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generosidad en pontevedra

Calor y Café para todos en el albergue de San Vicente Paúl

Cincuenta y dos voluntarios trabajan de forma desinteresada para ayudar a los más necesitados ·· Dieciocho camas limpias permiten el descanso a los transeúntes sin techo cada noche

Son las nueve de la noche. La puerta de la ONG Calor y Café se abre para acoger a los transeúntes. Una voluntaria recoge a cada una de esas personas los vales que les fueron entregados por la mañana o bien a mediodía en el comedor de San Francisco, a donde suelen ir a comer cada día. Es un control necesario para saber si hay o no camas disponibles para los que no cuentan con vales.

En estos tiempos en los que el amor al prójimo no es un valor en alza hay, sin embargo, muchas personas que dedican parte de su tiempo libre a los demás percibiendo a cambio poco más que una sonrisa o una palabra de agradecimiento.

Este es el caso de los 52 voluntarios de la asociación San Vicente de Paúl, de Pontevedra, que no regatean ni una pizca de cariño para todos aquellos que cada noche llaman a la puerta del albergue Calor y Café en busca de un techo seguro.

"Si tenemos cama y no crean problemas, pueden estar aquí mucho tiempo", dice la hermana Mercedes Núñez. Sin embargo, aquí, como en otros albergues, los usuarios rotan mucho.

Sí hay una serie de normas que deben cumplir, y la más importante el buen comportamiento. En caso contrario, el que crea problemas tiene que abandonar el albergue de la calle Javier Puig.

El taller restauración

Además del albergue, la asociación San Vicente de Paúl dispone de un taller en la pontevedresa calle San Julián. Este centro, dirigido por otras voluntarias, está destinado a la recuperación de muebles y otros objetos. Los trabajadores son jóvenes toxicómanos que cobran un sueldo por su labor.

Mercedes, Fina y María Jesús o la paciencia humana

Las voluntarias preparan con todo el cariño el café que sirven a los transeúntes y que es acompañado de algo sólido. Al tiempo que trabajan (de 20.00 a 00.00 horas) escuchan los problemas que cada día les exponen estas personas para las que siempre tienen una palabra de cariño y mucha atención.

Sillas del hospital, colchones y literas de la Escuela Naval

Todo empezó con 12 sillas que a la asociación le regaló el hospital Provincial. Después, la Escuela Naval les entregó unas colchonetas y ocho literas que ocupan el espacio de la entrada del local que tiene alquilado la asociación y que  paga con las aportaciones de ciudadanos. Otras dos camas las ocupan mujeres.

Ocho horas sentado para vigilar alos que duermen

Kuisi es el vigilante nocturno del albergue. A él le corresponde pulsar el interruptor del silencio cuando llegan las doce de la noche. Desde su pecera, sentado en un sillón, controla que todos descansen. Dos días a la semana, dos voluntarios hacen su turno para que Kuisi descanse. Eugenio Pazos Vidal se queda el viernes.

26 feb 2007 / 00:18
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