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Basilio Álvarez, la figura del movimiento agrario gallego

Como todos sus hermanos comenzó a trabajar en la herrería de su padre // Su primer destino sacerdotal fue como párroco en Parada de Labiote

Sacerdote, abogado, periodista, político y, sobre todo y por encima de todo, luchador por la justicia y la verdad, este ourensano fue la principal figura del movimiento agrario gallego.

Basilio Álvarez (Ourense, 1877) vino al mundo en el seno de una familia numerosa. Como todos sus hermanos comenzó a trabajar en la herrería propiedad de su padre pero éste no tardó en darse cuenta de que el pequeño Basilio no sería nunca un buen herrero, pero también se dio cuenta de que el niño tenía una inteligencia natural superior a la de sus hermanos. Y lo puso a estudiar.

En las aulas del instituto de Ourense, aquel niño tomó por primera vez contacto con los libros. Y acaba el Bachillerato. Basilio desea seguir estudiando pero sus padres no tienen los recursos suficientes para ello. Hay una forma de hacerlo: ingresar en un seminario. Dicho y hecho. Basilio Álvarez va a estudiar al Seminario Conciliar de San Fernando. Allí permanece hasta el 19 de marzo de 1902, día en que es ordenado sacerdote.

Antes de su ordenación sacerdotal, el joven Basilio vivió un hecho fortuito que pudo cambiar el rumbo de su vida. Hizo el servicio militar en A Coruña y, al parecer, no le desagradaba la vida castrense, incluso sus superiores le animaron a no dejar el ejército, pero el joven ourensano sufrió un grave accidente que se saldó con la fractura de una pierna. El accidente dejó como secuela una cojera que Basilio Álvarez arrastró toda su vida y terminó con sus posibles sueños militares.

Su primer destino sacerdotal fue como párroco en Parada de Labiote. Hombre inquieto por naturaleza, no se conforma sólo con su papel de cura rural y comienza sus colaboraciones en distintos periódicos, La Nueva Época, La Galerna, El Eco de Ourense... Esta es la época en la que el joven clérigo conoce a fondo y toma conciencia de los problemas y reivindicaciones del campesinado gallego y es también cuando publica su primer libro, El cura rural.

"Bajo, robusto, de cabello negro, cara pecosa y picado de viruela", Basilio Álvarez ya da inequívocas muestras de su personalidad y de su rebeldía: no estaba de acuerdo, entre otras cosas, con la tonsura y no estaba dispuesto a guardar el celibato. El obispo de Ourense no ve manera de hacerse con las riendas de aquel indisciplinado joven cura y no ve mejor solución que quitárselo de encima. Lo envía a Madrid.

Aunque en Madrid ejerciera como capellán del marqués de Urquijo, el traslado a la capital del reino fue una bendición para el gallego. Le dio ocasión de frecuentar (sin hacer uso de su vestimenta talar) tertulias, cafés y "vivir a fondo" el Madrid de la época. Este ambiente capitalino le supuso dos cosas: su evolución política y su alejamiento de algunos planteamientos de la Iglesia. También tomó conciencia del gran problema agrario gallego: la emigración.

Acción Gallega. Apenas tres años después de su llegada a Madrid, Basilio Álvarez funda la asociación Acción Gallega (organización que perseguía la redención de los foros, acabar con el caciquismo, establecimiento de Bancos y Cajas de Ahorro, cooperativas y montepíos agrícolas, fusión de las asociaciones agrarias, etc) y participa en la fundación de El Debate, el gran diario católico madrileño del que asumió su dirección entre octubre de 1910 y julio de 1911. Muy poco tiempo porque, a pesar de que estaba apoyado por muchísimos periodistas de la época, las autoridades eclesiásticas no estaban de acuerdo con muchos de los trabajos que se publicaban en el periódico que, decían, estaba tomando una deriva peligrosa.

El nuevo director es Ángel Herrera, un personaje tan extraordinario que teniendo ya alguna edad, se ordenó sacerdote y en muy poco tiempo fue nombrado obispo de Málaga y poco después alcanzó el capelo cardenalicio. Fue el principal impulsor de La Editorial Católica y fundó el diario YA, periódico que sustituyó a El Debate.

A todo esto, el obispo de Ourense ofrece a Basilio Álvarez la parroquia de Santa Eulalia de Beiro que es aceptada por el clérigo ourensano "porque necesitaba el púlpito rural, la tribuna agreste". Estamos en 1912 y desde entonces es conocido como "el cura de Beiro". Pero antes, Basilio Álvarez ha publicado Por los agros celtas, una deliciosa colección de cuentos sobre Galicia, y El libro del periodista, donde criticaba a la prensa de la época, principalmente a la católica.

Al exilio. Su pensamiento se radicaliza y protagoniza mítines, en los que su brillante oratoria encandilaba a la concurrencia, cada vez más violentos en contra de los foros, la emigración y el caciquismo, los tres grandes males de Galicia para Basilio Álvarez.

Es, por tanto, natural que "el cura de Beiro" chocara frontalmente con la posición de la jerarquía eclesiástica. Tanto fue así que, en 1914, Basilio Álvarez fue suspendido "a divinis" por varios motivos: no ajustarse a las normas pontificias, ausentarse de su parroquia sin permiso, hacer declaraciones violentas, ser tibio en religión, acompañarse de personas no religiosas, transgredir el celibato, etc… Doce años después, en mil novecientos veintiséis, le fue retirada la suspensión.

Basilio Álvarez es nombrado Hijo Predilecto de Ourense y quizá fuera en esta ocasión cuando dijera aquello de: "Este homenaje mío no arranca mi significación de agrario. Agrario seré mientras mi vida aliente y ese será además el sudario que llevaré a la tumba. Porque dar mi sangre por Galicia supone poco, entregarme con espíritu y alma no me parece nada". En 1931, con el advenimiento de la II República, abandona definitivamente el sacerdocio pero no la causa agrarista. Al parecer, fue en esta época cuando mantuvo relaciones con una mujer que le dio dos hijos.

Desligado de la Iglesia, se licencia en Derecho y, desde entonces, se dedica a la abogacía, al periodismo y a la política. Inmediatamente, es elegido diputado en las Cortes Constituyentes por el partido radical de Lerroux. A pesar de que en Galicia los radicales tenían gran apoyo social, no consiguieron unirse a algunos sectores republicanos y fracasaron en su deseo de formar el gran partido del campesinado gallego. El caso es que la República no supuso el desmantelamiento del sistema caciquil en Galicia y la campaña electoral se vio alterada por el anuncio de la suspensión de las obras del ferrocarril Zamora-Ourense-A Coruña.

El estallido de la guerra civil sorprendió a Basilio Álvarez en Madrid; mantiene su fidelidad al gobierno republicano pero, haciendo caso a los consejos de su gran amigo Castelao, abandona España y parte hacia Argentina donde colabora con algunos periódicos y escribe el libro España en crisol, donde describe la incapacidad de los políticos republicanos, el final de este periodo y donde se puede leer: "Soy un republicano español a quien el naufragio terrible de su patria arrojó sobre estas tierras argentinas. No siento simpatía alguna por el fascio, ni comulgué jamás con las ideas marxistas. Tampoco soy carlista, porque nunca tuve vocación de paleontólogo, ni de falange, curiosa agrupación de muchachos del Instituto con que el infortunado chico de Primo de Rivera se ensayaba para empeños mayores; ni de la CEDA, conglomerado reaccionario que Gil Robles capitaneaba indeciso; ni de Martínez Barrio, ni de Azaña, ni comunista… Es verdad que fui lerrouxista y no es por ello pequeño mi pecado". Aquejado de una grave diabetes, Basilio Álvarez murió en el hospital del Centro Español de Tampas, en Estados Unidos, el 15 de noviembre de 1943. Tenía 66 años. Si triste fue el final de este gallego ilustre, más triste y dolorosa fue la conservación de su memoria en su propia ciudad: su retrato más famoso fue arrastrado por las calles de Ourense como vil afrenta y la calle que llevaba su nombre fue llamada Capitán Eloy hasta 2008, que fue llamada de la Concordia.

06 ene 2011 / 18:25
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