Fue entonces cuando pensó que si ingresaba en una de las academias de formación para entrar en el Ejército podría costearse los estudios de informática. Así las cosas, accedió a la Academia General Básica de Suboficiales y eligió una especialidad en la que podía dedicarse en parte a lo que le gustaba: las telecomunicaciones.

“Poco a poco me di cuenta que lo que hacía me daba muchas satisfacciones, y todos los estudios que hice después en materia de informática o telecomunicaciones se desarrollaron en el Ejército”, reconoce, admitiendo que esta profesión le ha hecho ver “el lado más humano” de las personas. “En la vida militar hay algunas situaciones en las que el estrés, la angustia o el miedo no se podrían hacer frente sin el apoyo del grupo de personas de las que te rodeas”, añade.

Según su parecer, para que exista un buen relevo generacional, “la sociedad tiene que estar en la dirección de tener un Ejército”. “Si la sociedad está en otra dirección es difícil que los jóvenes se sientan motivados a dedicarse a la vida militar con las restricciones propias que ello implica”, señala, apuntando que los jóvenes que quieran formar parte de las Fuerzas Armadas deben ser buenos compañeros y disciplinados, además de tener “mucho amor al servicio”.

Pese a todo ello, él sí se imagina habiendo realizado otra profesión, por ejemplo analista informático o empleado en cualquier empresa de telecomunicaciones, si bien evidencia que la vida militar le ha llenado por completo: “Si volviera atrás creo que volvería a elegir la carrera militar”.

Y es que su trayectoria le ha dejado instantes increíbles. Uno de los primeros fue ver a los jóvenes reclutas (allá por los 80 y 90) en los que recibían todavía soldados de reemplazo (mili obligatoria). “Los adiestrábamos militarmente, íbamos de maniobras por los campos de maniobras en España, y para algunos era la primera vez que se subían a un tren, o simplemente, la primera vez que salían de Galicia”, apunta, subrayando que “ver la cara de sorpresa y alegría en ellos te llena de emoción”. Esta también llegaba cuando tenían que irse porque acababan el servicio militar y le daban las gracias por haberlo conocido y que le recordarían.

Otro de los momentos más gratificantes fueron las misiones en el extranjero. “Digo gratificantes en el sentido más personal pero también fueron experiencias con un componente triste y doloroso, porque conoces a muchas familias truncadas por la guerra”, rememora Miguel Angel López. Pero en lo personal, asegura el subteniente, siempre “queda la satisfacción de que algo de lo que has hecho ha servido un poco para con los que te has relacionado”.

15 nov 2021 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
TEMAS
Tema marcado como favorito
Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.