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Catalina I, esclava y emperatriz, reina a los seis años

Una joven esclava llamada Katrina llegó a ser la primera emperatriz de todas las Rusias gracias al influjo que ejerció sobre el zar Pedro I del que tuvo ocho hijos. Su nombre verdadero era Marta Skavronska y se cree que era una campesina polaca nacida en Letonia en 1684, cuando era una provincia de Suecia

El personaje de Catalina I, primera mujer que alcanzó el título de Majestad Imperial de Todas las Rusias, es uno de los más controvertidos de la Historia. Para unos fue una mujer extraordinaria que salvó a Rusia de una guerra civil y para otros no pasó de ser una odiosa extranjera que con sus artes de brujería se hizo con la voluntad del zar Pedro I y precipitó su muerte ya que Katrina (su nombre de origen) participó con Pedro en numerosas orgías en las que el sexo y el alcohol eran los protagonistas y a las que el zar era tan aficionado.

Poco se sabe del origen de esta mujer, cosa lógica ya que fue ella misma la menos interesada en que se supiera. Sí se sabe que procedía de una pobrísima familia de campesinos de la actual Letonia, un territorio que entonces pertenecía a Suecia. Su padre murió siendo ella niña, así que el dinero que entraba en la casa procedía de los hombres que visitaban a su madre. Muerta la madre, la niña fue recogida por un pastor de Marienburg, una localidad que hoy forma parte de Polonia. Allí pasó su infancia y su pubertad.

La verdadera historia de Katrina la tenemos que situar en 1702, durante la guerra entre Suecia y Rusia. Los ejércitos zaristas saquearon Marienburg. Los defensores de la ciudad fueron pasados a cuchillo; las mujeres, violadas y algunas jóvenes fueron obligadas a pasar a la humillante condición de esclavas. Katrina fue una de éstas.

Allí mismo, el comandante ruso vendió a Katrina al príncipe Alexander Menshikov. Ese fue el primer golpe de fortuna de aquella harapienta joven ya que Menshikov era más que un militar, era el principal consejero y hombre de confianza del zar.

Menshikov nunca trató a Katrina como una esclava. Simplemente, la hizo su amante. Fue en aquellos días cuando Katrina descubrió los vestidos de seda, los camisones para dormir, la cama, el baño, los perfumes... También descubrió la felicidad. Años después, siendo ya Catalina I, confesó que fue entonces cuando vivió los primeros días felices de su vida.

Durante la estancia del Ejército ruso en Narva, el zar Pedro I anunció su llegada para combatir al lado de sus hombres. Y una noche, mientras Katrina y Menshikov cenaban, por una de las aberturas de la tienda apareció la impresionante figura de un gigantesco hombre de más de dos metros de altura: era el zar.

Aquel fue el segundo golpe de suerte de Katrina. El príncipe Menshikov presentó al zar a la joven y aquel gigante no tardó en tomar afecto a aquella muchacha cuyos ademanes y comportamientos diferían de las mujeres que conocía.

El zar Pedro, muy posiblemente por los excesos con el alcohol y el sexo, sufría frecuentes crisis que terminaban con unos días de fiebre en los que tenía que estar postrado y sucedió que una tarde el zar cayó desvanecido al suelo víctima de una de sus crisis. Ante el asombro de los militares y del propio príncipe Menshikov (el zar no podía ser tocado por nadie), Katrina se arrodilló en el suelo y con un pañuelo mojado humedeció una y otra vez la frente del zar. Cuando Pedro recobró el conocimiento, sólo encontró en la tienda a aquella joven que le atendía cuidadosamente. Menshikov comprendió entonces que aquella mujer había dejado de ser suya: ahora pertenecía al zar.

En su regreso hacia Moscú, Pedro I visitó un convento en el que vivía confinada su ex esposa Eudoxia de la que se había divorciado unos años antes y de la que tuvo un hijo, Alexis, que no hizo otra cosa en su corta vida que conspirar contra su padre. Por eso su vida fue tan corta.
Aquella relación esclava-zar, a la que siguió amante-zar y que terminó siendo simplemente hombre-mujer, empezó en 1703 y terminó en 1725, cuando Pedro I El Grande murió. Durante aquellos 22 años, tuvieron ocho hijos, de los que sobrevivieron dos. En 1711 el zar se casó con Katrina y un año antes de morir en mayo de 1724, el zar coronó a su esposa como emperatriz consorte.

A la muerte del zar, el príncipe Menshikov la hizo salir al balcón principal del palacio imperial para saludar al pueblo al grito de: “¡Su Majestad Imperial Catalina Primera de todas las Rusias!”. De este modo tan simple y sin oposición alguna, aquella mujer, la ex esclava Katrina, pasó a ser la emperatriz Catalina I de Rusia.
Catalina I murió en 1727, a los 45 años, víctima, según se dice, de sus dos grandes aficiones: el alcohol y la sensualidad.

28 jun 2007 / 20:07
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