El Circo del Sol levanta el telón con el recinto de Sar a reventar

El Circo del Sol levantaba ayer por fin el telón en Compostela. Con todo su aforo vendido desde hace meses, la compañía permanecerá en cartel hasta el domingo con Saltimbanco. El show de anoche no era más que el preludio de otras siete funciones de las que disfrutarán algo más de 30.000 personas (en torno a cinco mil por sesión). Desde el principio se metieron al público en el bolsillo. A eso de las 21.20 horas se subían al escenario para animar el ambiente e involucrar en el espectáculo a los afortunados de las primeras filas. Sólo un aperitivo de lo que vendría después.

La obra, que celebra mañana su 18 aniversario en Sar, propone un viaje alegórico al centro de la ciudad de la mano de un niño. No es más que una metáfora de la evolución del ser humano en el mundo en el que ha tocado vivir, relataba el director artístico de la pieza en declaraciones a los medios poco antes del estreno. "Cada uno tiene que ser lo que es y no vivir escondido detrás de una máscara", explica Bruce Mather sintetizando el mensaje.

Natural de Toronto y afincado en Barcelona desde hace 22 años, el responsable cogía las riendas de Saltimbanco el pasado enero. "La inspiración son los propios artistas. No hace falta buscar muy lejos", cuenta a los pies del escenario mientras los acróbatas hacen estiramientos. Cierto es que el listón para ingresar en la selecta troupe está muy alto. El personal se selecciona bien a través de la propia web de la compañía o por medio de sociedades deportivas. Sin embargo, antes de actuar se someten a un estricto proceso de formación de siete u ocho meses en su base de Montreal. "No siempre es una garantía, pero al menos sirve para inculcarles disciplina". Con medio de centenar de artistas de 20 nacionalidades, el inglés se ha convertido en la lengua oficial en el backstage. "El deporte acrobático tiene su propio idioma", bromea. Y es que los lazos del Circo del Sol van más allá de lo que sucede encima del escenario. Con una profesión nómada que cada semana les obliga a cobijarse en una ciudad, sólo existe algo que al final del día equilibre la balanza: "Entre nosotros hay muy buen rollo. Ésta es la familia que elegimos". Por encima del talento, a Mather le preocupa más reunir a un equipo que "sepa convivir".

Poco antes de levantar el telón, se atrevía a hacer una apuesta acerca de los números que mayor éxito podrían tener entre el público. "La pieza del trapecio con las dos gemelas rusas corta la respiración cada noche. Y el columpio ruso también impresiona".

No en vano, la rutina de los acróbatas es sin duda alguna la "más exigente", advierte Martín Pons, el actor que se mete en la piel de El Soñador. "El entrenamiento resulta bastante complejo y llevan una dieta muy estricta", explica con el Multiusos de Sar todavía vacío. A su personaje le corresponde conducir al público por los diferentes formatos de la vida urbana que retrata Saltimbanco: sus habitantes, las familias, los grupos sociales... De origen argentino, se incorporaba hace un par de años al equipo después de trabajar durante algo más de una década en un parque de entretenimiento.

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