Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h
Los concesionarios no tienen stock para atender la demanda de los clientes, y el periodo medio de espera ha aumentado hasta los seis meses // Hay preocupación porque no saben cuándo va a remitir el problema, y se teme que puedan llegar los cierres de empresas y los ajustes de personal TEXTO I. Caínzos

Una crisis inesperada que pone en jaque al sector de la automoción

La automoción tiembla por la falta de microchips. El sector está herido de muerte por una crisis con la que nadie contaba y que amenaza con dejar a muchas empresas en fuera de juego y llevarse por delante puestos de trabajo. Nadie sabe cuánto va a durar. La incertidumbre es máxima y el margen de maniobra, mínimo. La crisis de coronavirus estaba golpeando de lleno al sector. Y la de los microchips, puede dejarlo sentenciado.

Empezó afectando a unos pocos en primavera. Entonces, esperaban que el temporal pasase rápido. No solo no fue así, sino que la situación se ha ido agravando. Ahora los fabricantes japoneses y coreanos también empiezan a sufrir. Firmas como Toyota, Audi o General Motors ya han hecho públicos los recortes en la producción en los próximos meses. Las dificultades para encontrar componentes se notan en la planta de Stellantis en Vigo, en la que se fabrican modelos de Citroen y Peugeot. En esa planta se han dejado de fabricar más de 70.000 vehículos. En todo el mundo se calcula que se han dejado de producir unos 5,6 millones.

“Hay tres factores clarísimos” que explican los malos datos de matriculaciones del mes de agosto. Habla Raúl Morales, portavoz de Faconauto, la patronal que integra las asociaciones de concesionarios en España.

El “más importante, con mucha diferencia, la crisis de los microchips”. No se producen coches, a los concesionarios no les llega stock, y las ventas se frenan. Apunta que, aún en circunstancias de crisis económicas, como las que se han vivido en la última década, “un concesionario, cuando tiene coches en stock, hace su trabajo. Pero es que no tienen coches y no pueden vender. Y si no se vende, no se matricula”.

Lo peor no es lo que ha pasado. Es no saber qué va a pasar, cuánto va a durar. Morales admite que “el problema es más grave de lo que preveíamos, y lo más preocupante es que no sabemos cuándo se va a resolver”.

La crisis de los microchips se une a la “crisis de confianza y a la crisis económica derivada del coronavirus”. Y hay un tercer elemento que se une en esta tormenta perfecta. Un factor que ya estaba influyendo antes de la llegada de la pandemia: las dudas de los clientes que no saben qué coche comprar por su tecnología. Están “pendientes de cómo quedan las regulaciones medioambientales”. Con estas incertezas, “esperan a ver qué ocurre o acuden a otras fórmulas como el renting”, ya que consideran que “a los cuatro años (plazo de tiempo durante el que se tiene un vehículo abonando mensualidades y, después, se devuelve) todo debería estar claro, y no se arriesgan a comprar un coche propio que les pueda provocar dificultades”.

La falta de stocks derivada de la dificultad de disponer de componentes agrava una tendencia que no era buena. “Contábamos con que fuera mala en el primer semestre, pero no contábamos con que fuese tan mala en el segundo”, señala Morales, que detalla que la crisis de los microchips está empañando un tramo del año en el que contaban con una ligera recuperación. Ahora, asume que “va a ser complicado”.

La situación “se ha agravado” desde que comenzaron los primeros síntomas en primavera, y las consecuencias en el mercado del automóvil son evidentes. Una, el aumento del plazo medio de espera para recibir un vehículo. Antes solía rondar el mes, o podía irse hasta os tres en los casos más excepcionales. Ahora ha aumentado y oscila entre los cuatro meses y el medio año. Hay muchos coches que estaban comprometidos y que no se han podido entregar a sus compradores.

Este panorama provoca un efecto colateral. Y es que la gente deja de ir a los concesionarios a interesarse por la posibilidad de adquirir un vehículo. “Ya ni lo intentan”, lamenta Morales, que agrega que esta percepción “está echando para atrás a muchísimos compradores que ni siquiera van a los concesionarios”.

Esto es malo en lo inmediato, y negativo también con perspectivas de futuro porque “no se está generando cartera de pedidos y a medio plazo no se van a registrar matriculaciones”.

UN PROBLEMA INÉDITO. “Es muy grave porque nunca habíamos tenido nada así”, alerta el portavoz de Faconauto, que avisa de que “puede provocar una crisis gorda” en el sector. Muchos concesionarios están sin vender. “Venimos de una crisis importante y ahora se suma esto. Hay concesionarios con poca capacidad de aguante. Lo tienen complicado y van a tener que adelgazar su estructura y los gastos”, apunta.

El vehículo de ocasión “se beneficia de la falta de microchips”, porque “la salida lógica” es apostar por este tipo de oportunidades de mercado, pero también aquí hay problemas. “El stock de cero a tres años es muy bajo porque no se ha han matriculado vehículos como consecuencia del coronavirus y no se ha generado flota”.

¿El efecto derivado? Que los clientes se están yendo a comprar vehículos de seis a diez años, o de mayor antigüedad todavía. Esto, a juicio de Morales, supone “un problemón porque no hay mercado de ocasión saneado y la edad media del parque es cada vez mayor”.

05 sep 2021 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
Tema marcado como favorito