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Ana Curra: “Me mantengo así porque he hecho un pacto con el diablo”

Vivió su juventud a una velocidad de vértigo, como parte muy activa de aquel frenético cambio político, social y cultural que dio origen a la Movida en plena Transición. En apenas tres años, entre 1982 y 1985, Ana Curra (El Escorial-Madrid, 1958) publicó discos en cuatro proyectos distintos –Alaska y los Pegamoides, Parálisis Permanente, Los Seres Vacíos y bajo su propio nombre-, contribuyó a la creación del primer sello discográfico independiente en España, saboreó las mieles del éxito con temas como “Bailando” y “Una noche sin ti”, su primer lanzamiento en solitario, que fue número 1 en Los 40 Principales, y perdió en un accidente de tráfico a su pareja musical y afectiva, Eduardo Benavente. Una actividad frenética que abandonó para curar el desgarro emocional provocado por la muerte de su alma gemela y por el desencanto con una industria discográfica que trató de hacer de ella el estandarte de una Movida más comercial y asequible al gran público. “Querían que fuera la Madonna española”, señala en conversación con EL CORREO GALLEGO.

Después de muchos años de retiro, centrada en su actividad docente como profesora de piano en el conservatorio de su localidad natal, regresó a la música de la mano de Digital 21 y en 2012 decidió saldar una deuda pendiente: presentar en vivo “El Acto”, el único álbum publicado por Parálisis Permanente, elevado a los altares del rock siniestro y celebrado como uno de los discos esenciales de la era dorada de la música española en los años 80. La gira de 1983, interrumpida por aquel fatal percance en la carretera, quedó aparcada casi 30 años. La santiaguesa Sala Capitol fue uno de los recintos elegidos para aquella vuelta a los escenarios. “Lo recuerdo como un concierto muy vibrante. La banda estuvo espectacular y el público también”, rememora.

Más en forma que nunca, como demostró en su actuación del año pasado en el Festival Noroeste Estrella Galicia en A Coruña, Ana Curra regresa a Galicia, “una tierra de meigas” en la que reconoce sentirse “como en casa”, aunque esta vez no hay parada en Compostela, una ciudad de la que ensalza la Catedral, que en su última visita “estaba en obras y con el tema del robo del Códice Calixtino aún caliente”. Su sorprendente energía es uno de los atractivos del Super Rock Under Fest que se celebra este fin de semana en Vigo y su música sonará también esta noche en el Garufa Club de A Coruña (22.00 horas).

P-Da la sensación de que, tras muchos años sin actividad pública, está con ganas de recuperar el tiempo perdido. Gira y nuevo disco: “Huaca”.

R-Sí. Mucha gente conocía mi nombre pero nunca me había podido ver. Les sonaba, aunque como algo relacionado con el pasado. Había ese prejuicio y los que vienen a los conciertos lo flipan. Hay una esencia importante en esas canciones, a las que yo trato de imprimir toda la potencia y el vigor que tengo. Estuve muchos años parada, aunque nunca alejada de la música. Porque esas otras músicas, como las de Bach o Beethoven, también forman parte de mi vida.

P-Usted es profesora de piano en un conservatorio. ¿Se ha escandalizado algún padre al ver su imagen, por ejemplo en los posters de sus giras, o con su música?

R-Me trae sin cuidado si es así. Alguno habrá. Los niños se enteran de quien soy y de las que cosas que he hecho o sigo haciendo y se sorprenden. Ningún alumno ha pedido el cambio para estar con un profesor más “convencional”.

P-¿Cómo mantiene ese físico y esa energía en los conciertos a sus 60 años?

R-He hecho un pacto con el diablo.

P-¿Por qué tantos años de silencio?

R-La carga por la muerte de Eduardo fue muy pesada. Era muy joven, no lo asimilé bien. Estaba el duelo. También las drogas. Necesitaba vivir todo ese luto de una manera interior y distanciarme. Volví cuando me sentí con fuerzas y con ganas. Fue un retorno que sirvió para cerrar círculos.

P-¿Ha sido un regreso mejor del que esperaba?

R-Cuando hicimos el primer concierto de presentación de “El Acto” en la Sala Kapital en Madrid –marzo de 2012- resultó algo glorioso. Hay gente de edad muy diversa, de generaciones distintas, que había reivindicado ese disco y yo no quería subirme al escenario con nostalgia, sino con vigor y con actualidad. Necesité muchos años para verme con esa fortaleza para poder cantar las canciones.

P-¿Está mitificado “El Acto” y la figura de Eduardo por una muerte que nos ha impedido saber cómo habría sido la carrera de Parálisis Permanente?

R-Exacto. Hay discos que quedan como magistrales y en lo más alto porque son irrepetibles. La muerte tiene una parte de épica que mitifica, existe una sensación de fascinación con ella y estoy de acuerdo en que es algo que ha pasado con “El Acto”. Es un álbum eterno también porque sus canciones hablan de sexo, deseo y muerte. Yo me puedo sentir orgullosa de seguir cantando esos temas e incluso ahora las vivo con más profundidad. Otros grupos de aquella época, y se me vienen a la cabeza los moñas de Hombres G, deben morirse de vergüenza cantando sus canciones de entonces.

P-En su repertorio actual, sin embargo, no hay canciones de aquella época en solitario de “Una noche sin ti”, que hasta llegó a ser número 1 de Los 40 Principales.

R-Estuvo dos semanas de número 1. Tengo que recuperar temas de esa época, de la que no estoy muy satisfecha por la producción que se hizo. No me gusta cómo sonaban. Querían hacer de mí algo con lo que no me sentía a gusto, que chocaba con mi forma de hacer las cosas, algo artificial y muy organizado. No entendía los criterios por los que Hispavox, mi discográfica, quería hacer de mí la Madonna española y yo no me creía aquel personaje ni me veía con argumentos para defender lo que hacía.

P-Se han publicado muchos libros que desmitifican la Movida como un fenómeno masivo. ¿Comparte esa visión?

R-Fue un periodo efervescente y eléctrico, aunque era un circuito muy reducido en cuanto a gente. Yo asocio la Movida a una primera etapa que coincide con la Transición. Luego se comercializó y fue utilizado por las instituciones y la política. Todo se deterioró a partir de 1982, cuando los socialistas trataron de capitalizar ese movimiento. Con el paso de los años analizas y da la sensación de que después fue todo un poco bluf.

P-¿Triunfaron los más arribistas, los mejores, los más comerciales, los más auténticos?

R-El éxito fue de la gente que tuvo más cabeza, de los que tuvieron más continuidad y fueron menos viscerales. Gustar y vender depende de muchos factores. Reconozco el mérito de los que llevan 40 años de actividad, gente muy voluntariosa y constante. Yo estoy muy satisfecha de haber participado de aquella eclosión brutal que ofreció muchas cosas interesantes, auténticas y artistas irrepetibles. Los grupos no se copiaban, eran muy genuinos. Ahora vivimos en la dictadura del “like” y todo se copia.

P-Alaska es como la cara amable y exitosa de aquella Movida. Se hizo un rostro popular y es como la bruja buena. En su caso, le rodea ese halo lúgubre y de malditismo que la sitúa como una bruja oscura ¿Se ha planteado cómo habría sido su vida si de Pegamoides hubiese pasado a Dinarama y no a Parálisis Permanente como hizo Alaska?

R-No. En un momento determinado ella eligió un camino que a mi no me interesó. Cada una tuvo que decidir dónde quería estar. Y esa vía que eligió ni la quiero ni me interesa. Yo no me siento una fracasada. Fue una elección personal.

P-¿Hubo gente que se vendió e hizo concesiones a la industria para seguir en la música?

R-Seguro. Algunos por mera supervivencia. Otros por ambición o ser más famosos. Mucha gente se subió al carro. Pero uno puede vivir de la música y llenar pabellones siendo fiel a sus ideas. Ahí están casos como los de La Polla Records o Extremoduro, que no han tenido que ceder nada. Grupos innovadores como Aviador Dro o Esplendor Geométrico. O gente que evolucionó, como Santiago Auserón o Gabinete Caligari, hacia donde quisieron. A mi no me mueve el dinero. Tengo otros principios y prioridades que me hacen ser feliz.

P-¿Le preocupa que muchos de los temas que se cantaban entonces hoy no pasarían por el filtro de la censura de lo políticamente correcto?

R-Es muy triste ver lo que está pasando. Sea en literatura, en pintura o en música, el arte se caracteriza por el riesgo y está para reivindicar cosas, contar lo que pasa a pleno pulmón, transgredir…Ha habido una involución muy preocupante. Ver casos como el de la condena a Def Con Dos es increíble. La percepción personal de cada artista no es censurable. Afortunadamente, hemos mejorado en otras cosas y ahora hay más posibilidades para grabar, más escuelas y los jóvenes tienen una formación musical mejor que entonces. Cuando yo empecé no existía ninguna infraestructura, era la España del folklore y la canción ligera. Ayudamos a crear una red alternativa y fundamos la discográfica –Tres cipreses- por pura necesidad. Sabíamos que ninguna compañía multinacional iba a publicar “El Acto”.

22 nov 2019 / 19:35
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