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El capital natural de Galicia es hoy su primera gran fuente de empleo

La ola de incendios de 2006 dejaron un coste superior en fijación de CO2 que en masa forestal quemada

El capital natural de Galicia –los ricos y diversos recursos naturales de los que dispone– constituye uno de los principales motores económicos de la comunidad hasta el punto de que aglutina a los sectores con mayor capacidad para generar empleo en tiempos de crisis. Así lo puso de manifiesto María Loureiro García, profesora de Análisis Económico de la USC, durante su intervención en el foro 'Agua y desarrollo sostenible' organizado por el Grupo Correo Gallego.
María Loureiro, que desarrolló la ponencia 'Impacto socioeconómico de la conservación del medio ambiente en Galicia', centró su discurso en la consideración de éste como capital natural vinculándolo al Producto Interior Bruto, así como la necesidad de medirlo y cuantificar económicamente qué supone su conservación con el objetivo último de hacer un uso más eficiente y sostenible de los recursos.
El capital natural, señaló, implica poner en relación la disponibilidad o el stock de los recursos renovables, no renovables y ambientales (como la calidad del aire) con los servicios ecosistémicos derivados, entendiendo éstos como procesos naturales que benefician al ser humano y que, en consonancia con la clasificación de la ONU, no sólo abarcan los denominados de provisión o que derivan en producto con precio de mercado, también otros vinculados a aspectos climáticos o culturales.
Si el PBI, explicó, se venía relacionando hasta ahora únicamente con el capital material, de lo que se trata desde la cumbre de Río en 2012 es de considerar también el capital humano y el capital natural como elementos productivos a la hora de hablar de sustentabilidad con el deber de "tratar de asegurarnos que, al menos, nuestro capital total (la suma de los tres) no decrezca". De ahí, subrayó, "la necesidad de buscar nuevos indicadores que incorporen el impacto ambiental en sus balances de desarrollo económico" como los llamados ahorros netos ajustados, que resultan de sumarle al ahorro nacional neto el gasto en educación y restarle el de agotamiento de recursos y la emisión de dióxido de carbono. Es Noruega, dijo, con un 20% de ahorro neto el paradigma mundial, mientras que en España cayó en picado durante la crisis a pesar de disminuir las emisiones de CO2.
Entre los interesantes estudios que se están llevando a cabo en base a la medición y el seguimiento del capital natural, María Loureiro destacó uno de la USC que determina que el mayor perjuicio o coste socioeconómico que supuso la ola de incendios que sufrió Galicia en 2006 fue la fijación de carbono por delante de la masa forestal quemada.
También que, fijándose exclusivamente en los servicios de provisión, un millón de euros de facturación en agricultura, ganadería y caza supone la creación de 19 empleos directos y otros 25 indirectos frente a los 2,1 y 5, respectivamente, si ese millón lo factura la fabricación de vehículos. O que la silvicultura y la agricultura se alzan como el séptimo sector que más movimientos económicos generan a su alrededor, tanto hacia atrás (pesticidas, abonos, maquinaria agrícola) como hacia delante (industrias cárnicas).
"Necesitamos medir y valorar el capital natural del que disponemos estableciendo unidades de referencia pues, si no medimos, no podemos gestionar, y además debemos fijar objetivos de conservación y desarrollo teniendo en cuenta no sólo el stock. Tenemos que adaptarnos al cambio climático, desarrollar políticas de conservación más precisas, incentivar la protección y entender el potencial de la bioeconomía", concluyó la experta. S. V. O.

03 jun 2016 / 01:12
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