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EDITORIAL

¡Claro que Darío Villanueva lo merece!

    ¿MERECE SER NOMBRADO Hijo Adoptivo el rector que lideró el quinto centenario de la USC bajo el paraguas de aquel inspirador Gallaecia Fulget que dio más brillo todavía a la imagen de Santiago en el mundo? Lo merece, sin duda alguna. ¿Merece ser nombrado Hijo Adoptivo el rector que impulsó con inteligencia la creación del Grupo Compostela de Universidades, que integra a más de sesenta campus de todo el planeta? Lo merece, por supuestísimo. ¿Merece ser nombrado Hijo Adoptivo el director de la Real Academia Española, siempre atento a dar protagonismo a la ciudad en la que vive y a la que ama, y en cuya vida social siempre se ha implicado? Lo merece, sobradamente. Y ahora, la incómoda pregunta del millón: ¿a qué esperan en Raxoi, el equipo de gobierno y también la oposición, para concederle ese honor a Darío Villanueva? Tocado por la varita mágica de la cordura y el sentidiño, el prestigioso catedrático y fino crítico literario ha sido fiel en todos los cargos que ha ocupado a la hoja de ruta del servicio a la sociedad desde el diálogo, ha sabido tejer consensos y ha preferido ser bombero y no fogonero en un territorio incendiado por los ismos. Vilalbés de nacimiento y compostelano de corazón, si algo no se le puede negar a este experto en Valle-Inclán, en El Quijote, en el realismo o en la interrelación entre literatura y cine, sus dos grandes pasiones, es que concita unanimidades. Le ayuda un discurso sosegado, sólido y profundo con el que, por ejemplo, anima a superar el autodesprecio -ese estigma tan español- y a crear cordones sanitarios que nos protejan de tanto profeta iluminado. Practica el profesor Villanueva el autocontrol, la herramienta mental que le ayuda a no angustiarse por las cosas más de lo saludable, y defiende conceptos tan razonables y necesarios como que la universidad no puede renunciar jamás a ser una factoría de conocimiento, o que la investigación es absolutamente fundamental para el desarrollo, o que la formación humanística es extraordinariamente eficaz y rentable. Por su trayectoria impecable, por su talante moderador y empático, por su excelencia en la práctica de los mejores valores del compostelanismo, Darío Villanueva -con cuya pertenencia al club de los Gallegos del Año nos enorgullecemos en EL CORREO desde el año 2002- tiene todos los méritos, y más, para ser Hijo Adoptivo de Santiago. ¿Se darán por enterados en Raxoi o dejarán morir una iniciativa justa, que la ciudad aplaudiría con entusiasmo?

    30 ene 2019 / 22:19
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