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tribuna libre

Choque de civilizaciones

    En 1993, el politólogo norteamericano Samuel Huntington encendía el debate sobre las relaciones internacionales, con la publicación del artículo titulado El choque de civilizaciones en el que exponía la tesis de que los principales conflictos del mundo de la posguerra de la Guerra Fría serían fruto del choque entre las diferentes culturas, más que conflictos entre estados o entre superpotencias.

    Huntington indicaba que los países que tienen culturas similares, cooperarán entre sí con más facilidad que los que no las tienen, ya sea económica o políticamente. Sus teorías pronto encontraron eco entre los islamistas militantes, mientras que la mayor parte de los líderes políticos occidentales casi siempre las rechazaban.

    Tras los atentados de París, en Occidente, empezó a hablarse de que los terroristas lo que pretendían, más que causar muertos, era atacar nuestra forma de vida y socavar los principios de nuestra civilización. Esta reflexión me plantea la duda de si ese llamado “choque de civilizaciones” explica la compleja relación entre el fundamentalismo islámico y los atentados en Europa.

    Algunos expertos afirman que si hay una hostilidad de los musulmanes hacia Occidente, esta no tiene su origen en un odio cerval hacia nuestros valores, sino que proviene de las “actitudes o acciones imperialistas” de algunas potencias occidentales. Esta opinión puede cobrar sentido cuando vemos que los radicales además de atacar a nuestros conciudadanos también están en contra de los musulmanes que no apoyan su causa.

    Oriente y Occidente son la suma de una gran diversidad de situaciones heterogéneas, donde el mundo musulmán y no musulmán se entremezclan. La realidad de las sociedades modernas es que son multiculturales, y esto de suyo es positivo, porque contribuye a la integración de las personas que nacidas en otras culturas viven ahora con nosotros como honrados vecinos. El hecho de que en Europa residan millones de musulmanes y no supongan ninguna amenaza para la convivencia social, me hace poner en duda de si detrás de la violencia terrorista está un choque de civilizaciones, y por tanto de valores, o una hábil estrategia de manipulación y seducción.

    Europa no ha sido capaz de frenar la aparición de terroristas en sus calles, porque no ha sabido elegir bien las herramientas para enfrentarse y frenar el integrismo islámico. A menudo se ha centrado más en combatir los efectos que las causas del terrorismo. Junto a las medidas policiales y de inteligencia habría que potenciar las de contrainteligencia. Tenemos que llevar el campo de batalla al terreno de la ideología, argumentando y contraargumentado todas y cada una de las tesis de los integristas. Esta batalla la libramos en casa y aquí, más efectivas que las armas son las ideas. Hay que dejar de mirar con recelo a los otros, pero también tenemos que actuar con firmeza frente a los que, amparándose en la libertad de opinión, radicalizan a jóvenes o los reclutan para cometer atentados. Se debe también perseguir y cerrar los instrumentos de difusión y propaganda que emplean, a la vez que poner en marcha nuestros propios mecanismos de información y sensibilización. La sociedad tiene que gritar unida: ¡No penséis como nosotros, pero respetad que pensemos diferente!
    joseaconstenla@gmail.com

    28 dic 2016 / 22:02
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