Crítica política e identidad de género en la colección C5

Escondida en una de las esquinas del casco antiguo de Compostela, la galería C5, sita en la Travesa da Universidade, acoge hasta el próximo 9 de septiembre una interesante muestra de la gallega Ana de Matos que incita a la reflexión crítica: Arquetipos do poder. Un grito o llamada de atención sobre los paradigmas culturales, sobre el dominio y los signos que lo acompañan.

Para ello se sirve, en las tres plantas que abarca, de toda una simbología claramente perceptible y asociable con la temática propuesta, guerra, paz y luz.

Los tres territorios

La visita comienza en los llamados Territorios de guerra, en palabras de Pilar Parcerisas "como una locura que implica la destrucción del hombre, pero sobre todo la guerra como error que contiene la negación de la verdad y que lleva al ocaso al alma occidental".

Se trata de una instalación de insignias cuyo revés incluye frases atribuidas al general Franco en las que se habla del carácter práctico de la libertad y del orden, de la democracia y el comunismo, de los actos individuales... todo un conglomerado de expresividad doctrinal. La sensualidad de la tela, majestuosa la corona y la connotación femenina del bordado contrastan con la contundencia de los mensajes, cuyo significado es un arma de doble filo, clave de amenaza indirecta para el pueblo súbdito.

Ana de Matos pretende criticar de un modo activista, reflexivo y político todos aquellos arquetipos culturales, sirviéndose de los mismos instrumentos que lo configuran.

De las paredes de la primera planta cuelgan los Dominios cruzados. Una instalación de nueve cuadros de tejido grabado y bordado con abalorios en los que se distinguen nueve palabras que mantienen entre sí una fuerte relación: ambición, desprecio, dominio, ideología, persecución, simulacro, soberbia, tiranía y traición. En toda la exposición destaca la imagen preponderante de la figura de la corona.

En los Territorios de paz siete majestuosos cojines forman el credo de la monarquía, que no es otro que el del rey que "simboliza el hombre universal, reflejo de lo áureo, lo eterno o lo salvado, una figura que encarna esa locura de Occidente, investido del poder de sancionar la guerra y proclamar la paz", dice Parcerisas. La imagen espectral de las coronas, símbolo del dominio monárquico, estampadas en los enlutados cojines con las palabras "larga vida al rey" remite a la vida fantasmal que los súbditos concedían a los monarcas fallecidos.

La última planta está destinada a los Territorios de Luz, y es la que aborda de un modo más claro el mundo de lo femenino, las reinas y tratadas como semi diosas que finalmente surgen del segundo plano del poder.